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25/07/2012

Haraneko Jaiak / Fiestas del Valle (VI)

Estos días de cosecha es cuando verdaderamente nos hemos dado cuenta de los cambios que se han dado en unos años en el campo. Como bien dice Juanito, ya he perdido la ilusión por la cosecha, hace unos años seguía de cerca y con una gran ilusión cuando cosechaban las piezas, la del roble, la de la balsa... Hoy todavía subo a ver como las cosechan pero no es lo mismo...

La cosecha, en el pueblo sigue siendo importante. Cómo no. Supone la recogida de lo que se ha trabajado durante todo el año. Tareas todas encaminadas a la recogida del grano.

Sin embargo, hoy la cosecha en los pueblos no es, no representa lo que suponía hace unos pocos años. Hace 50 años las piezas se llenaban de trabajadores con sus hoces, sus zoquetas, sus guadañas, sus rastrillos y sus líos para atar los haces. Todas las manos eran pocas, todas eran necesarias, desde la de los niños a la de los abuelos. Los campos se llenaban de peones venidos de fuera, mujeres que seguían la renque  al igual que los hombres, niños dando manadas y rastreando. Actividad que duraba todo el verano, desde mediados de junio hasta mediados, finales de septiembre, un día sí, y el otro también, no existían domingos, excepto para acudir a misa. Días agotadores y un día tras otro hasta que al final se tenía el grano y la paja bien guardados en los graneros y en los pajares. Para graneros se usaba el último piso de las casas, el grano se separaba en alorines, unos de trigo, otros de cebada, y otros de avena. Siega y trilla en que participaban todos los vecinos del pueblo, pues todos vivían de una manera u otra del cereal. Todas las casas tenían mucho o poco terreno, pero todas tenían algo que segar y trillar. En esta época existían las parcelas, terreno comunal del pueblo que se repartía entre los que menos terrenos tenían.

En esta época las cuadrillas se repartían por los campos, desde el amanecer hasta el anochecer se veían grupos de trabajo en el tajo. Como bien comenta NAZARren esas eran épocas de trabajo duro. No digo que hoy día los agricultores no trabaje, no tengan sus preocupaciones, igual en cuanto a preocupaciones tienen bastantes más que los agricultores de hace 50 años. Todas profesiones tienen sus contrapartidas, y qué fácil vemos la profesión de los vecinos. Ser agricultor también hoy día tiene lo suyo. Lambrar y sembrar con tempero, cuidar la simiente, calcular la cantidad de abono y herbicidas. El campesino todo el año vive mirando al cielo. Aunque sin duda, en estos tiempos, tienen bastante más tiempo para contemplar la naturaleza, y pasear por los alrededores. Sin duda los tiempos han cambiado, y mucho.

Estos días estamos en época de cosecha, y el pueblo casi ni lo nota. ¿Quién no recuerda cuando llegaron las primeras cosechadoras, las Laverda de Ajuria? Todavía en aquellos años, por un lado se necesitaba de bastante personal para cosechar. Eran cosechadoras sin cabina, el conductor tragaba el polvo y estaba expuesto al fuerte sol del verano. Ni que decir del peón que iba atando los sacos conforme se iban llenando, las priemeras cosechadoras no tenían tolva, por lo que conforme iba cosechando había que recoger el grano en sacos, y había que andar muy listo para dar a basto. Trabajo de verdad agotador, aunque esto lo digo más por lo que me imaginaba que por experiencia pues nunca me tocó estar en tal lugar ni siquiera como ayudante. En este lugar, cercano a donde salía la paja, era una plataforma bastante estrecha y todo el día acompañado de un polvo asfixiante. Todavía recuerdo los litros de agua que se consumían en garrafones de 5 litros que se recargaban en los caños de la fuente.  El grano se guardaba en los graneros de las casdas. Por lo que los tractores circulaban por las calles del pueblo, con los remolques repletos de sacos. En esta época también todo el pueblo participaba de una forma u otra de la cosecha, aunque en estos años, muchos ya solo seguían las labores desde el alto, y veían a las cosechadoras moverse de pieza en pieza.

Hoy, sin embargo, la cosecha casi se hace sin que el pueblo, los habitantes nos enteremos. Al ser unas cosechadoras de gran tamaño, cuando están trabajando o especialmente cuando están en las piezas cercanas al pueblo se oye su rugir, pero nada más. Hoy día llegan tres cosechadoras de última generación con cortes de 6 metros, en una hora acaban con piezas inmensas. En tres días visto y no visto. El grano en los graneros de Los Arcos, Estella... ya no se guarda en casa, por lo que los tractores tampoco pasan por las calles del pueblo. Un ver y no ver. Cosechadoras irreconocibles, verdes, grandísimas, tractores y remolques que tampoco se quedan a la zaga... Los tiempos han cambiado y creo que en este caso para bien.

Gerardo Luzuriaga

 

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