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02/10/2008

Historias de un pueblo cualquiera (2)

"No tener ni una chucha"

Antes como ahora, por lo menos en mi pueblo, los perros no se ataban con longanizas, sino que había que arreglarselas para poder tener en el bolsillo alguna que otra ochena para poder gastarlas en vino, coñac, anís o aguardiente, únicas bebidas conocidas.

Y como es lógico no siempre se tenían esos reales necesarios para alternar o poder pagar alguna deuda contraida en las encendidas discusiones de taberna, por lo que era preciso ingenuar a cualquier artimaña, afín de conseguir los cuatro cuartos necesarios para poder pasar el domingo. Único día en que se gastaba y se bebía. Tengo oído que era bastante habitual robar o intentar robar trigo en las propias casas. Treta bastante usada hasta que un día un mozo tiró un saco de trigo por la ventana y al llegar al suelo se reventó esparciéndose  los granos por la calle embarrada.

G. L.

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