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29/11/2015

Gabino (16)

Un jueves cualquiera en Estella

- Hace frío. ¡eh!

- ¡Qué va! Hoy no hace para tanto.

- Más vale. Le contesto,  mientras me coloco bien la bufanda, y me subo las solapas de la gabardina.

Hace rato que oímos el ruido de La Estellesa, pero no acaba de llegar.

Entramos al autobús a empujones en busca de calor. Imposible, por las ranuras se cuela el aire frío. Llevamos una hora pasada de viaje para hacer los escasos 25 kilómetros, este trasto tiene parada obligatoria en todas las poblaciones, paramos en Oco, Legaria, Etayo, Abaigar…  en Murieta suben alrededor de 10 viajeros. Por fin llegamos a Estella, todavía sigue haciendo frío.

-¿Vamos a almorzar al Cachetas? Me comentó Fulgencio nada más llegar a Estella.

Tomamos unos callos acompañados de una botella de vino tinto de Mañeru. Fulgencio se echó la mano al bolsillo y sacó una cartera vieja atada con una goma. La abrió y dejó a la vista un fardo de billetes.

En el Monjardín tomamos  una copa de cadenas, otra de Terry y un  farias. 

De allí nos dirigimos a la tienda de  Miquelez, pido dos cajas de cartuchos “El halcón” y “Trust” y una piedra de afilar la guadaña. Después vamos a la tienda de ropa Armañanzas a comprar dos camisas de cuadros y dos boinas Elosegui.

Sin darnos cuenta se nos han hecho las 12 del mediodía,  Estella parece un enjambre. Cada dos pasos que damos saludan amigablemente a Fulgencio.

  • Buenos días Fulgencio.
  • ¿Qué tal pareja?
  • Hola nazarenos.
  • Buenos días. Hoy también os habéis animado a venir. ¿eh?
  • ¿Qué pareja, no queréis saber nada con los pobres, o qué?
  • ¿Qué tal la cosecha por la Ribera?
  • ¿Desde cuándo somos de la Ribera? Le comento sorprendido a Fulgencio.
  • Ya sabes, que para los de la Montaña, los de Estella para abajo somos de la Ribera.
  • ¿Tanto tiempo sin vernos, Fulgencio? ¿Qué tal cosecha tenéis por La Berrueza?
  • Parece que viene buena.

Nos siguen haciendo otras tantas preguntas  sin esperar la respuesta. Para entonces ya tenía la impresión  de que se trataba  de un diálogo entre sordos, y lo de menos era lo que se respondiese, era más un rito entre conocidos, un decir algo por decir.  Fulgencio para todos tenía respuesta.

  • No, no, este año no ha sido buena cosecha, al final las espigas no han granado bien, no ha producido ni la mitad de lo que se esperaba. De paja bien, pero el sol de los últimos días la ha apurado, el grano se ha quedado pequeño.

De nuevo me han sorprendido las respuestas de Fulgencio, pues en Nazar decían que este año había sido una buena cosecha.  Le he comentado al oído

  • ¿Pero en el pueblo no comentáis que ha sido una buena cosecha?
  • Sí, pero...

No esperaba encontrarme con semejante ambiente. Un verdadero enjambre de personas yendo de un lugar para otro. Fulgencio en su salsa. Tanto que la cojera ni se le notaba . Parecía el marqués de Cábrega, si todos los que le saludan supiesen que no tiene ni cinco robadas de tierra, si supiesen que sus propiedades no llegaban a las dimensiones de un campo de fútbol.

Estaba abstraído en estos pensamientos cuando nos ha convidado a un chiquito Antonio el de Sansol,  por él hemos sabido que en la zona de Los Arcos se habían plantado grandes terrenos de viña.

Hacía tiempo que no comía tan bien. Menestra, y cochinillo asado. 

  • ¿Qué te apetece una partida al mus o un partido de pelota?
  • Pelota, al mus ya jugaremos en cualquier otro día. Le respondo.
  • No creas, no es lo mismo, las partidas de los jueves son especiales.

Con el puro en la boca hemos  entrado en el trinquete.

  • ¿Qué hora es?
  • Las tres y media.
  • Ahora comenzará el partido. Vamos date prisa.

Ya estaban calentando los cuatro pelotaris. Uno de ellos moreno, de pelo rizado, Chichán.  El partido está por comenzar, Chichán contra dos mocetones de Abarzuza. He aprovechado que Fulgencio se ha quedado en el servicio para jugarme cien  duros a favor de Chichán.

Saca Chichán. El primer tanto inacabable, más de 50 pelotazos. Chichán a la defensiva, ha levantado seis o siete pelotas que parecían inalcanzables.

6-0. El partido no puede ser más peloteado. Los tantos largos, pero al final todos caen del lado de los de Abarzuza.

12-1. Falta de saque. Más vale. Chichán parece derrotado, sin fuerza, no es su día. Parece que la mano derecha la tiene tocada. No puede pasar ni una pelota del cuadro seis.

15-4. Fulgencio, ya he perdido cien duros.

  • ¿Has apostado o qué?
  • Sí.
  • No te preocupes todavía no has perdido. He visto muchos partidos de Chichán. No te puedes fiar, ¿Quién te dice que no está perdiendo aposta? Otros partidos mucho más comprometidos que éste le he visto darle la vuelta. Muy pocos saben cuando sale a ganar o a perder.

17-4. Dos tantos más en contra. El último tanto muy bien trabajado. Chichán ha tenido a los contrarios  a su antojo, de adelante atrás, del choco al ancho. Dos o tres veces se han estorbado entre ellos. Se les ve sudados, cansados, mientras Chichán ahora parece fresco, como si fuesen los primeros tantos. Pero al final comete un nuevo fallo estrepitoso. Un nuevo fallo.  Y van...

18-4. Se acabó. Adiós a los cien duros.

Si todos los trinquetes son especiales, el de Estella es más. Sin fraile, sin tejadillo. En el frontis, sin embargo, hay dos pequeñas ventanas con una red de alambre. Si se acierta a dar en ellas el tanto es seguro, ya que la pelota se queda muerta.

Chichán ha entrado en el partido. La mayoría de los pelotazos los está poniendo en los cuadros traseros. Ha conseguido seis tantos seguidos.

19-10. Es la primera pelota que pega en la red de la ventana. Eso es suerte. Cuando parecía que el partido daba la vuelta...

20-10. Los contrarios ya dan el partido por  ganado.  Chichán consigue el saque de un fallo garrafal del delantero más joven de Abarzuza.

20-16. Chichán saca tres saques cortos, encima de la chapa, cruzados, imposibles de restar. El partido se anima. Todavía parece que está vivo.

21-16. Me jugaría el cuello que este tanto también lo ha perdido porque ha querido. Se oyen los primeros pitos.  Gritos. Fulgencio y yo nerviosos, y no solo por lo que pueda perder, sino por el ambiente, el griterío. El único que parecía tranquilo en todo el frontón era Chichán. Comenzó a hacer diabluras, cortadas encima de la chapa, ganchos de izquierda al ancho.

21-21. Conseguido con un saque malvado, imposible de levantar.

21-22. Se acabó. Chichán ha ganado. Una dejada en el ancho. La mayoría de los espectadores la hemos visto mala, claramente ha pegado en la raya, en la parte de fuera además, también a Fulgencio y a mí nos ha parecido mala, como a la mayoría del público, pero el juez se ha quedado impasible.

Los gritos de tongo, tongo se oyen en la plaza de San Juan y hasta en la de Santiago, mientras yo me paso  por taquilla a cobrar los cien duros.

Gerardo Luzuriaga

Comentarios

Jajaja, parece redactado a la vez que se veía el partido entre Irujo y Urrutikoetxea. Lo que pasa que para los que hemos oido hablar de Chichán, todo es diferente.

Anotado por: Ibon | 30/11/2015

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