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15/12/2009

Recuerdos

El paso del tiempo es necesario y a la vez un placer; pero cuántas imágenes, cuántas historias, las percibimos nubladas, por no evocar todas aquellas que han tomado el camino del olvido.

El día a dia, el paso del tiempo borra muchos de los recuerdos. Muchos de los cuales deberían permanecer tal como los sentimos, tal como los vivimos; pero muchas veces no es este el caso bien porque los vamos olvidando o porque el paso del tiempo los moldea hasta desfigurarlos.

Hace dos tardes mientras removía unos papeles de la niñez, me topé con una foto en que un grupo de niños y niñas del pueblo volvíamos de Codés para el pueblo, después de haber pasado el día en la romería. En primer plano se veía una fila de árboles, al lado la fuente de caños por la que salía el agua en abundancia, y detrás el santuario. De golpe me sentí de nuevo en la niñez, comiendo  las chucherias que habíamos comprado, y jugando  las pistolas y las máquinas de fotos de plástico que habíamos comprado.

Ciento de veces he vuelto a beber agua de aquellos caños, decenas de veces he subido las escaleras del santuario, alguna vez que otra he entrado a la taberna, y alguna que otra vez he entrado en la iglesia; pero nunca había vuelto a sentir los recuerdos de la niñez como esta vez.

Después de unos segundos me detuve por un momento en las caras de los niños y niñas que aparecíamos en la fotografía. Dos lágrimas se me escurrieron por las mejillas y no fui capaz de seguir mirando la fotografía de las amigas y los amigos de la niñez... Lo dejé para otro momento...

Gerardo

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