09/10/2005
Uribe
Fin del II capítulo. 16 Segunda carta a mi amigo Mauricio UribeHola Uribe Parece que fue ayer cuando regresé, pero ya llevo un año y medio por estas tierras. Ayer me di una vuelta por Otiñano, el pueblo en el que llevó acabo sus andanzas el brujo de Bargota. El que según dice la leyenda convirtió al cura de Otiñano en un peñasco puntiagudo con forma de obispo, los leñadores todavía dicen que lo ven vagando entre los peñascos en los días fríos y nubosos de invierno. Amigo Uribe los tiempos han cambiado, en estos pueblos que hace unos años no se conocían más que los brabanes, las layas y las hachas hoy no se ven más que tractores y cosechadoras. Los cerdos sueltos, las gallinas y los pollos picoteando de un lado para otro han pasado a la historia. No quedan más que dos caballos y alguna vaca que otra para leche. Todas las semanas me doy un paseo hasta Mirafuentes, normalmente aprovecho para mantener largas conversaciones con el secretario del pueblo, Pablo Antoñana. Hace dos semanas te envié su última novela. Espero que sea de tu gusto, a mí me ha traído muy buenos recuerdos. Volviendo de nuevo a mi pueblo, sólo una familia sigue trillando a la vieja usanza, y sólo cuando siembran habas en un terreno que no puede entrar la maquinaria. Es todo un acontecimiento presenciar como limpian la era, como la allanan, segando la hierba, rellenando los huecos, quitando los pequeños montículos con los azadones, para pasar al final la escoba, dejando la era más limpia que la patena. Sólo es un día y no todos los años; pero no te puedes imaginar la ilusión que me ha hecho ver extender la parva, ver las caballerías dar vueltas y vueltas con los niños del pueblo montados en el trillo. No creo que les salga muy rentable en los tiempos que estamos, sembrar y segar a mano, sacar los haces al hombro hasta el camino, trillar; tampoco creo que esta familia siga haciendo todo lo anterior por devoción, ya sabes que en el campo manda el dinero. Camarada Mauricio, aunque los primeros días parece que todo es nuevo, que hemos venido a otra tierra, en definitiva no ha cambiado nada. Siguen vivas las costumbres de siempre. |
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