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12/10/2016

Felipe Santamaría Mendoza

Felipe, Felipe Santamaria Mendoza, nos ha dejado. Una triste noticia, más cuando nos ha pillado de sorpresa, por lo menos a mí. Hoy despedimos a un amigo de nuestra edad, algún día tenía que llegar, pero qué fuerte se nos hace despedir a un amigo que justo pasaba los 55 años y no llega a los 60.

 

Felipe siempre ha sido especial, siempre ha sido algo diferente a nosotros, el grupo de chicos y chicas que correteábamos por Nazar.

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Llegó a Nazar con aproximadamente siete años, vinieron Valen y Felipe con sus padres, Pili y Marcelino. No fue difícil su incorporación a un pueblo pequeño, en aquellas épocas tampoco es que en el pueblo viviese mucha gente, aunque algo más que ahora. El año que llegó me fui interno a los curas, con lo que no coincidí con él en la escuela, pero si todas las vacaciones. Fue una gran alegría la incorporación de dos niños más en el pueblo, desde ese momento fueron dos más del pueblo.

 

Felipe fue el primero que comenzó a trabajar, además con buenos sueldos, y fue el primero que comenzó a manejar dinero, camarero en Estella, y también en Pamplona por San Fermín, se sacaba unas buenas pesetas, se pegaba todo el verano trabajando. Trabajador como ninguno, por lo que también contaba con dinero como ninguno. Tal vez por eso es por lo que digo que era un poco especial, comparándonos con nosotros; el resto aunque también trabajábamos durante todo el verano no teníamos más que el dinero justo para poder salir el domingo. Felipe, fue adelantado en todo, en novias, en coches, tenía más mundo que nosotros.

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Coincidí con él en Valladolid, en lugares diferentes, pero quedábamos muchos sábados o domingos, muchas tardes de invierno íbamos al cine a ver las películas de aquel tiempo, las primeras películas del destape. Muchas tardes nos veíamos dos películas por el precio de una. En Valladolid quedaron los secretos de la juventud, que son más de lo que parecen.

 

Luego quiero recordar que se alistó en la legión. Me sorprendió.

 

No pude acudir a su boda, estaría a saber dónde, tampoco puedo acudir a su funeral, esto tiene menos importancia, una vez fallecido todo da igual. Fue uno de los primeros que mandó a sus hijos a la ikastola. En esto sí que me sorprendió gratamente.

 

Se hizo viticultor de primera clase, pasó sus días entre tractores, viñas, rotavatores, cultivadores… A Nazar aunque cada vez venía menos, acudía en los días importantes y en los años que yo acudía a Loreto, ahí estaba él. No creo que faltase ningún año.

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Hace unos años le pronosticaron cáncer de riñón, le operaron todo fue bien, unos años después le diagnosticaron algo en el pulmón… Este último tiempo no se ha acercado mucho por Nazar, pero cuando lo ha hecho siempre alegre y contento. Siempre con la misma cara risueña, y siempre con alegría. Felipe era así, nunca, nunca lo vi consternado, ni triste… Se parecía mucho en el carácter a su madre, la Pili.

 

Con Felipe tenemos cientos de anécdotas que recordar, las fiestas de Nazar sin él, nunca hubiesen sido iguales.

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Como es lógico no quiero acabar estas líneas sin darle ánimo a la familia, primero la más cercana mujer e hijos, y luego a sus hermanos y sobrinos de Nazar. Y tampoco quiero olvidar lo que Felipe ha supuesto para todos nosotros. Hicimos las mismas correrías, todavía recuerdo cuando nos bebimos el vino de la sacristía de Otiñano, y como se lo tomaron las monjas, en Nazar  y especialmente el cura de Nazar, por recordar algo claro está, podría haber traido a la memoria cualquier otra anécdota, tal vez con un final mejor.

 Jugó en preferente en Valladolid, y las andanzas del Amaika bat, las conocemos todos.

En el Amaika bat todos sabemos quiénes lo formamos y lo importante que fuimos todos, cada uno con sus cualidades y con sus carencias. Sin Felipe nunca hubiesemos conseguido aquella liga histórica.

Felipe, te nos has ido excesivamente pronto. Pero te recordaremos.