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04/12/2018

La tradición nos traiciona

Que el euskera se habló en nuestra zona, en el valle de la Berrueza es un hecho que nadie lo pone en duda.

Otra cosa muy distinta es que nos hayamos dado cuenta de lo que supone perder una lengua. Una vez perdida, las siguientes generaciones asumen la nueva lengua como propia, y la aprenden y la usan sin dificultades y con naturalidad.

Se impuso el castellano y desapareció el euskera

Esto es lo que ocurrió hace siglos en los pueblos de La Berrueza. Una lengua, sin embargo,  no desaparece de un día para otro. Los jóvenes dejan de usar la lengua, la conocen y la usan con sus padres, pero no la emplean para el resto de actividades. En unas décadas la lengua que no es predominante poco a poco se va abandonando y llega un momento que se ha olvidado por completo.

Este proceso no ha sido exclusivo del euskera, ni tampoco ha sido exclusivo del Valle de La Berrueza, ha ocurrido, ocurre y ocurrirá con cientos de lenguas minoritarias.

Todas las lenguas son importantes, y cualquier pérdida de una lengua es dolorosa; pero en el caso del euskera es todavía más ya que se trata de una de las lenguas más antiguas de Occidente. Es curioso que las lenguas cercanas (inglés, frances, castellano, portugués, catalán, gallego, alemán…)  tengan un origen común y posterior al euskera. Es misterioso y hasta cierto modo extraordinario cómo y en qué circunstancias ha logrado el euskera pervivir siglo tras siglo.

El valor cultural del euskera es admitido universalmente. Seguramente la pérdida en el valle de La Berrueza allá cuando ocurrió, tuvo una gran repercusión en la población de la zona. Sin duda muchas fueron las personas que sufrieron sus consecuencias. En un momento dado, las personas mayores no conocían el castellano por lo que  no se podían relacionar con naturalidad ni con sus propios nietos, ni con sus vecinos jóvenes. Unos porque no conocían el castellano (los abuelos) y otros porque no conocían el euskera (los nietos).

Supongo que también habrán existido personas que durante estos siglos se hayan dando cuenta de lo que supuso la pérdida del propio idioma, y tener que pasar a hablar el impuesto por el pueblo invasor. La invasión castellana en el siglo XVI supuso un cambio radical, la zona de La Berrueza gobernada por Pedro de Navarra, fue una de las zonas más combativa y que más durantemente luchó contra los castellanos. Con lo que muchos fueron los labradores encarlados y que perdieron sus bienes.

Hoy en día esta zona es de habla castellana, es nuestra lengua y no renunciamos a ella. La mayoría de los vecinos es la única que conoce. No es cuestión de abandonar, ni rechazar dicha lengua. Como nuestra la tenemos y orgullosos estamos de ella.

La ocupación económica hoy día de los habitantes del valle es la agricultura, los pueblos desde finales del siglo XIX han ido despoblándose, especialmente en las décadas 1940 y 1950. Es triste constatarlo, pero estos pueblos se están quedando sin población. Veamos los habitantes que había en estos pueblos en 1900 y los que hay hoy. Mendaza 894 (301), Mirafuentes 203 (56), Mues 374 (82), Nazar 237 (43), Piedramillera 362 (37), Sorlada 253 (52), Otiñano (14).  Entre todos los pueblos no llegan a mil, cuando en 1900 pasaban de 2.500 y en 1940 llegaban a 3.000.

Esta es la población que vive todo el año, la que está empadronada en los pueblos. Otra cosa muy distinta es la población que acude a ellos. Al ser pueblos que especialmente en los años 40-50 del siglo XX familias enteras salieron para las zonas industriales, son muchos los que siguen manteniendo las casas abiertas y acuden muchos fines de semana y especialmente en vacaciones.

La cuestión es que estas últimas décadas somos muchos los que creemos que en esta zona navarra  nuestros antepasados conocían el euskera y les fue arrebatado de una forma violenta, algo deberíamos hacer para que poco a poco se vaya recuperando, o que por lo menos se reconozca lo que un día fueron.

Está claro que sin hacer nada, las cosas seguirán como están o peor. Tampoco queremos cambiar la situación de un día para otro. No ocurrirá lo que ocurrió hace siglos, el castellano seguirá empleándose, nadie tendrá problemas para relacionarse con sus familiares, ni vecinos. Tan sólo se quiere apoyar al euskera para que poco a poco se vaya recuperando, con el fin de que se reconozca que en una época fue el idioma de esta zona, aunque ahora en el siglo XXI el castellano es el prioritario y el único que conocen los vecinos de la zona. Todavía recuerdo como Manolo Ibarrola me dijo una vez, hablando sobre estos temas, tienes razón pero nosotros ya no podemos cambiar, nosotros nunca podremos aprender el vasco. Tenía toda la razón, las personas mayores nada tienen que cambiar si no quieren,  a ellas nada se les pide… simplemente es para las nuevas generaciones.

Nadie sufrirá por recuperar el euskera, a nadie se le obligará a aprender euskera y mucho menos a nadie se le prohibirá emplear el castellano. Tan solo se facilitaría el uso a aquellos que lo deseen emplear…

A pesar de que los vecinos de estos pueblos no conocen el euskera, debido a que la pobalcion que está los fines de semana, los que en un día emigraron a trabajar, sus hijos y nietos, en su mayoría  sí que conocen el euskera, con lo que estos pueblos son especiales, y existe un sentimiento  a favor del euskera, una actitud positiva a todo lo que suene a recuperar nuestra lengua.

Todavía en estos pueblos la huella del euskera es evidente.

1. Los APELLIDOS. Los apellidos son un elemento muy válido para conocer los orígenes de la población, pues es de las pocas cosas que menos se altera con el cambio de idioma. En Nazar la mayor parte de los apellidos que se conservan en el pueblo son euskaldunes: Acha, Fernandez, Zudaire, Montoya, Landa, Perez de Pipaon, Gomez de Segura, Delegardon, Ibarrola, Carlos, Lander, Bujanda, Morras, Ortigosa, Lacalle, Echeverria, Albeniz, Luzuriaga, Aranaz, Ule… Sin embargo, los apellidos de Nazar también han sufrido influecias, sabemos de dos apellidos compuestos, que debido a que no cabían en el papel a la hora de firmar o por la moda de algún secretario, notario en el siglo XX, por moda o comodidad dos apellidos compuestos del pueblo Alvarez de EULATE, y Perez de MENDIOLA, se convirtieron de la mañana a la noche en ALVAREZ Y PEREZ. Familiares directos en otros lugares mantienen los apellidos compuestos.  Si esto ha ocurrido en el siglo XX, es más que probable que otros apellidos como Fernandez, Gonzalez, Sanchez, Martinez, Garcia… les haya ocurrido lo mismo y hayan perdido la parte compuesta en euskera. Estoy casi seguro que los apellidos bastante comunes de CARLOS Y REMIREZ en su día se trataba de apellidos compuestos que han perdido la segunda parte.

 

2.  Los TOPONIMOS. La mayor parte de los topónimos que nos han llegado a nosotros son castellanos. Aunque como es lógico se conservan todavía euskaldunes, pero en este caso el idioma si que ha tenido gran influencia en el nombre de los términos

Es curioso como no hace muchos años consultando un testamento de 1969 me encontré con un término que nadie conocía en el pueblo. Se trata del camino de Oyagazu. Tan solo aparece en los papeles. Se trata del camino que va del terreno de cultivo de Herrerias hacia mataverde. Oyagazu está completamente olvidado en el pueblo, nadie lo ha oido, no sabemos desde cuando se habrá perdido. Pero lo que está claro es que se ha perdido. Algo muy semejante ocurre con una finca cultivada al lado del cementerio, que por lo menos para nuestra familia era conocida como Luzuriaga, una finca con un montículo en medio de tierras blanquecinas. El caso es que este terreno hoy ya nadie en el pueblo lo conoce como Luzuriaga,  este nombre también se ha perdido y esto ha ocurrido en estas últimas décadas.

Si esto está ocurriendo en estos momentos en los que existe una cierta concienciación a favor de los términos en euskera, y que más que menos alguno puede explicar de dónde viene y qué es lo que significa, que es lo que no ocurriría en siglos anteriores… Todo aquello que no se entendía desaparecía, unas veces castellanizando el nombre tanto que parecía otro completamente distinto, y otras la mayor parte de ellas se cambiaba por otro en castellano que tenía sentido para los vecinos.

Otra anécdota bonita es el topónimo de Valderrota, que este si que ha llegado a nuestros días, pero que curiosamente habrá llegado porque en castellano también tiene un sonido y un significado comprensible Valderrota, pero que muy pocos de los que lo emplean habitualmente sabrán que es un término euskerico y que en realidad quiere decir “el molino del valle” y que nada tiene que ver con roto. Lo mismo nos ha ocurrido con los apellidos que por muy vascos que sean como se han oido desde siempre no resultan extraños, pero que muy pocos se han parado a pensar que no son apellidos castellanos sino euskericos (Acha, Ibarrola, Landa, Lander, Luzuriaga, Echeverria, Bujanda…) y que tienen un significado en castellano.

 

3 Las PALABRAS COMUNES. He recogido unas cuantas palabras euskéricas que se siguen usando. Es una pena no haber realizado esta labor en el siglo XVIII, XIX. Estoy convencido que se han perdido una gran cantidad de ellas, pero estamos contentos pues todavía son cientos las que siguen en nuestro vocabulario.

 

Teniendo en cuenta todos estos antecedentes nos parece apropiado hacer algo para corregir aquello que se hizo hace siglos, y que se ha venido haciendo sin pensar durante los siglos siguientes. Repito no es revanchismo, no planteamos olvidar y renegar del castellano y volver a convertir esta zona solamente en euskaldun, no. Eso es inviable en el siglo XXI, y tampoco nos aportaría nada. Somos positivos, y conocer sin dificultad dos lenguas, y usarlas sería favorable para nuestros hijos. Hablamos de recuperar poco a poco el idioma vasco sin litigios y con naturalidad.

Ahora está muy de moda recurrir a la tradición, a la costumbre, a lo antiguo, pero hay muchas personas que para ellos “antiguo, tradición” es lo que vivieron sus abuelos. Creo que me he esforzado en contestualizar la situación que ha vivido el valle. Los tiempos cambian, nuestros abuelos, nuestros antepasados bastante hicieron con transmitirnos los terrenos, los montes, las palabras… tal como ellos los vivieron…

La globalización ha hecho estragos en lo que al lenguaje y la pérdida de palabras se refiere, el 98% de las palabras más comunes y las más arraigadas que tenían relación con las actividades de nuestros antepasados del siglo XIX y principios del siglo XX han desaparecido, justo aquellas palabras, dichos, costumbres que tenían su origen en la Edad Media… todo aquello que todavía guardaba relación con el euskera ha dejado de tener vigencia…

Es por ello que reivindicamos una mirada al pasado, una mirada primero a aquel pasado en el que el euskera era la lengua natural de nuestros antepasados y segundo un reconocimiento si no puede ser una recuperación de todo aquello vivido por nuestros abuelos y que tenía una relación directa con las generaciones anteriores euskaldunes.

En definitiva no pedimos más que una mirada inteligente al futuro basada en el pasado. Hace unos meses en Los Arcos hubo un interesante debate sobre como denominar a una calle de la población. Parece que la mayoría estaba de acuerdo en denominar a la calle CHORROTA, un término que había llegado de las generaciones anteriores. Seguramente este nombre no tenía detractores, a todos les venía bien, a los castellanos porque venía de antiguo, y seguramente muy pocos se percataron de que es una palabra euskerica. El problema llegó al decidir la grafía, sin duda debería ser TXORROTA. Los que se fijaron en cómo estaba escrito cuando ellos lo conocieron y cuando sus abuelos lo conocieron argumentaron, no sin razón, que toda la vida la habían visto escrita CHORROTA. Si nos remitimos a lo que hemos visto, y a lo que parece tradición no solo en la zona que se habla castellano de Navarra sino también en cualquier pueblo navarro de habla vasca la tradición de los últimos cien años es todo en grafía castellana, la vasca no existia.  Siguiendo esta norma que parece tan lógica y democrática, si no somos capaces de reflexionar estaremos haciendo un flaco favor al euskera. ¿Qué es tradición? ¿Los últimos cien años? ¿Los últimos 50 años? ¿Los últimos 200 años?

No es un tema sencillo, como nada es sencillo en esta vida. Todo es cuestión de ideología y de ver que es lo que interesa conseguir y conservar. En la zona euskaldun no han tenido problemas y a pesar de que la tradición era usar la grafia castellana a nadie se le ocurre seguir esas pautas.

La historia está ahí, los navarros del siglo XIX eran bastante más conscientes que los navarros del siglo XXI de que las características y las peculiaridades propias de los navarros iban desapareciendo y estaban en peligro. El franquismo y la transición han sido épocas poco apropiadas para la recuperación de estos valores, especialmente en la zona que nos ha tocado vivir, valle de la Berrueza.

¿No estamos usando la tradición, la costumbre para perdurar la preponderancia y la primacía del castellano? Ha llegado la hora de dar la vuelta a la tortilla y si de verdad queremos que el euskera de una manera u otra no pase a mejor vida debemos hacer algo para que las siguientes generaciones se encuentren con el camino abierto, y no sigamos perdurando la primacía del castellano y la muerte del euskera invocando la costumbre y la tradición.

Comprendo que lo expuesto hasta ahora para algunos  vecinos que nunca se han  planteado que el euskera es algo propio del pueblo, que no hayan reflexionado que es lo que ocurrió siglos anteriores todo esto les suene lejano… Sin embargo, no estamos hablando de recuperar costumbres, hábitos… de traducir términos de culturas lejanas, sino de nuestra propia cultura, como me he esforzado en aclarar en apellidos, topónimos y términos comunes de nuestra habla, y lo que corrobora fehacientemente la historia navarra y los testimonios escritos de los archivos navarros.

Gerardo Luzuriaga