Ok

By continuing your visit to this site, you accept the use of cookies. These ensure the smooth running of our services. Learn more.

29/06/2013

Pantaleón Carlos Luzuriaga

PANTA. No cabe duda de que miles de cosas han cambiado en el pueblo, y si no que se lo digan a Panta. Habría que preguntarse qué es lo que nos queda...

Hasta cumplidos los 16 años vivió en Nazar, en unos años en que Nazar tenía de todo, especialmente juventud.

Se fue con toda su familia a vivir a Elorrio. La vuelta no debió ser fácil, ya que como el resto de los que salieron del pueblo, cuando volvían eran los forasteros. Lo mismo que a él le ocurrió a cientos de personas, a los hermanos del Pedro, del David, del Pedro Mari, del Javier de la Aparición, los hijos del Fortunato, los del José Maria... Volvían de la ciudad, y por ello perdieron la condición de nazarenos de primera, en primer lugar por que había ya muchos jóvenes que siempre los conocimos como forasteros...

Panta fue uno más de todos estos que a pesar de haber nacido, y vivido en Nazar, haber trabajado como el que más en todas las tareas, desde labrar, sembrar, abonar, escardar, segar, trillar, ablentar... también para los que se quedaron en el pueblo de su edad era en cierto modo un forastero que volvía los veranos al pueblo. Esta vuelta, especialmente al principio tuvo que estar en un cierto agrado, nostalgia, gusto, melancolía, alegría, zozobra, miedo, tristeza...

Mucho han cambiado estos pueblos, hoy nadie diría que Panta es forastero. Y no solo porque esta palabra ha perdido el sentido que tenía hace unos años.

Panta pasa medio año en su Nazar del alma. Tiene en Otiñano un huerto donde pasa horas y horas. No es hombre de estar parado. Lo mismo lo ves, paseando, que en el bar, en las palomeras, que cogiendo setas en Urbasa, Lokiz, Valle de Arana, que en las ferias de Kanpezu, Los Arcos, Estella, que comprando productos agrícolas navarros de primera calidad en Arroniz, Lerín, Lodosa... que en los comercios de las ciudades de Estella, Logroño, Pamplona... que tomando café en las tabernas de Mues, Acedo, Ancin, Murieta... eso si siempre acompañado de Rosario. Buena pareja hacen estos mocetes, aunque sean mocetes de pasados los 80 años...

Este es el Panta de Nazar. Hijo de dos familias nazarenas, de apellidos Carlos y Luzuriaga Lacalle. Hijo de Pedro Carlos y María Luzuriaga.

Hombre sin prisa, tranquilo, siempre dispuesto a entablar una conversación junto a un vaso de vino, a comenzar una partida al mus... Todos estaríamos dispuestos a firmar una vida como la suya. Todos firmaríamos a llegar a la edad que tiene y estar como él, con una vida activa, alegre y sin tiempo para el aburrimiento. Seguro que es uno de los que mejor conoce el monte de Nazar.

Siempre he oído que es muy fácil dar la talla en la juerga, en la chufla y en los momentos de ocio... y para esto casi todos valemos.  Panta tiene un don para estar en la juerga como ninguno y a la vez cumplir en el curro, en la vida también como ninguno. Ese es Panta. El primero en la chufla y el primero en el trabajo. En primera fila a las duras y a las maduras, el que tuvo retuvo y guardó para la vejez.

Si alguien me dijese que después de todo lo escrito lo definiese con una palabra lo haría con el término NATURALIDAD, sin sobresalir pero sin quedarse atrás para nada...

De los andares por el Elorrio... aunque he oido mucho, como no he sido testigo directo lo dejaremos para otra ocasión.

G. L.

Los comentarios son cerrados