Berrotza / Berrueza

A pesar de que la temporada que estuve en Azuelo, vivían mis tres tíos en el pueblo: Ireneo, Eugenio y Cipriana, alguna noche dormía con Manolo, en casa de Pedro y Mari, durante esos años fue una de las tabernas  del pueblo.  

¡Qué no decir de ese pueblo especial! Las salinas, la iglesia, las peñas… No fui nunca al campo, los meses que estuve en casa de los abuelos se ve que eran invierno, y no se necesitaba la ayuda de los críos. Pero recuerdo muy bien sus fincas, tal como decía mi madre Cirila, y comentaba mi padre el carbonero, por menudos turrutales que había que andar, especialmente para los forasteros como mi padre no era fácil acarrear por aquellas cuestas sin que volcase el carro. Se trataban de verdaderos turrutales, hoy día la mayoría yecos.

Esta introducción y el anterior mensaje no son más que una excuasa para alabar lo qué es , y cómo va saliendo adelante este pequeño pueblo navarro.  Envidia de los alrededores. Aunque casi sin vecinos, especialmente en invierno y entre  semana; pero activo, muy activo. Uno de los pueblos más dinámicos de la zona media de Navarra. Un pueblo, que para los que no lo hayáis visitado merece la pena daros una vuelta por sus contornos.

El primer lugar a visitar es su iglesia. Majestuosa. Antiguo monasterio. Hoy una joya románica.

Del resto del pueblo y los alrededores, os tenéis que acercar para apreciarlo. Pueblo cuidado con esmero, desde las calles, las tapias, las fachadas de las casas, las fuentes, los lavaderos… La mayor parte de las obras realizadas en Auzolan, tradición navarra que en este pueblo la ponen en práctica a las mil maravillas. Bajo la batuta de Pedro, los vecinos del pueblo van reformando con gusto los rincones abandonados. Se restauran antiguos caminos, pozos, lavaderos, fuentes de los alrededores, chabolas…

Pedro es el que lleva la iniciativa, pero todo el pueblo es el que se involucra. Todos participan tanto en las tareas manuales como culturales, actividades insospechadas para zonas rurales y alejadas de las ciudades.

 Azuelo tiene varios corrales desperdigados por los montes restaurados, donde se puede almorzar a cubierto y refugiarse de los continuos temporales de lluvia, granizo y nieve de estas épocas y del calor sofocante del verano.

Marcelina, Cirila y Tere

El resto de pueblos vecinos envidiamos sanamente el funcionamiento de la sociedad, centro cultural y gastronómico. Sin duda una de las iniciativas de las que se pueden sentir más orgullosos los azuelucos es el museo etnográfico que se han montado en la casa de “la Conrada”. Fue un acierto, que ese colectivo comprase esta casa abandonada; pero con la estructura intacta, donde se puede apreciar la construcción de una casa antigua de estos pueblos. Con sus puertas, sus paredes de metro y medio de anchura, sus cuadras, sus cocinas, sus techos con maderas y yeso. Todo como eran las casas hace doscientos, cien años. En este pueblo, se puede visitar esta casa y retrotraerse a lo que fue Azuelo en otra época, no muy lejana.

Tengo recuerdos bastante perdidos, aunque he seguido visitando el pueblo de vez en cuando,  no volví nunca más a vivir en él. Por tanto mis recuerdos son de cuanto contaba con seis, siete años. Pero recuerdo que por aquellos tiempo Azuelo a pesar de estar muy cercano a Nazar, (seis siete kilómetros) lo veía muy distinto. No solo el paisaje, también los olores, las personas, las costumbres y hasta en el habla me parecía distinto. Es curioso hasta las cabras, los caballos y los bueyes del tío Jesús me parecían raros. Hasta los pastores de Azuelo me parecían diferentes, más pobres, con otras costumbres.

Azuelo por aquellos tiempos aunque en habitantes era muy similar a Nazar, en ciertos asuntos parecía mucho más avanzado, y en otros me parecía estar en la edad media. Había una tienda que a mí me parecía de capital, la de la Catalina, creo que así se llamaba. Una maestra que tenía fama de buena maestra en todo el contorno, por ello me mandaron a mí donde los abuelos. La Paca, sería buena para enseñar, pero el genio que tenía y los palos que nos daba no se quedaban atrás. Había una carpinteria. La del Paco. Hasta salinas había, esto es una de las cosas que más me llamaron la atención. La carnicería creo que el matrimonio que la regentaba se llamaban Miguel y Corpus, (es fácil que no acierte en los nombres, si es así, pido perdón) estaba en la puerta de alado de la casa del tío Eugenio. Había un albañil, el cual venía bastante a nuestra casa en Nazar, un hombre grande y moreno. Ahora no recuerdo el nombre. Un tratante, tío carnal de mi madre, que siempre paraba en nuestra casa, “Sanchez”, que siempre vestía igual, con una blusa negra, como la que nos ponemos ahora los días de las fiestas en los pueblos. Por lo menos dos tabernas.

Leonardo, Jabi, Gerardo, en el frontón de Nazar. El resto de fotografías no creo que sea necesario poner quienes son.

Seguramente sería muy similar a Nazar, pero a mí me parecía que las gentes vestían distinto, con prendas de pana, y que se usaba más el color negro, chalecos, mi abuelo siempre estaba con el cigarro en la boca, y con el txisquero en la mano… Bueno, seguro que esta es mi apreciación… Y la realidad es que Nazar y Azuelo se parecían como dos gotas de agua. Ya les comentaré a mis primos a ver como nos veían a los de Nazar… cuando venían a fiestas… Especialmente a las dos primas Tere y Blanqui, que al quedarse huérfanas de muy jóvenes visitaban ambos pueblos…

Gerardo Luzuriaga