Berrotza / Berrueza

Muchos son los temas que tengo abiertos y muchos son los que debería continuar, el fútbol, Azuelo, los belenes. Pero ya que nos encontramos en estas fechas navideñas, hablaré de nuevo de la Iglesia.

Hoy leyendo unas páginas del Promotor, revista religiosa a la que está suscrita mi madre desde hace ya muchos años. El Promotor de la devoción de la Sagrada Familia, así se llama la revista, he reparado en un artículo "el camello y el ojo de la aguja". Normalmente de esta revistilla no leo más que las páginas de humor, pero me ha llamado la atención el título de este interesante artículo, bastante más moderno y progresista que lo que es la revista en sí. Seguro que todos la tenéis por casa echarle un vistazo. Merece la pena.

No no voy a resumir el artículo, tampoco voy a hablar de nada que en él aparece. Pero si que me ha dado pie para reflexionar sobre la hipocresía de la Iglesia.

Nos dicen no robarás. Y claro que sí,  así tiene que ser. Robar no está bien;¿pero qué es lo que entienden por robar? Entrar en un supermercado y robar un kilo de lentejas y garbanzos. Eso está  mal. Tira. Pecado. Quitarle la chaqueta a un viajero del autobús. Mal, muy mal. La Iglesia mientras condena este tipo de actuaciones, no dice ni pío sobre los verdaderos ladrones de la sociedad...

Han dejado sin sentido las palabras de Jesús, y en realidad se han convertido al mercantilismo, donde la riqueza es sinónimo de estar a bien con Dios, dando la espalda por tanto a los pobres.

No se puede echar la culpa de todo a la Iglesia, está claro que no, es un elemento más de esta cadena bien equilibrada y engrasada. La Iglesia no es la causante, pero si fomenta este modelo social injusto de sociedad. Dónde unos lo tienen todo (5%) no diré a consecuencia de robar, pues de acuerdo con la legislación a eso no se denomina hurto. La Iglesia no es la causante, pero tampoco hace nada para que esta injusticia sea reparada. Y es así como el Papa, Cardenales, Obispos, Congregaciones religiosas... aprovechándose de las facilidades que les da la sociedad mercantilista y capitalista se van cada vez enriqueciendo un poco más; con lo que son los defensores más aguerridos de esta sociedad corrupta, y así lo demuestran, hasta el punto que son capaces de tomar las calles cuando ven peligrar algo estos privilegios adquiridos a lo largo de los siglos.

Mientras millones de personas pasan hambre, la Iglesia sigue engordando sus cuentas, sigue construyendo modernos colegios, y edificios  e invirtiendo sus ahorros en cuentas de pingües beneficios.

He aquí la constatación de lo anterior, si se tratase de una Iglesia humilde, servil, a favor de la población pobre, débil y maltratada otros serían sus seguidores, y no existiría la jerarquía de Papas, Cardenales, Obispos... ni tampoco esos colegios donde se educa a las clases altas de la sociedad.

La Historia de la Iglesia la conocemos todos, especialmente sus errores, obcecación y cerrazón. No fue el brazo ejecutor de casi nada, pero si la ideóloga y la que consintió que por sus errores se llevase a miles de personas a la muerte. Les interesó que los esclavos no tuviesen alma, el dinero y el negocio estaba por encima de todo. Igualmente en América los indios fueronn tratados como animales. Allí lo importante era la plata y el oro.  La Inquisición atemorizó y acabó con la vida de miles de personas normales...

Así comprobamos como la Iglesia durante su historia no ha tenido más que un señor el negocio y el dinero... ¿Hará falta que pasen dos siglos para darnos cuenta que hoy día también siguen las mismas reglas? y que por encima de la palabrería no existe más que un señor.

Históricamente ha vivido mano a mano con  los ricos, explotando a los pobres.  ¿Alguien ve hoy preocupada a la Jerarquía por la situación social y económica...? Yo la veo cómoda, pasiva, frotándose las manos, y de la mano de los consejeros, ejecutivos de la banca, altos directivos que mientras han llevado a la ruina a las empresas públicas y privadas se han embolsado sueldos 90 veces superiores a los de los trabajadores, y se han blindado sus jubilaciones con prestaciones millonarias, 300 veces superiores a las de sus empleados.

¿Harán falta que pasen 200 años para darnos cuenta de la hipocresía de la Iglesia de hoy día?

Gerardo Luzuriaga