17/04/2012
Lucio y Ana
Un día sin esperarnos, nos llegó un vecino, Lucio Carlos, Carlos de apellido, que unos años antes, bastantes se había ido a América, concretamente a Chile. Llegó por todo lo alto, con un coche cuando justo aparecía un coche a la semana por el pueblo. Bueno fue todo un acontecimiento. Ver al Lucio, un hombrón volver de las Américas, con dos mujeres su esposa Ana, y su amiga Lucia, la que luego fue la mujer del Dioni.
Lucio pasaba los días por el pueblo sin hacer nada, ya que no cultivaba tierra alguna, por lo que tenía todo el tiempo para ir de un lugar para otro, y darle vueltas a la cabeza. Recuerdo que abrió un gran boquete en la esquina de nuestra casa, en el bajo, que les pertenecía a ellos para que pudiese entrar el flamante coche que había traído. También enchapó una puerta con una especie de metal con letras, que con el tiempo me he dado cuenta que se trataba de una plancha para la impresión de alguna revista u obra escrita. El lucio era una persona peculiar. Que a cada paso empleaba la palabra pucha, pucha… Lo cierto es que también trajo el acento chileno.
Ana su mujer y Lucia eran dos mujeres educadas y con cultura. Ana fue la que pintó las pinturas de la ermita de Loreto. Lucia, puso un taller de cerámica en el pueblo.
G. L.
Lucio, también como llegó se fue un día a Barcelona con Ana y que yo sepa no volvieron más.
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