11/03/2012
El Mari
Jesús Mari Ibarrola tuvo varias etapas en la vida. Diferentes y diversas, yo ya lo conocí cuando era mozo, bastante mozo, supongo que ya tendría unos 15 años cuando yo nací. De niño, dicen que fue un chaval normal, aplicado en clase y de una gran cabeza, hacía todas las cuentas que se le presentasen de memoria, no le hacía falta papel alguno. Esta cualidad la tuvo hasta el final de sus días. En esta etapa fue muy trabajador. Era el hermano mayor, por lo que cuando se murió su padre, especialmente a él le tocó llevar el negocio de la tienda… Aquí comenzó su nuevo periodo, parece que gastaba más que lo que ganaba, con lo que el negocio fue para abajo.
(Esta fotografía de Jesús Mari describe al Mari, tal como lo recordamos, alto y con las facciones bien marcadas, con el pelo a un lado, y siempre al lado de los músicos, con la alegría que daba a todo el pueblo, verlo tan alegre. Esta fotografía también fue realizada por Angel Mari Ortigosa en lo que fue la taberna de la Teófila. ¡Qué recuerdos no nos trae ver al Mari! Sin duda para muchos nos retrotrae a una época ya pasada y bonita del todo. ¿Que no?)
Iba de vez en cuando de peón para unos y para otros. Los fines de semana, sin embargo le pegaba un poco al morapio, con lo que poco a poco fue deteriorándose. No se metía con nadie, tenía un carácter agradable y él solo hacia la fiesta. Una postura muy común cuando ya llevaba unos vinos de más era mover las manos y adoptar la postura como si tocase el acordeón. La música y el acordeón le chiflaban. Era muy conocido en el resto de los pueblos, ya que iba de fiesta en fiesta y se ponía delante de los músicos haciendo como que tocaba el acordeón. Nunca se metió con nadie, ni tampoco era faltón. Eso si en esta época fue muy conocido en todos los pueblos de alrededor. Fue un mozo alto, de buena talla, con un andar muy característico, como si al andar se fuese un poco para los lados.
Ya de unos 45 años, lo llevaron a Pamplona. Estuvo unos meses ingresado en una institución. Volvió completamente cambiado. No fue el Mari, como lo conocíamos. Vino asustadizo, desconfiado, y con miles de miedos. Ya no fue el mismo.
Unos años después se metió en casa, ya no Salió para nada, hacía su vida entre las cuatro paredes de su habitación, aunque sé que tenía una pequeña ventana que daba a la calle y por ella controlaba los movimientos de los vecinos. Gloria le bajaba diariamente la comida, y era con las pocas personas que tenía relación.
Un día los hermanos decidieron llevarlo a una residencia, allí estuvo varios años.
Ricardo Ibarrola Perez de Pipaon, su hermano, marchó muy joven a Beasaín, donde estuvo toda su vida. Yo creo que ya para los 16 años si no fue antes es cuando subió al pueblo guipuzcoano. A Ricardo lo recuerdo desde joven calvo, y los primeros años venía con un mini rojo, que a todos nos parecía precioso.
Fue una época en que la mayoría de los jóvenes fueron a los pueblos industriales y las ciudades a trabajar. Por lo que cuando bajaban al pueblo por las fiestas más importantes en el pueblo se montaban grandes fiestas. Ya que todos manejaban dinero fresco, y las fiestas y las borracheras eran considerables. A Ricardo como a otros de los que se fueron a trabajar fuera, se le notaba la nostalgia del pueblo. Tuvo épocas en que bajaba mucho y otras en que parece que la tristeza podía a la nostalgia, y le costaba bajar al pueblo. Esta es una sensación muy curiosa, bastante difícil de explicar, pero muy común entre los que un día nos fuimos y volvemos a nuestros orígenes. Siempre encuentras algo distinto a como lo dejaste.
Trabajó de butanero en Beasaín, y en los pueblos de alrededor. Recorría los caseríos de la zona. Estaba muy orgulloso de su trabajo. Tuvo épocas en que trabajó muy duro. Ricardo era un mozo serio, que le gustaba la juerga pero siempre con un orden. Hablaba siempre con una gran seriedad.
Gerardo Luzuriaga
12:30 | Permalink | Comentarios (1)
Comentarios
¡Qué pasa, que no decís nada? ¿No me digáis que no os trae viejos recuerdos este mensaje? ¿Y la fotogra
fía? ¿O es que ya de los viejos no quedo más que yo?
Anotado por: Gerardo | 16/03/2012
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