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01/03/2015

Azuelo - Fiesta de la matanza

Azuelo un pueblo de 50 habitantes ha celebrado de nuevo, ya va 16 veces la matanza del cerdo. Es la primera vez que acudo, y me ha sorprendido gratamente. Un 10.

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Muchos son los aspectos a resaltar, y eso que faltaba una parte de mi familia, las primas y primos de la tía Cipriana, fallecida recientemente. Los hemos echado en falta.

Me he encontrado como en casa, charlando sin prisas con azuelucas y azuelucos  conocidos desde hace 50 años, pero que en muy pocas ocasiones he tenido la ocasión de charlar y menos con la tranquilidad de hoy, pues hemos tenido todo el día para ello.

Azuelo la componen 20 familias emparentadas entre ellas. 

Pero bueno, hablaré de este día especial. A las 10 de la mañana ya había grupos merodeando por las calles, grupos la mayoría venidos de fuera, invitados por alguien del pueblo. Lo primero que nos ha llamado la atención ha sido la cámara de televisión navarra, nos ha seguido durante todo el día, hasta hacerse familiar. Muy pocos hemos sido los que nos hemos librado de sus entrevistas. Seguro que elaboran un precioso documental.

 

10:30, almuerzo como los de antaño. Unas 100 personas, si unos 100 comensales, huevos fritos, panceta y txitxikis (seguro que en Azuelo es picadillo), un almuerzo consistente, como se merece el día.

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Tenemos tiempo para charlar, para apreciar el paisaje, a pesar de que Azuelo, es mi segundo pueblo, no en vano, de aquí eran mis abuelos maternos, y tres hermanos y un primo  de mi madre se quedaron a vivir en Azuelo y sus familias mantienen las casas, además que de pequeño estuve durante 4 meses en la escuela de Azuelo, nunca había apreciado el paisaje como hoy, un pueblo envidiable. A cada uno el nuestro es el que más nos gusta, a mí, Nazar, pero el encanto de Azuelo es especial y nada le envidia a Nazar, es más creo que es difícil encontrar otra estampa como la de este pueblo, caserío agrupado, con la iglesia románica algo separada del pueblo, y por encima  las crestas de la Sierra de Codés, dos hermanas y Joar, muy muy cercanas. De postal, que aunque lo había apreciado centenares de veces desde antaño, nunca me había parado a contemplarlo como hoy.

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La niebla se ha apoderado una y otra vez de sus cimas, sin acercarse al pueblo. Un día de invierno de Euskal Herria, como se merece para un día de la matanza.

Las mujeres del pueblo ataviadas para la ocasión, han ido metiendo el mondongo y el picadillo en las tripas bien lavadas. Conforme lo iban haciendo nos han explicado los componentes del mondongo de las morcillas, con sus especias, arroz, grasa y sangre de cerdo. Ha sido precioso ver de nuevo las antiguas máquinas de hacer chorizos y morcillas en acción. Todo ello delante de las cámaras con el nerviosismo que ello conlleva.

Hemos recordado de nuevo a nuestras vecinas y madres cómo hacían las morcillas y los chorizos, un recuerdo de niñez, que es difícil olvidar...

Sin darnos cuenta, ha llegado la hora de la comida, alubias, berza y luego todos los productos típicos del cerdo: chorizo, magro, tocino, costillas... Sin palabras. Inmensurable, ambiente popular, 120 comensales, con el acompañamiento del conjunto musical de Iruña los Compadres, un grupo apropiado para este acontecimiento.

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En un plis-plas se han hecho las 8 de la tarde, noche oscura, despedidas.

Nos vamos con la satisfacción de haber pasado un día inolvidable, de haber recordado a nuestras madres en el día de la matanza, y no sin darnos cuenta y agradecer lo que esta celebración supone para un pueblo pequeño como Azuelo,  un grupo pequeño de personas que se preocupan para que todo esté en su sitio, un grupo de mujeres que preparan, sirven el almuerzo y la comida, y especialmente elaboran las morcillas y los chorizos, y un organizador que sus horas habrá metido...

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Gerardo Luzuriaga

 

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