Cuando hablamos de apoyar a los pueblos rurales, todo el mundo está de acuerdo. A la hora de la realidad, sin embargo, las trabas administrativas, la costumbre y la burocracia está en contra.
Os voy a contar un claro ejemplo. El año pasado de 2020 la Plataforma GARDATXO de Nazar pidió una ayuda para las asociaciones que publican sin ánimo de lucro. El papeleo no fue sencillo, tampoco complicado, lo que ocurría es que la Asociación no tenía sacado el CIF. Tuvimos que acudir a Pamplona en varias ocasiones. La plataforma presentó la publicación de Gerardo Luzuriaga Berrotza / La Berrueza. Una mirada peculiar al valle.
El personal técnico del Departamento de Cultura, ya nos dijo que no veía fácil que una asociación de un pueblito recibiese tal ayuda. Hicimos la solicitud sin muchas esperanzas. Y efectivamente el Tribunal dejó sin ayuda a la Plataforma Gardatxo. Se necesitaba conseguir 35 puntos de 70. Se valoraba que la publicación tuviese relación con Navarra, el tratamiento de género, el euskera, el curriculum del autor...
El Tribunal decidió dejar fuera a esta Asociación, no llegó a los 35 puntos necesarios por 40 décimas. Hicimos las oportunas alegaciones, especialmente argumentando que el tema de género estaba muy poco valorado, al igual que el curriculum del autor. En lo del euskera no teníamos mucho que decir, pues la publicación está en castellano; pero si se hubiese querido también se podría haber valorado el estudio hecho sobre los nombres de los pueblos del valle, y la recopilación de decenas de palabras provenientes del euskera.
Se nos respondió con cinco folios de argumentos por lo que se mantuvieron en su valoración, y en consecuencia, no se nos dio la ayuda por las 40 décimas.
La Administración le ha salido mucho más caro, reunir de nuevo al Tribunal, responder a las alegaciones que haber concedido la citada ayuda.
La respuesta de la resolución a nuestras alegaciones dicen que fue hecha por correo electrónico, cosa que la pongo muy en duda, pues en el ordenador en ningún momento quedó registrada, ni llegó a nosotros.
El caso es que la ayuda tampoco era cosa del otro mundo 1.500 euros, que a la Asociación nos hubiese venido a las mil maravillas, para poder haber iniciado otras iniciativas en un pueblo de 50 habitantes, donde hay cientos de cosas por hacer, y que estamos muy bajos de presupuesto para actividades culturales.
Se les llena la boca de buenas palabras, pero a la hora de actuar, no es fácil pasar todas las trabas administrativas. El mundo rural sigue abandonado.