Berrotza / Berrueza

Si ese recién llegado de la ciudad no es capaz de enterarse de la misa la media, ni de lo más superficial, que es la forma de vida de los labradores, no penséis que va a ser capaz de discernir lo que realmente sea importante.

Los pueblos ya no son lo que eran, en la mayoría de ellos, ya no existen animales,  ya no revolotean las moscas. El cemento se ha impuesto a la hierba, las zarzas, el barro y los pedregales. Pero no nos engañemos sigue siendo un pueblo, y las personas que viven en ellas mantienen todavía muchas de las características aprendidas de los mayores. 

Me he encontrado con varios capitalinos que nada más llegar a los pueblos se han creído conocer todos los intríngulis. Y en realidad no hacen más que meter la pata. Y además lo más curioso es que se suelen equivocar por los dos extremos o porque ven la realidad con excesivo realismo o porque la ven con excesiva utopía.

No soy muy amigo de los tópicos, sobre este tema existen infinidades de chistes, de anécdotas… la mayoría de ellas bastante reales. En definitiva, y más hoy en día la vida rural es una forma de vida más, ni mejor ni peor… Uno de los mayores defectos de estos capitalinos que han pisado el pueblo por primera vez es pensar que los de los pueblos experimentan una sensación de alegría cuando vienen estos forasteros de la capital. Ya que los ven solos, aburridos, y que no saben dónde pasar el día. Craso error, esa es una sensación que tiene el recién llegado, no los que viven en estos pueblos, por muy pequeños que sean, por muy aislados que estén, aunque se trate del caserío aislado entre montañas. Todos ellos están acostumbrados a la vida cotidiana, y no les hace falta nada. Lo mismo ocurre con los niños. Aunque en un pueblo no existan más que dos niños, no existe problema alguno para pasar las horas, las semanas, es más es lo que hacen a diario, y no se aburren ni un solo momento del día. En definitiva cada uno está acostumbrado a vivir en su ambiente… Aunque los capitalinos no lo entiendan de ninguna manera.