Ok

By continuing your visit to this site, you accept the use of cookies. These ensure the smooth running of our services. Learn more.

29/04/2008

PREFERENCIAS

3df3338d802be03a9c2899ed9ac0c897.jpg

Copio unas líneas publicadas por Ángel Martínez Salazar, suficientemente conocido por estos valles... En el prólogo de un libro sobre su pueblo, Gregorio Monreal refiere como en cierta ocasión oyó decir al vicerrector de una Universidad que los lugares más bonitos de Europa serían " la Toscana italiana, la Provenza francesa y el Ampurdán catalán". El hijo de Etayo ha tenido la ocasión de conocer estas tres regiones y no puede menos de estar de acuerdo en que, ciertamente, se trata de tierras incomparables; ¿pero las más, las más bellas?... "Tengo para mí -y perdónenme los disconformes, anota el profesor- que no hay un lugar comparable al conjunto de los valles de Ega y de la Berrueza ".

Cada cual tiene sus preferencias... Pues bien, de buen grado, coincido con Monreal. Y, digo aún más, todavía no son conscientes del todo de su riqueza natural, artística o cultural. Ahí está el coqueto Etayo: en Valdega, dominando desde su atalaya, al pie de la alargada sierra de San Gregorio; o el sosegado Abaigar, regado por nuestro afluente del Ebro; villas como Sorlada o Nazar, en la Berrueza , la perspectiva de la Sierra de Codés, continuada por la de Cantabria; y Lokiz, y Monjardín, y Montejurra… Claro está, más la basílica dedicada al obispo de las plagas; la encina de Tres Patas en Mendaza; o rincones encantados como la peña del Gato o el congosto de Mués… Y, tan cerca, se abren Acedo y la preciosa Zúñiga o Los Arcos y su partido. Sin olvidarnos de Mirafuentes, Olejua, Murieta o Ancín...

Y, cómo no, unas gentes laboriosas, austeras y entrañables. Hombres y mujeres que todavía conservan seculares tradiciones y un habla rica y singular que han recuperado eruditos locales o escritores poco reconocidos como Pablo Antoñana. Ciudadanos de noble y vieja cepa que custodian usos y costumbres, canciones… y recuerdos mil de profesiones ya desaparecidas: caleros, carboneros, duleros, esparteros, molineros, yeseros… Memoria viva que sabe de instrumentos como la zoqueta y el corquete, de aperos y útiles de trabajo ya en desuso, de una flora y fauna riquísima, de una gastronomía y unos vinos que hacen las delicias de cuantos las disfrutan… Historietas y leyendas para contar: de brujos como el de Arquijas, de cazadores y furtivos, de memorables partidos de pelota y de duras jornadas durante la trilla o la vendema, de antañones juegos infantiles e inolvidables fiestas patronales, de auroros y romerías, de la vieja matanza del cuto y de peripecias sin cuento en el lavadero o en la fuente...

Con el permiso de Angel, y también con el vuestro añadiré unas líneas... ¿Seremos capaces de mantener estos valles tal como nos los han legado nuestros antepasados? Lo pongo en duda. Estos valles están expuestos a la vorágine  de la sociedad actual. Cualquier proyecto con visos de modernidad es admitido tanto por la administración foral, como por los labradores de la zona más preocupados por los beneficios económicos que por el mantenimiento de la riqueza natural: parques eólicos, tendidos de alta tensión...

Los comentarios son cerrados