03/11/2005
Las mujeres (I): Nuestras abuelas / Amamak
Las olvidadas. Si tuviera que definir de alguna manera a las mujeres de La Berrueza, con este adjetivo las definiría: las olvidadas. Se hablan, se cuentan mil aventuras de los hombres de La Berrueza. Cada pueblo tiene mil anécdotas de otros tantos personajes. Los partidos de pelota, las juergas en las tabernas y en las bodegas, las hazañas del bayo... por poner algún ejemplo. ¡Qué pocas veces de las mujeres, y cuando se habla es para mal! Pero las verdaderas artífices, las verdaderas protagonistas de nuestro valle han sido las mujeres. Siempre he pensado que ha tenido que ser duro ser mujer en estos pueblos. Soy de aquí, tengo madre y hermanas, y sé que para ellas es lo normal. Así se han criado, así lo han visto toda la vida, y así lo entienden. Es más, parece que ellas no necesitan nada más, ya que siguen viniendo al pueblo y disfrutan tanto o más que los hermanos. ¡Pero cuántas veces me he dicho a mí mismo la suerte que hemos tenido los hombres por haber nacido hombres! Mujeres sin vida social. Justo salían de casa los días de fiesta y a misa, y al rosario. En la iglesia también eran consideradas de segundo grado, mientras los hombres se quedaban en el pórtico y las paletejas hablando de sus cosas antes y después de la misa, las mujeres entraban religiosamente a sentarse en los bancos de la iglesia. ¡Con el frío que hacía en invierno! En las procesiones siempre en la cola, detrás de los hombres y del cura. Y este era el único momento en que salían de casa para relacionarse con el resto del pueblo. Las mujeres han sacado las familias adelante. Economistas sin estudios, y sin medios. Me río yo de los economistas y gerentes de las empresas de Fagor, de Agni o de la Mercedes. Trabajadoras en el campo, en la casa, en la cuadra... No tenía que ser fácil administrar los alimentos para todo el año, en la mayoría de las casas el cerdo y las gallinas... y eso para todo el año. Nada que comparar con los ecónomos de los conventos de curas y monjas. Nuestras abuelas y nuestras madres si que han tenido valor... Repartir los pocos alimentos para muchos y que pareciese que había en abundancia. La mayoría de las casas han sido gobernadas por estas mujeres inteligentes y a la vez sumisas. Bueno todo esto y mucho más... Ya que yo no he conocido ni la mitad de la mitad. No he conocido, ni tampoco me lo habían contado que las mujeres recién paridas no pudiesen salir de casa sin permiso eclesiástico. Es decir que tenían que pasar la cuarentena antes de salir de casa. Siendo la señal el primer día que acudían a misa una vez pasados los meses de rigor. ¿Me pregunto, si esta limitación, que a mí más me parece un castigo de la iglesia, también era tomada por las propias mujeres como un honor y no como un castigo? Las mujeres han tenido que soportar doble carga, ya que para la iglesia, que en otros tiempos era lo mismo que la sociedad todo lo relacionado con la sangre de la mujer era sinónimo de sucio, falta, pecado y mancha. Recuerdo a Severiana, que según tengo oído iba de casa en casa ayudando a las mujeres a dar a luz. A Gregoria, siempre cuidando a Bego y Javi, dos mocetillos pequeños, todo el día alredor de su abuela, a Josefina, de conversación amena, a Felisa y a su madre, creo que se llamaba Aniceta, que veía hombres en el granero, se pasaba las horas hablando con ellos. A Conce, de baja estatura, pero de un genio endemoniado, no podía soportar que los niños nos acercásemos al pozo cuando las mujeres estaban lavando, a su hermana Paca, Paquita para nosotros, soltera, de una gran religiosidad, su frase preferida era por Dios, por Dios... A los niños y no tan niños cuando íbamos a su casa nos hacía rezar el padrenuestro y nos daba unas galletas marías revenidas, Aparición, Patro y su hija Lucía, Modesta, escobera, de baja estatura, de mucho nervio, a Mere, vestida de negro, a Empera, mujer educada y agradable, a Julia, a Gregoria a la que justo conocí, a Maria Jesús. En las casas caidas quiero acordarme de dos mujeres mayores, vestidad de negron no recuerdo para nada sus nombres. Al lado de la escuela vieja Antonina, creo que así se llamaba, lo que si que sé es que era la abuela de Tere de mi edad, a Pilar, la recuerdo más por los viajes que hacía al hospital que por los días que pasaba en Nazar, pero la recuerdo muy bien. A Teófila y su madre, la caststellana, esta es a la primera persona que me acuerdo que le llevaron el Viático, con campanilla y todo. A Conce y Leona que aunque fuesen de Nazar, las recuerdo como veraneantes del barrio de arriba, Resurre y Engracia. De Resurre, la maestra, podría escribir un libro, de su hermana Engracia, recuerdo un viaje que hice a Zirauki a hablar con ella, creo que ya en aquella ocasión tenía un poco perdida la cabeza, al final vino a vivir a Nazar. Me habré dejado alguna, no he citado más que las que conocí en la juventud, aunque los recuerdos se mezclan y es fácil mezclar épocas y nombres... Estas y las que han vivido después han sido las verdaderas protagonistas del pueblo, bastante más calladas, y hasta trabajadoras, me atrevería a decir que los hombres. De todas maneras, ¡Cuántas y cuántas mujeres salieron del pueblo!, para perderse en la jungla de las ciudades, en el anonimato, pues para eso el pueblo es muy desagradecido, no se tiene para nada en cuenta a los que se fueron y vuelven como forasteros alguna vez que otra. Las hermanas y jermanos de mi padre, y las hermanas y hermanos de los demás del pueblo. Aquellos/as que venían de pascuas a ramos al pueblo, a pesar de ser tan nazarenos/as como mi padre, y los demás que viven de continuo. Para nadie del pueblo han sido nazarenos/as, a pesar de haber dado sus mejores años de su vida entre ellos... He leido el libro "tierra de estrellas" de Ana Diez de Uré y Paco Roda, ¡Qué sorpresa! al encontrarme con que aparece citada Celedonia Yániz. Dice así: nació en el seno de una familia de labradores de Nazar... la guerra carlista... arruinó la casa de sus padres...Vivió en el siglo XX en Estella. Y como ésta existirán desperdigadas por toda la geografía vasca, sin que las hayamos conocido... De los que se fueron muy poco se ha hablado en el pueblo. Ikazkina |
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