08/07/2012
Fiesta del Valle (I)
Los campos en Nazar llamados piezas, eran acordes y proporcionados al trabajo que podían realizar los hombres y los animales. Hasta que llegó la concentración parcelaria las piezas eran de dimensiones pequeñas, los terrenos estaban muy divididos. Está claro que no existían las grandes piezas que existen hoy. Cada familia tenía sus tierras divididas en pequeños trozos, aunque claro está, no todos eran idénticos y en aquellos tiempos, hacia finales de 1960, también había piezas que para los medios que había en aquellos años parecían inmensas y lo eran, y tan solo una sola renque se hacía interminable. Esto lo tengo muy bien oído a mis padres y hermanos, de cuando iban a jornal y acabar con las renques duraban casi horas, era lo mismo labrar, que sembrar, abonar, escardar o segar.
Estas piezas de Serafín, Morrás, Pedro, David, Carmelo, Joselito, Crescencio… aunque no tenían las extensiones de las de hoy, eran enormes y se hacían infinitas. Una sola vuelta con los bueyes se hacía interminable. Es preciso recordar que todas las labores se realizaban a mano, escardar maices, por ejemplo, suponía ir fila a fila, maíz a maíz cortando y aireando la tierra con el “zadón”, sembrar o abonar suponía ir con la capaceta cargada de simiente o mineral todo el día esparciéndolo por los campos de forma igual, para que los granos saliesen por toda la pieza uniforme. Esto de ser labrador, o peón en estas épocas suponía tener una gran resistencia física y también tener una cierta habilidad para extender las semillas de forma uniforme.
El paisaje ha cambiado una barbaridad, de aquellos años ahora. No solo porque en los campos se veían cientos de trabajadores, y animales. Sino especialmente porque cada terreno estaba muy bien marcado, la mayoría de ellos con ribazos que separaban de la siguiente pieza, ribazos llenos de maleza, donde se refugiaban culebras, caracoles, codornices y pájaros diversos… También había bastantes más “redajos” que los que hay ahora, había fuentillas, pozos… donde los trabajadores y los animales saciábamos la sed. Igualmente en algunas piezas de tamaño considerable existía algún que otro árbol aislado, donde se cobijaban animales y hombres.
Era una estructura que iba en consonancia con el pueblo de entonces. En los pueblos residían muchas familias de labradores, unos con yugada de bueyes propia, otros con yugada de vacas, otros con mulos… Todas las casas tenían vocación de ser campesinos, aunque alguna justo contaba con las parcelas comunales del pueblo. Estas y muchas de las que tenían pocas tierras vivían durante el año de los jornales que se daban en las tareas. Abundantes por otro lado.
Gerardo Luzuriaga
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