17/10/2017
Pequeñeces (XVII)
En verano llegaban las cardelinas (jilgueros), Las bandadas de cardelinas, normalmente de diez a quince pajarillos se posaban en las zarzas, hierbas, plantas, flores y especialmente en los cardos en flor de casi dos metros, especies de alcachofas de filamentos morados muy atractivos visualmente. De la palabra cardo le viene el nombre de cardelina (Carduelis carduelis) a estos pajarillos que se posan suavemente en las flores de los cardos, especie de pelusilla blanca, con el pico tratan de librar las semillas con que alimentarse, muchas son las semillas “abuelos” que quedan libres que el viento las lleva de un lugar para otro hasta posarse en la tierra, donde surgirá otros cardos que serán alimento de las siguientes cardelinas del año siguiente.
La cardelina es un pájaro precioso, de un volar rápido de colores vistosos y llamativos. Pico blanco, cocorota negra, alrededor de los ojos y en la papada es el rojo chillón el que predomina sobre el resto de colores, pecho y parte de la cara blanco, espalda marrón, la cola y extremo de las alas negro, las alas son de color amarillo vivo, lo cual especialmente en el vuelo lo hace uno de los pájaros más vistosos del verano.
Los veranos son calurosos, por lo que los nogales plantados en el pueblo son apreciados para tomar la sombra. El abuelo se encuentra cómodamente sentado en una silla, medio dormido bajo los rayos del sol difuminados por las espesas ramas del nogal de enfrente de casa, con una hoz y la piedra de afilar en las manos, y la boina en la cabeza. De vez en cuando las rápidas carreras de los vencejos (gaviones) en celo o el canso revoloteo de las moscas o algún que otro abejorro hacen abrir los ojos al abuelo. Ayudado por los lejanos cantos de las cardelinas se adormece de nuevo. El aire fresco del viento le acaricia la cara, el tiempo no pasa para él, el vuelo raso y rápido de los gaviones lo despiertan de nuevo.
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