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03/07/2014

Los gitanos por nuestros pueblos

En una época no muy lejana los gitanos visitaban nuestros pueblos con asiduidad. Es más las cuadrillas de gitanos formaban parte del paisaje de estos pueblos.

Llegaban en grupo, con sus carromatos, sus mulos, perros, y muchos, muchos chiquillos...  Iban y venían de pueblo en pueblo...

Ejercían varios oficios, que ofrecían a los vecinos del pueblo, citaré alguno de los que vi, iban de casa en casa recogiendo las cazuelas, pucheros, cazos, calderas, calderos y otros utensilios, la mayoría de porcelana que tenían algún agujero para arreglarlos con petachos de un material que usaban de color plata grisáceo. Igualmente vendían cestas de mimbre de todos los tamaños y formas, al igual que esquilaban burros, yeguas y mulos con unas tijeras grandes que impresionaban a la chiquillería.

También recuerdo con gran estima una obra de teatro que respresentaron y alguna otra vez que venían con una cabra e instrumentos de música...

Por norma general siempre acudían las mismas familias.

En  una época que yo justo conocí, trabajaban en las labores del campo, especialmente en la siega y en la trilla, donde eran contratados como peones por las casas más pudientes.

Las últimas veces que recuerdo a los gitanos en Nazar se quedaron en el pajar de Morrás...

Siento no tener recuerdos más exactos, pero por lo que tengo oido, especialmente los chavales de algunas familias gitanas que siempre acudían a Nazar se juntaban con los chavales del pueblo. Recuerdo nombres oidos a mi padre y a mis hermanas y hermanos mayores. La Petra, la Blasa, el Zocas y especialmente el nombre de Jorge que mis hermanos lo han mencionado miles de veces... debería ser de su edad o un poco mayor, y parece que en más de una ocasión les tocó hacer diabluras en conjunto, alguno de ellos seguró que nació en Nazar, y lleva el nombre del pueblo en el carnet.

También los recuerdo en los pajares que están junto al camino que va a Codés por Otiñano, el miedo que pasábamos cuando teníamos que atravesar el camino y estaban ellos acampados en los pajares.

Igualmente era muy común que estuviesen días en los pozos de Asarta, debajo de Disiñana.

A los niños siempre nos daban respeto, y les teníamos bastante miedo.

Gerardo Luzuriaga

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