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07/10/2005

Viejos recuerdos

14. Uribe (Viejos recuerdos) 

Si queréis leer todos los folios seguidos -el hijo del carbonero- están en esta dirección: http://nazar1.blogspot.com

Estimado Uribe. Te envío gustoso estas letras para darte a conocer las primeras impresiones de nuestra tierra. Hace unos años, no tantos. Dejamos calles embarradas, charcos, pozos, huellas de pisadas de caballerías medio llenas de agua. Los niños y niñas, corriendo y gritando por callejuelas, sin importarles los hoyos, las piedras, la maleza, los troncos, las ramas. Los más pequeños entorcados, sin poder sacar las albarcas de los barrizales. El cielo surcado por bandas de palomas caseras, revoloteando por encima de los tejados. Caballos, yeguas, burros, yuntas con sus carros chirriando entre las casas de piedra irregular de color pardo-grisáceo. 
 
La primera impresión es que no ha cambiado nada. Que todo esta igual. Pero con el paso de los días me voy dando cuenta que no es así. Me he encontrado con las tierras de labranza sin ribazos, sin árboles. Las casas del pueblo han pasado de la piedra ocre a la blancura de la cal. Con la llegada de la parcelaria han acabado con la variedad de colores de los campos. Con el empleo de los herbicidas han desaparecido todo tipo de plantas vistosas y todo tipo de insectos y aves.
 
 
Por esta misma época, 40 mozos y unas 30 mozas residíamos en el municipio. Te contaré una anécdota que creo que no te la he contado nunca. Eran las fiestas pequeñas en honor a la Virgen de Loreto, en pleno invierno, diciembre, el baile lo pagábamos los mozos; el cura y el alcalde no estaban de acuerdo con el baile, no estaban de acuerdo con nada, claro;  por lo que hicieron todo lo posible por suspenderlo. Tangos, mazurcas, pasodobles. Pecado y escándalo en definitiva. El alguacil llegó con la orden de  suprimir el baile. Un vino, unos vinos... hasta que se personó el alcalde. Tensión, bronca. Mandó quitar la luz. Un cuarto de hora después la luz estaba conectada. Acude la Guardia Civil. Nos amotinamos. Baile, baile, baile, no se oía otra cosa por todo el pueblo. Ganamos la batalla. Eran otros tiempos.
 
Verano. Bullicio. Ir y venir de mulas, caballos, vacas y bueyes uncidos. Calor.  Pueblo de buen vino, olivos, almendros, cereal exquisito y buenos  garbanzos.  Cuadrillas de 15 personas en los tajos con los hoces gallegas bien afiladas. Trabajo de sol a sol. Todos en hilera intentando no quedarse atrás. Sudor y lágrimas. Trabajo inhumano.
 
Bueno, amigo Uribe, que te puedo contar a ti que no sepas, tú que te tuviste que ir de estos lugares a los 19 años, después de haber dado tus mejores años en los campos de labranza.
 
 
No te creas de raza le viene al galgo. Mira que documento he encontrado entre los papeles del ayuntamiento. Tiempos anteriores a la guerra civil, unos pocos años solamente,  el alcalde Jerónimo Yániz, pide la inmediata redacción del Estatuto Vasco-Navarro a la Diputación de Navarra. Nuestro pueblo, casi enclavado en la Ribera Navarra pidiendo la implantación del Estatuto Vasco-Navarro.
 
Estimado Mauricio, más o menos esto es lo que encontrarás a tu vuelta. Seguro que todavía recuerdas los campos de cultivo en otoño marrón-ocre-negruzco de sus termones recién labrados; el color verde de  primavera;  con la llegada del verano, en el mes de mayo, nos seguimos deleitando con una amalgama de colores vibrantes verde de los cereales, rojo de los ababoles, morado de las malvas; para convertirse con la llegada del agostado verano en una alfombra amarilla, presagio de la tan esperada cosecha.
 
El lenguaje también es peculiar. Pero eso será tema de la siguiente carta. Si no te parece mal. Camarada Uribe.
 
Nazar es el  pueblo más alto de todo del valle de la Berrueza, y uno de los más altos de toda Navarra, a 746 metros. No como el tuyo que a pesar de encontrarse por encima de Pamplona está ubicado en una llanura. Hace una semana estuve en tu pueblo. Todos te recuerdan. Pero eso también ya te lo contaré en otro momento. Me ha encantado tu pueblo, verdaderamente tengo que reconocer tu humildad.
 
También el frío y las nieves hacen su aparición por aquí. Como bien lo recordarás. No sé si es la edad pero la humedad cada vez se me hace más  dura. Espero poder hacer de cicerón cuando vengas por estos lares. Lo que te he contado tantas veces, no es nada con la realidad. El juego de pelota, navarro, de una sola pared, las  encinas que bordean el campo de fútbol, troncos huecos, ramas rejuvenecidas, solemnes, dignas de ver.
 
Hoy  lugar apropiado para encontrar el sosiego, la tranquilidad, el silencio, la calma; lugar sin igual  para pasear entre encinas, robles, hayas, bojes, sabinas, ginebros, tejos junto a fuentes altas; montes antaño poblados de carboneros y pastores. Hoy remanso de soledad.
Gerardo Luzuriaga

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