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10/11/2021

Resumen

Copio unos pasajes del libro BERROTZA/LA BERRUEZA. Una mirada peculiar al valle.

 

1) ACHUNAR. Cuando alguien tenía pereza y no se quería levantar de la cama. Se le amanezaba con que se le iba a achunar.

En euskera a las ortigas se le denomina ASUNAK. Es curioso como en el valle ha quedado esta frase de achunar que no era otra cosa que frotar con las ortigas (asunas en euskera) al perezoso.

(Página 15).

 

2) ADELANTOS. Todos los adelantos tienen algo bueno. Es preciso usarlos y no quedarse atrás. No sea que alguno piense que trasladarse en burro es más rentable que en coche. Hoy hasta las persianas de la casa... se pueden poner en marcha desde cientos de kilómetros solo con pulsar una tecla.

Cada día nos volvemos un poco más robots; es por ello que creo que es preciso mantener un equilibrio y no cerrarnos al futuro, sabiendo discernir entre lo necesario de lo superfluo y extravagante...

Los que hemos visto segar los orillos de las piezas a mano... estamos capacitados para hablar del progreso... Lo que cuatrocientos hombres no eran capaces de mover, con azadones y palas lo hace una excavadora en un santiamén...

Pero algo no funciona bien, y en algo nos estamos equivocando. ¿Cómo en una civilización tan avanzada el paro puede ser tan grande?... ¿Cómo es que todavía tenemos que estar trabajando 8, 10 y 12 horas al día? ¿Y hasta los 67 años? POR NO HABLAR DEL CONSUMISMO que en unos años acabará con el planeta.

(Página 15-16)

 

 

 

3) AGUA. La Mancomunidad de Montejurra extrae el agua del Ega sin tener concedidos los permisos… El proyecto de la Mancomunidad de Montejurra implica aumentar las extracciones de agua del acuífero Alboron… Los documentos en los que se basa el proyecto dice lo contrario de lo que se está haciendo.

Los pueblos que baña el Ega y los de la Berrotza estamos preocupados con las perforaciones intensivas de los pozos de Mendaza. Los manantiales se van agotando… El estudio de Ane Zabaleta e Iñaki Antigüedad concluyó que los niveles de los pozos de Mendaza… desde el 2005 a 2012 reflejan disminución de los niveles freáticos. Se está forzando su explotación…  (página 17)

 

4) ALHORIN. Espacio cercado por un muro de unos 60 cm de altura, donde se guardaba la simiente para sembrar al año siguiente y el grano para la molienda. Esta palabra puede tener origen árabe,  el castellano tiene más de 4.000 términos del árabe. Pero también podría proceder del euskera. Alea (grano) erein (sembrar). (Página 18)

5) ALIMENTACIÓN. La carne no era muy abundante, un cerdo por casa, y eran casas donde habitaban de diez a trece personas, no se conocía mal de gota, ni colesterol. Algún conejo, gallinas y en algunas casas, en pocas, palomas. La caza era imprescindible para contar con algo más de carne. El pescado en muy pocas casas era habitual, quitando el bacalao seco, madrillas y potas, el resto no abundaba. El pan y los huevos era el alimento básico. En la mayoría de las casas, hasta hace tres días se cenaba una noche sí y otra también sopa de ajos y huevos. (Páginas 18-19)

 

6) ANIMALES. Cada día es más difícil ver una babuta por los alrededores… Hasta los gorriones escasean. ¿Dónde han ido a parar las paniquesillas? Tan habituales en otra época. ¡Qué decir de los gardachos, los tasugos, las sanguijuelas, los zarrapos, los tritones, y tantos y tantos pajarillos! Han sido los herbicidas los que han acabado con ellos. Ni qué decir mariposas que aparecían al atardecer, tan grandes como las manos de los labradores. Qué vamos a hacer, todavía nos quedan los caracoles, los limacos, las gitanas, las caracolillas amarillas,  y las luciérnagas…

(Página 24-25)

 

7) ÁRBOLES. Encinas que han resistido tormentas. Ocho majestuosas encinas se conservan en el campo de fútbol de Nazar. Primero fue el incendio, luego la nevada de 2013. Han resistido tormentas, relámpagos, rayos y truenos. A una de ellas, anteriormente ya le había caído un rayo que la calcino por dentro. Esta nevada la ha tronchado por la mitad. Una pérdida irreparable.

Árboles, arbustos, chaparros y charas, de todo hay. Singular es la encina de los Pinotes, vigía y cuidadora del pueblo, las raíces se hunden en las rocas, el tronco inclinado hacia el precipicio, las ramas balanceadas por el aire la hacen especial. La vista del valle desde este lugar es inigualable.

El encino del Herrero, el roble de Juan Ortiz,  son árboles con nombre propio. Sin embargo, existen cientos anónimos, elegantes, manantial de recuerdos personales y colectivos de esta generación, de las precedentes.

Hubo un tiempo, no lejano, pues yo lo he conocido qué en muchas piezas, en casi todas había un árbol frondoso, majestuoso, grandioso, señorial, solemne, abrigo de los campesinos y de los animales por igual. Desaparecieron con la concentración parcelaria y con ellos se fueron sus incontables historias, testigos mudos de los aconteceres de siglos pasados. Familias almorzando, sesteando, ganados amodorrados…

(Página 32)

 

8) AUTOABASTECIMIENTO. Hubo una época en que la mayor parte de los productos se producían en los propios pueblos. No faltaba lo imprescindible, es decir de nada. Todos los oficios estaban representados:  herreros, cesteros, zapateros…

Se cocían las piedras de yeso, con las ollagas del monte para sacar la cal;  se elaboraba el jabón con los aceites y grasas sobrantes, los vencejos se cortaban en los ribazos, para la época de la cosecha, con los que se ataba la mies. Se hacían cestas con las mimbres que crecían en las zonas húmedas, se recogían encinas para el engorde de los cerdos.

Casi todas las casas conservaban los hornos para hacer el pan, y los lagares donde se pisaba la uva.

(Página 36)

 

9) BASURA. Cada familia tiraba la basura cerca de la casa, lugar elegido por las gallinas para picotear. La mayoría de las veces se aprovechaba una esquina del cemoral para echar los desperdicios, nada comparado con la cantidad de desechos que producimos hoy. En un solo día acumulamos más basura que en dos años de entonces. Lo único que se tiraba eran algunos botes de conserva, chirlas, y alguna cáscara de plátano o naranja. El resto de las sobras o desperdicios se echaban a los perros, a los cerdos y a las gallinas.

Ni un solo papel, ni un solo plástico. Eran otros tiempos y no hace tantos años.

(Página 39)

 

10) CAMBIO CLIMÁTICO. La ONU ha declarado que la situación climática es grave. Si se sigue con este índice de CO2 las consecuencias serán irreparables. Los ciudadanos vamos concienciándonos de dicho problema, ya somos muy pocos los que no cumplimos con lo dictado. Pero por desgracia mantener la salud del planeta no radica (aunque también es importante e imprescindible) en lo que hagamos los ciudadanos.

Los intereses económicos imponen sus reglas.  Las grandes industrias estropean un 95% y luego invierten un 5% para lavarse la cara, con lo que para muchos son los defensores del planeta.

La situación es preocupante, es preciso cambiar de modela, un cambio de actitud para reducir los consumos, reduciendo los reciclajes. La solución.  por tanto, está en la economía y en la política y para ello los dirigentes políticos y económicos son los que tienen que tomar cartas en el asunto. Es decir,  es preciso cambiar de modelo económico o no hay solución.

¿A dónde vamos si seguimos creando incineradoras, si no se pone remedio para reducir las emisiones de CO2?

(Pag. 48)

 

11) CARDELINAS. Paso las horas contemplando desde la ventana el huerto sin cultivar, repleto de zarzas, hierbas, plantas y flores de todos los tipos, donde los cardos de casi dos metros sobresalen sobre el resto de las plantas, cardos ya maduros de color blanco, a punto de dejar libres los abuelos que inundarán el pueblo los días secos en que corre un poco el aire, llevándolas de un lugar hacia otro, dejando las semillas en los lugares apropiados, para que el año que viene crezcan de nuevo.

De cuando en cuando, cada cinco, diez minutos aparecen cinco, siete y hasta diez cardelinas que se posan suavemente encima de las flores, y picoteando tratan de librar las semillas con que alimentarse.

Pajarillos de colores vistosos y llamativos. Pico blanco, cocorota negra, alrededor de los ojos y en la papada es el rojo chillón el que predomina sobre el resto de colores, pecho y parte de la cara blanco, espalda marrón y cola y extremos de las alas negro, las alas son de color amarillo vivo, lo cual especialmente en el vuelo, lo hace uno de los pájaros más vistosos del verano.

Esto ocurre un bonito domingo de junio, justo en que los nazarenos y nazarenas llevan La Virgen de Loreto de la ermita a la iglesia. En este caso sin cura, pero unas 18 personas acompañan a la imagen, cuatro llevan la imagen, una el estandarte, y el resto canta las canciones de toda la vida. Los niños van por delante, cosa bastante inusual.

(Pag. 52)

 

12)  CICATRICES. Las personas somos reflejo de nuestras cicatrices, y no hablo más que de las cicatrices físicas.  Los que hemos vivido en el pueblo, en contacto con los animales y con los instrumentos de labranza, (hoces de sierra, gallegas, azadones, azadillas, hachas, sierras, trillos, brabanes,  narrias, gradas, carros… ) pocos somos los que no tenemos una u otra cicatriz.

 Las cicatrices son la historia de nuestras vidas. A pesar de las zoquetas, una especie de guante de madera que protegía la mano izquierda de la hoz, pocos son los labradores que no tenemos una cicatriz en la mano.

(Pag.  56)

 

 

13) CLARIÓN. Cuando fuimos a la ciudad el clarión se convirtió en tiza. Conforme desapareció la escuela, la pizarra, la maestra, hasta los alumnos… la palabra clarión ha caído en desgracia. Lo mismo le ocurrió a las pequeñas pizarras que todos los niños y niñas teníamos para hacer las cuentas.

(Pag. 59)

 

14) EMIGRANTES. Tierra de emigrantes. Las casas pudientes y no pudientes han mantenido las tierras y las propiedades íntegras, gracias a que toda la hacienda se quedaba para un solo hijo. Los segundones de las casas, es decir el resto de hermanos debían buscarse la vida en otros lugares; por todos es conocida la frase de hacer las américas.

(Pag. 77)

 

15) FAUNA. Los pueblos cada vez son más tranquilos por lo que no es difícil salir al campo y encontrarse con corzos, culebras, alguna víbora, o alguna bandada de perdices,  jabalíes… Aunque ya no son tan habituales las luciérnagas, aquí llamadas grillos, zarrapos, babutas, bubarros, mariposas, y hasta los gorriones han disminuido.

Dando un paseo por el monte me he encontrado con un animalillo de ojos vivos, pequeños, redondos, y orejas puntiagudas. El animal estaba tranquilo, le ha costado reaccionar, por lo que me ha dado tiempo a observarlo con detenimiento. Me ha llamado la atención la cola enorme y ancha. Me ha parecido que tenía rayas negras y blancas, al igual que la cola. Nunca había visto ninguno, sí gatos monteses, raposos, tasugos, jabalíes, paniquesillas… Un animal vistoso, aunque como dice Peio, para los que tenían gallinas no era un animal tan bonito. Parece ser que era una gineta.

(Pag. 89)

 

16) FORASTEROS. Los pueblos ya no son lo que eran, en la mayoría de ellos han desaparecido los animales, ya no revolotean las moscas, el cemento se ha impuesto a la hierba,  a las zarzas, al barro y a los pedregales. Pero no nos engañemos siguen siendo pueblos, y las personas que viven en ellos siguen manteniendo las características aprendidas de los mayores.

Los forasteros pecamos o de ver la realidad con excesivo realismo o por que lo vemos con excesiva utopía. Los que viven en los pueblos están acostumbrados a la vida cotidiana, y no les hace falta nada. En definitiva,  cada uno nos acostumbramos a vivir en nuestro ambiente.

Los de capital que pisan por primera vez un pueblo, es difícil que se enteren, ya que o bien ven el campo como algo idílico, o como algo duro e inhumano. Aunque nunca lo admitirán esta es la triste realidad.

(Pag. 92)

 

17) LA FRESCA.  Hace un noche plácida, serena, no corre ni pizca de aire, los perros se encuentran tumbados, ajenos al mundo. Oscuridad en el firmamento, con cientos de estrellas, el resto silencio, serenidad rota por los gritos lejanos de un grupo de niños jugueteando y el canto repetitivo, agudo y lejano de los grillos, varias luces aisladas de las luciérnagas.

Noche de verano a la fresca, toda la familia sentada en el poyato o tumbados en el suelo. No son muchas las noches que se pueste estar apaciblemente, pues en cuanto sale un poco el aire nos mete para casa.

(Pag. 94)

 

18) EL FUEGO.  Sábado, una de la noche, sin prisa, junto al fuego con un libro, una copa y un puro. Momentos de nostalgia junto al fuego que me traen recuerdos de aquellos fogones de chimenea ancha, negra, cocina oscura, interior, lugar de tertulias que no recuerdo muy bien, abrasados por delante, enfriados por detrás.

(Pag. 96)

 

19) GAVIONES. ¿Puede haber algo mejor que estar un 24 de junio de 2009 a las 2 y 10 bajo la sombra de un nogal?

Con un sol radiante, sentado cómodamente en una silla, medio dormido, bajo los rayos del sol difuminados por las espesas ramas, con un libro en las manos, cerrado y medio caído.

De vez en cuando me despiertan las rápidas carreras de vencejos en celo, o el revoloteo de las moscas o algún que otro abejorro, y todo ello con el canto lejano de diversos pájaros, que de nuevo me ayudan a adormecerme. El aire fresco del viento me acaricia la piel de la cara. Seguramente existirán otros placeres, pero hoy me contento con el lujo de ver pasar el tiempo, contemplando el vuelo de los gaviones.

(Pag. 102)

 

20) INCINERADORAS. Cada vez producimos más basura. Las plantas para quemar residuos no es la solución. Es cómodo, pero los problemas climáticos y de salud que acarrea son considerables. Los cánceres aumentan en proporción directa con las partículas invisibles que desprende la incineración de los residuos, con lo que se contamina la atmósfera. Estas partículas se trasladan a cientos de kilómetros.

Una parte de la sociedad vasca, ante esta situación, ha apostado por el puerta a puerta, que es la medida que más recicla. La medida ha sido bien acogida en general.

La incineración la defienden empresarios, capitalistas adinerados. Uno de los grupos políticos que más fuerza ha puesto en su apoyo y defensa es el PNV. Triste noticia. Pues la solución no está en enterrar la basura, y mucho menos en quemarla.

(Pag. 113)

 

21) LUGARES COMUNES. Años a tu lado sin apreciaros, lo cotidiano y cercano se vuelve normal y anodino. Tuvimos que ausentarnos para apreciar tu ausencia, y nos llegó el vacío que dejaron estos lugares comunes. Calles embarradas y pedregosas, cárcel convertida en escuela, el árbol naciendo en la roca, el agua fresca de la fuente. Lugares corrientes, sin nombres, caminos, pajares, peñas, rocas al lado del camino. No has cambiado, eres como el amigo viejo olvidado que es reencontrado.

(Pag. 140)

 

22) NOSTALGIA. Pueblo, casa, iglesia, eras, piedras, hierbas, zarzas, caracoles, árboles, flores, moscas, ciemo, polvo… sensación de tener toda la vida del mundo y a la vez… miedos, sombras, oscuridad, religión, infierno, pecado, respeto y temor a los mayores, al cura, a la maestra…

(Pag. 168)

 

23) VUELTA. Una mañana de mayo, cogí la maleta de rayas y me fui para la ciudad. Llevo décadas sin volver al pueblo; por un lado tengo ganas de volver a ver a los que un día fueron mis vecinos, con los que viví gran parte de mis mejores momentos, contemplar de nuevo las peñas, los montes, los árboles, terrenos que en su día fueron tan cercanos y familiares. Las calles, las casas, los huertos…

Pero por otro lado, siento un cierto nerviosismo.  Décadas después vuelvo,  ando un cuarto de hora recorriendo las  calles, y los alrededores. Me detengo enfrente de la casa de la muchacha por la que me hubiese gustado quedarme en el pueblo. Me encuentro con varias puertas y hasta las ventanas cerradas, la de esa casa, y la de muchas más. Los balcones vacíos, sin tiestos, ni flores, los canalones rotos.

Nada del paisaje ha cambiado;  pero todo ha cambiado. Los perros no ladran, ni se acercan ya no existen. Del protagonista que fui, paso a ser un forastero, un desconocido. Las calles, las casas no me parecen las mismas; sí sin embargo, los montes, las peñas, los árboles y los alrededores.

(Pag. 249)