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02/04/2007

Yo navarro (II)

COJO el hilo dejado la semana pasada pues no cabía mucho en este rinconcillo. Es que no puedo callar lo visto, oído y leído, el énfasis de arenga al par que de catequesis, empleado por el locutor, (el viejo speaker), de la emisora Cope , la de los obispos, y el Canal 6 , también de la iglesia, cuando transmitía con emoción el transcurso del recorrido de los rostros refugiados tras la banderita.

Marcha triunfante, que no se conocía desde los días de la guerra civil, y los que le siguieron, o las de desagravio a fines del siglo XIX , ante el palacio arzobispal, en desagravio por el "desahogo" con que Basilio Lacort, desde "El Porvenir Navarro" escribió su ideario. Excomulgado por "contumaz en el error" que era: "proclamar el sufragio universal, la tolerancia religiosa, la libertad de pensamiento expresado bien por escrito o de palabra". Mientras subía la riada , el locutor, nos explicaba cómo Navarra tenía su Fuero, sus fueros, cómo se incorporó a Castilla en 1512, por pacto, que fue "afortunada anexión" " feliz unión" " pacto ex aequo" (entre iguales). Seguro que no leyó la "Historia de la conquista de Navarra por el Duque de Alba", cuyo autor es Luis Correa, editada en Toledo el 1 de noviembre de 1513. (reeditado por Yanguas y Miranda en 1843).

Dice que el Coronel Villalva, a las órdenes del duque dio, "licencia a sus infantes que convenía fuese castigado (la tierra de Garro) con mucha crueldad, los moradores fueron metidos a saco, pegando fuego a las casas, y sus llamas los montes alumbraban...los vecinos excitados por los estragos.....los infantes no cesaban de robar cuanto podían,....muchas doncellas fueron forzadas..". Pasa el locutor a divagar sobre los fueros, como síntesis de la identidad navarra. Y nosotros, el pueblo llano jamás supo en què consistían, aunque de modo confuso se sentían. Eran como un pariente lejano al que nunca vimos y que, la sangre no es agua, no consentíamos fuese ultrajado.

Mozuelos éramos cuando, en el Instituto de Logroño, nos batíamos el cobre por ese desconocido, guardado bajo llave y en secuestro por quienes se habían hecho ilegítimos dueños. A lo mas nos llenaba la vana arrogancia, de saber, y hacerlo saber a nuestros compañeros de clase, como prueba fehaciente, que la guardiacivil carecía de competencia mas allá de la muga, a tres kilómetros de Logroño, donde sólo los forales podían ponernos multa.. Las disputas debían ser las mismas que cuando "El patriota riojano" en 1823, escribía sobre "los nefandos privilegios de Navarra y las provincias". Ahora habíamos ganado la guerra, mandaba el general que nos protegió del gobernador Junquera y de Valero Bermejo. Y así cantábamos: "el escudo de Navarra tiene cadenas de hierro por eso a los navarros no hay quien nos quite los fueros", o el más procaz: "los fueros son los cojones de Navarra".

Pero a pesar del fuero, combatido por quienes nos visitaron, Navarra perdió el nombre, ahora es Comunidad, a secas, que con añadido de reino da nombre a un campo de fútbol.

Pablo Antoñana