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11/10/2017

Pequeñeces (15)

Los cochos (cerdos, cutos, marranos llamados por otras zonas), fueron fuente de riqueza en las familias. Una cocha podía alimentar tantos cochinillos como tetas tenía, lo normal eran camadas de ocho a doce. Los animales de pocas semanas son preciosos, el que no haya visto un cerdito joven, nunca se podrá imaginar la belleza y el colorido rosáceo de estos animalitos. Casi todos los animales de jóvenes son preciosos, a excepción de los ratones, y los pájaros que son horrendos, el resto tienen un encanto especial que van perdiendo conforme van creciendo.

En nuestra casa cuando una cerda iba a parir era un acontecimiento, y una preocupación pues por todos los medios debíamos de evitar que las cerdas pisasen a los cerditos, en ello nos iba la subsistencia familiar.

Permanecíamos al lado de la pocilga en relativo silencio para no molestar a la madre, y estar atento a sus movimientos y a la de los gorrines (cerditos), que no paraban de correr de un lugar para otro. Había madres muy cuidadosas que se tumbaban con gran miramiento, era impensable que cazasen a los recién nacidos; sin embargo, había otras más alocadas, que no reparaban en nada, se tumbaban de golpe, con lo que era fácil que algún pobre animalillo quedase medio atrapado o atrapado del todo.

Había costumbre de cortarle los dientes a los recién nacidos, labor que no nos gustaba a nadie, pero que era aconsejable para que la cerda no sufriese a la hora de amamantar a los cochinillos y estuviese más tranquila.

A la hora de amamantar la cerda emitía una especie de ronroneo, e inmediatamente se tumbaba lateralmente, a la vez que cada cerdito accedía a la teta que le correspondía, siempre a la misma, aquí si era importante el orden de nacimiento.