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21/11/2014

Piedramillera

PIEDRAMILLERA. Sigo el recorrido por los pueblos de Berrotza, hoy nos toca Piedramillera, por muy extraño que parezca no conocí este pueblo, a pesar de estar a menos de seis kilómetros de Nazar, hasta que tuve treinta años. Cercanos pero muy lejanos para ciertas cosas.
Precioso pueblo en la ladera del monte, en un extremo del valle. Enfrente tiene a Sorlada, San Gregorio y Learza.

Piedramillera2.jpg
Por tanto muy poco puedo decir de este bello pueblo, últimamente me encanta darme una vuelta por este pueblo de calles empinadas, de casas solariegas... Hace ya mucho de aquellos años de cuando lo recorrí con la máquina de fotografiar, hice una vuelta por todos los pueblos, de prisa, en Piedramillera, a pesar de ser la primera vez que lo pisaba no creo que estuviese más de media hora, como de costumbre sacando puertas, ventanas, casas y todo aquello que me llamaba la atención.
Últimamente ya tengo más tiempo, y he recorrido sus calles con mucha más tranquilidad, y he visto lo poco que ha cambiado el pueblo, la belleza de la iglesia que domina el pueblo, el cementerio cuidado con lápidas circulares que dan una sensación de tranquilidad. Me sorprendió que hubiese un cementerio con esas características por estos lugares.

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De Piedramillera tengo el recuerdo de la juventud de la punta de la torre, que es lo único que se veía desde Nazar, una pequeña puntita, que con los años, esa punta se ha convertido por lo menos en un metro y medio. Lo que me da mucho que pensar y es la erosión que están sufriendo las tierras de estos pueblos, especialmente las tierras en cuesta...

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La punta de la torre, junto con lo que he oído en casa sobre el milagro del Santo Cristo, y que mi madre tuvo un primo carnal que vivió en Piedramillera, que no lo conocí, son las únicas referencias que he tenido de este precioso pueblo del valle de la Berrueza.

A principios del siglo XX, la mayoría de los vecinos de los pueblos contiguos se trasladaron hasta Piedramillera para ver como el Santo Cristo de la iglesia cerraba y abría los ojos. Milagro que tuvo una gran trascendencia, hasta que alguien con los pies en la tierra puso las cosas en su sitio. Cientos de fervorosos feligreses acudían a Piedramillera, y la mayoría después de estar horas inmoviles y mirando fijamente al Jesucristo crucificado salían convencidos de que cerraba y abría los ojos.
Piedramillera, por su ubicación en la ladera del monte es un lugar privilegiado, desde donde se contemplan los pueblos de los alrededores Sorlada, Learza, Etayo, Olejua...

Gerardo Luzuriaga

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