24/05/2006
Cipriana
GRACIAS
Mucho no puedo deciros,
la emoción borra palabras,
mas de mi corazón sale
el deciros muchas gracias.
Hoy en mi pueblo de Azuelo
me siento tan acogida,
donde nací yo quisiera
estar aquí mientras viva.
Siempre me he preocupado
por mi pueblo y por la iglesia
y todos habéis querido
que esté aquí en preferencia.
Un homenaje en tu pueblo,
la verdad, que se agradece,
las lágrimas se desbordan
y el corazón se estremece.
Este día tan hermoso
recordaré mientras viva,
no quiero ser más que nadie
por haber sido elegida.
De las mujeres de Azuelo
sólo me siento una más,
que todas somos iguales,
la cosa es participar.
Lo que yo hago en el Monasterio
de mis padres lo aprendí,
pues digo con alegría:
casi en la iglesia nací.
Gracias por este homenaje
pero así quiero seguir,
que Dios me de salud
para cada día a la iglesia poder ir.
Yo lo hago muy contenta,
recompensa aquí no espero,
sólo quisiera ganar
un sitio allá en el cielo.
Ya no quiero alargarme más,
pues me puede la emoción,
pero lo que yo os digo
me sale del corazón.
Con mil gracias me despido
por dedicarme este día,
que de camino a la iglesia
yo voy con alegría
Cipri
GRATITUD A LA MADRE
Cuánto han cambiado los tiempos
y obligaciones aquellas
de ir a lavar al arroyo
llevando la ropa a cuestas.
Lavarla y echarla al sol
sobre la tupida hierba
para que se blanqueara
regándola con frecuencia.
Otras veces a los hornos
el escriño a la cabeza
iban a cocer el pan
que amasaban en la artesa.
O camino de la fuente
el cántaro en la cadera
y en la otra cadera el niño
que no dormía la siesta;
pues no había cochecitos,
ni cuartos para niñeras
y cada mujer tenía
de niños media docena.
Digo, por término medio,
y no me paso en la cuenta.
¡Qué mujeres las de antaño!
Cuánta lucha, cuanta entrega
para sacar la familia,
a veces con tal miseria
de no tener para el hijo
ni un trozo de pan siquiera,
pero siempre confiaron
en Dios y en su providencia;
El, que mantiene las aves
que no siembran ni cosechan
y que a los lirios los viste
con más galas que la ciencia.
Hoy han cambiado los tiempos
y las labores aquellas.
¿Quién no tiene lavadora
automática de esas
que lavan y dan blancura
y dejan la ropa seca?
¿El frigorífico lleno
y colmada la despensa?
y, por supuesto, pan tierno
que lo duro lo desecha.
A pesar de la abundancia
no nacen niños apenas;
se dice que es sacrificio,
en esta vida moderna
que no hay que traer el agua,
ni amasar pan en la artesa,
ni que lavar los pañales,
ni dar a los niños teta.
Pañales de pon y tira
se ofrecen en cualquier tienda
y en la farmacia productos
como la leche materna
y, por supuesto, el dinero
en ningún medio escasea.
¡Se habla de sacrificio
cuando la abundancia atesta!
¡Cuánto hay que agradecer
a aquellas madres y abuelas!
Aquella mujer de antaño,
tal vez por no ser modernas.
¡Cuántos debemos la vida
al sacrificio de ellas!
Una madre es una madre
con abundancia o sin ella,
pero la de la abundancia,
no sabe el sufrir de aquella,
que un niño le pide pan
cuando no hay pan en la artesa.
Traigo a esta página las palabras de Cipriana Sanchez Echeverría, que aunque nació y vive en Azuelo, pueblo a tiro de piedra de la Berrueza, tiene familiares en Nazar, Asarta, Mendaza y Piedramillera que yo sepa.
Kattagorri
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