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27/11/2009

el euskera en el valle de La Berrueza (y 8)

Algo muy similar se puede decir de la entonación  y la forma de construir las frases al hablar, todavía en este valle se puede apreciar un tono peculiar a la hora de expresarnos, pero que ya poco o nada tiene que ver con el que se usaba hace tan solo veinte años. Veámos un texto recogido, hace unos veinte años. Historia contada por José Luzuriaga, nacido en Nazar el año 1906. Bueno pues una noche dice que vino uno a decirle a un tal Romero de Nazar que bajase a llamar al practicante, y dice bueno ya voy a bajar pero sin más coge y dice me caguen san dios  pues si tiene cojones que salga y cogió la escopeta con la cartuchera llena de cartuchos. La escopeta era una de la fusie, de esas de pinche.

 

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 (Cirila Santxez Etxeberria y José Luzuriaga Lakalle, hacia 1980)

 

Y cuando subían a meta de camino. Subían montados en una yegua el practicante y él. Y claro al trotar la yegua pues se conoce que pegó el pinche del cartucho en la escopeta, y pum  un disparo, entonces el practicante se ve que se bajó y comenzó a gritar qué soy yo, que soy yo, que soy yo…

 

 y el otro en lugar de venir a Nazar, de miedo, que no se atrevió a venir a Nazar, cogió por todas las piezas. Incluso había un caño hecho, de los que se hacían antes para coger el agua de las piezas. Y la yegua aún se cayó una pata, que apoco… Si se cae la yegua toda allá se estrellan los dos. Pero salió a galope, salió hasta el camino de Otiñano, y nosotros al otro día fuimos siguiendo las herraduras, porque como había llovido, pues había mucho barro, pues se conocían las herraduras de primera. Así les fuimos siguiendo, y luego allí al llegar a un sitio que le llaman la cañada, la yegua iba trotando y entonces pum pegó otro cartucho, y se disparó otro tiro.

 

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Entonces con mucho miedo el pensaba que lo perseguían y se fue a otro pueblo, que tenía parientes, y entonces llegó al pueblo, y dicen que se entró por el ventano, del miedo que tenía se entró por el ventano. Pues eso, nosotros, viene uno de aquí de Nazar, el Chicacho. ¿Hermenegildo, dice está el hijo en casa?. Si. Pues ha venido el practicante, que dice  que le han salido al camino y el ha venido aquí y el otro se ha marchau con la yegua corriendo, y no sabemos donde para, no sabemos donde está, pues hay que ir a buscarlo.

 

Fuimos hasta Mirafuentes, y hasta que amanecería, estuvimos en casa del juez de paz, cuando amaneció vamos a ver el rastro, por eso sabemos que el primer cartucho lo encontremos allí disparado y caído al suelo y quemau, y como eso no marcha como la escopeta, encontremos el perdigón  y así, el cartucho  y así. Después como seguíamos el rastro, después allá en la cañada, pues resulta que al explotar el otro tiro le quemó la cartuchera y entonces la cartuchera cayó al suelo. Y el ni se dio cuenta de la cartuchera ni ostias.

 

Fuimos nosotros, y cuando lleguemos allí, vimos aquí hay otro cartucho disparau, y la cartuchera quemada y partida por medio, entonces cogimos nosotros la cartuchera y el cartucho y nos los llevamos para casa. Y claro, y después le dijimos bueno está aquí fulano de tal, y dice si aquí está, pues que venga con nosotros. No, no. Ya irá. Vino después con su cuñado.

 

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( En la foto Hermenegildo Luzuriaga Luzuriaga y Josefa Lakalle Foronda hacia 1930. ¿Viendo esta foto, la nariz de los personajes y los apellidos puede decir que no son vascos, a pesar de que no sabían ni una sola palabra de euskera?)

 

Bueno, después vinieron los guardias aquí al pueblo porque se conoce que el juez de Mirafuentes lo denunció. Bueno pues los guardias tocaban un cartucho porque después de aquel que estaba disparado, había otro que estaba un poco quemau de fogonazo del otro y le hice yo una marca con la uña, y los guardias decían pues mira esto es de la bala que ha rebotau, de arma corta que ha rebotau aquí la bala, y no le ha tocado a él por casualidad.  Yo ya sabía que era de que le había dado así con el dedo, y no les dije nada a los guardias. ¡Qué se jodan!

 

Bueno después nos mandaron ir a Estella a declarar. Bueno no nos hicieron nada. Me acuedo que hasta el apellido  en vez de decir los Luzuriagas que habían tenido una reyarta con los romeros, y para eso decían los locumingas, me acuerdo que decían  los locumingas. Bueno pues eso, ya nos llamaron, ya nos dejaron en paz, y no…

 

En definitiva, a pesar de que la lengua vasca se haya perdido en este valle hace siglos las huellas euskaldunes son patentes. Infinidad de palabras son de origen vasco, la toponimia y los apellidos de sus pobladores, vestigios y costumbres demuestran que posee una identidad vasca

(Gerardo Luzuriaga)

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