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16/02/2014

Cicatrices

No exagero si digo que las personas somos reflejo de nuestras cicatrices, hoy no hablaré más que de las cicatrices físicas otro día habrá lugar para hablar de las cicatrices del amor...

Los que hemos vivido en el pueblo, en contacto con los animales y con los instrumentos de labranza, pocos somos los que no tenemos una que otra cicatriz (orbana en euskera). Es más improbable que los que hemos vivido en el pueblos, por lo menos los que nacimos del año 1965 hacia atrás no tengamos en nuestros cuerpos señales de antiguas heridas hechas con alguna herramienta... (hoces de sierra, gallegas, zadones, zadillas, hachas, sierras...)

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Las cicatrices son la historia de nuestras vidas, recuerdo una de mi padre encima de la ceja, se la tuvo que hacer de bastante joven, o por lo menos antes que naciese yo, pues nunca recuerdo cuando se la hizo, el caso es que en más de una ocasión nos contó como sangraba a raudales por encima del ojo. En una ocasión descargando haces de alholva del carro al pajar, al ir a pasar del carro al pajar por la ventana se pegó un gran golpe contra la parte de arriba de la ventana que lo dejó sin conocimiento durante bastante rato, con la gran suerte de caer encima de la mies. Debió de hacérsela de muy joven, pues la verdad es que era una cicatriz que se veía muy bien de cerca, pero que para la mayoría pasaba desapercibida, pues había cicatrizado muy bien.

También mis hermanos tienen sus cicatrices, relataré la de mi hermana Codés en un dedo de la mano, también de joven, muy joven, tal vez con cinco seis años, cuando iba montada en el trillo, tuvo la mala suerte de meter el dedo por una de las ranuras del trillo, con la intención de asegurar el equilibrio.

Yo mismo estoy orgulloso  de una preciosa cicatriz de la mano izquierda en la parte inferior del dedo gordo, cicatriz de unos 3 centímetros, que por la forma que tiene y el lugar donde está tiene toda la posibilidad de que me la hiciese con una hoz de sierra (de las que se usaban para segar las habas). No recuerdo para nada cuando me la hice, por lo que también tuvo que ser de muy pequeño...

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Ya de mayor para evitar este tipo de corta usábamos la zoqueta una especie de guante de madera que protegía la mano izquierda contra los cortes de la hoz, pues con la mano izquierda se recogía la mies, para cortarla de un golpe fuerte y rápido con la hoz de la mano derecha.

Gerardo Luzuriaga

Comentarios

Tal como lo pensaba, he hablado con Juanan, y me comenta que él ni puede contar todas las cicatrices que tiene... Estos si que supieron bien lo que era el campo...

Anotado por: Gerardo | 26/02/2014

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