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15/11/2017

España

En España dentro de la legalidad se puede hablar de todo, fuera de la legalidad no existe diálogo, no existe nada. ¿Pero hasta cuándo podrán seguir manteniendo esta máxima? No creo que por mucho tiempo.

Este es el país en que vivimos, un país en el que no existe crítica, no existe controversia, los vascos lo sabemos ya desde tiempos. Solo existe la legalidad y fuera de ella nada en absoluto.

Lo sabíamos el camino de los catalanes no era sencillo; pero ha sido un  paso de gigante, no está todavía nada dicho. Y eso que el PSOE y el PNV se han fotografiado con toda su naturalidad. Pero esta carrera no es de un día, tampoco de una semana, ni de un mes, ni de un año...

La apuesta está hecha, y nadie sabemos como acabará.

Pequeñeces (23)

Ese día salí de casa como una exhalación, bajé las escaleras de dos en dos o de tres en tres, antes que a mi madre le diese tiempo a mandarme algún recado, o por lo menos para que yo no lo pudiese oír. No nos podían ver sin hacer nada. Los niños valíamos para todo.

Salí en busca de los chavales y las chavalas, pues ese día habíamos quedado para ir a buscar gardachos, en otros lugares denominados lagartos, cuando Crescencio, un hombre mayor, serio y de una gran religiosidad, como todos los de la casa Delegardon. Hombre pausado, de muy buenas formas y palabras, me preguntó por algo que no recuerdo en este momento ni la pregunta, ni el tema; tanta prisa tenía por reunirme con los amigos que cuando me preguntó alguna otra cosa, desde lejos le respondí algo así “como a joder preguntadores”. Algo insólito, un mocoso faltando el respeto a un mayor ¡a quién y al señor Crescencio¡ Algo inaceptable en aquella sociedad rural en la que los niños debíamos obedecer sin rechistar a lo que nos ordenaban los mayores.

Estuve con los amigos hasta la hora de comer, no vimos ni un solo gardacho. Pasé la mañana preocupado, tenía algo en el estómago que no sé cómo describirlo. Sabiendo que no había hecho bien y que la reprimenda sería brutal, llegué a casa a comer algo antes de lo normal, esperaba que de un momento a otro Crescencio llamase a la puerta. Sabía que en casa no iba a tener apoyo alguno, ni de mis hermanos, y mucho menos de mis padres. A la tarde no me atreví a salir a la calle, los días siguientes hice todo lo posible por ir al campo con mis hermanos.

Crescencio tuvo mucho más sentido común del que yo suponía, que aunque bien me cuidé de no coincidir con él en las siguientes semanas, la siguiente vez que lo vi, hizo como si nunca hubiese ocurrido nada. Lo cual me hizo reflexionar hondamente.

09/11/2017

Pequeñeces (22)

Esperábamos la llegada de los veraneantes con ansia, mucho aprendieron de nosotros, pero mucho nos enseñaron ellos también. Dos mundos muy diferentes el rural y el urbano se mezclaban los veranos.

A casa Landa, a casa de Aniceta y Felisa llegaban casi todas las vacaciones Gloria y Sixto con sus hijos, muchos (seis o siete). De nuestra edad era Mari Carmen, y la que más asiduamente venía, un invierno hasta comenzó la escuela con nosotros, estuvo hasta pasar las Navidades. Ella me dio el primer beso, y con ella jugué a médicos y enfermeras en el patio y en los pajares de su casa. No tendríamos todavía ni 7 años.

Juegos inocentes, que con el devenir de los años, me dieron grandes quebraderos de cabeza como contaré en el momento oportuno.

Para entonces ya vivíamos en el barrio de abajo, no hacía mucho que nos habíamos trasladado. Mis padres tuvieron problemas con una vecina, Engracia, apodada la pinta, pariente lejana que se había casado a Zirauki y había enviudado joven, los problemas llegaron por un medianil en malas condiciones de unos pajares de su propiedad, por lo que nos vimos obligados a trasladarnos hasta que se resolviese el asunto que estaba en los juzgados. Nuestro padre creía que sería para una corta temporada, pero en la casa del barrio de abajo pasamos los siguientes 15 años sin que se arreglase el asunto del medianil.

Al final el alcalde hizo de mediador y todo se solventó con una reunión formal entre Engracia, el alcalde y yo. Nos juntamos en Zirauki, que es donde vivía Engracia. Llegamos fácilmente a un acuerdo, ella daba el permiso para reforzar el medianil, los gastos a nuestra cuenta, solventado el problema, y tras hacer una gran reforma en la casa  volvimos de nuevo al barrio de arriba con nuestros viejos vecinos.

Curiosidades de la vida a los pocos años Engracia también se trasladó a Nazar, con lo que la tuvimos de vecina durante muchos años, hasta que falleció, nunca existieron más fricciones.

08/11/2017

Euskara ofiziala

Kontseiluak EUSKARA ofiziala egiteko Nafarroa osoan kanpaina abian jarri du. Hau aspalditik aldarrikatu dut, napar guztiak berdinak izan behar ginen eskubideetan eta gaiontzekoetan. Blog honetan askotan hitz egin dut horri buruz, ez dut gehiegi errepikatuko, temati ez izateko.

Orain Kontseiluak deituta espero dugu arrakasta edukitzea. Nafar guztiak berdinak garenez beharkizun juridiko, administratibo eta fiskalei dagokienez, hizkuntza aukera berdinak izan behar ditugu, Nafarroako administrazio guztietan eta leku guztietan… Abantailak baino ez baitizkigu ekarriko.

06/11/2017

Pequeñeces (21)

Tendría unos 8 años cuando salí por primera vez del pueblo. Subí a Elorrio para una semana, allí vivían tres tíos carnales, Cesáreo, María y Rufina. Me quedé en casa del tío Cesáreo, casado con María Zarranz, nacida en el pueblo navarro de Abárzuza.

Los tíos vivían a renta en una casa solariega de la calle Berrio Otxoa, un gran portalón y unas ventanas con rejas daban acceso a la entrada, unas escaleras anchas y majestuosas accedían a la vivienda. La fachada de piedras de sillería hacía todavía más señorial la casa. Una huerta amurallada de grandes dimensiones cercaba la casa por la parte de atrás, a la cual se accedía por la puerta del salón y por otra puerta pequeña de la calle de arriba.

 Viví la semana como en un cuento de hadas. De casa en casa, me subí por primera vez en unas barracas y me monté en los autos de choque. Varios hijos e hijas de mis primos tenían la misma edad que yo. Todo era tan nuevo como extraño, suelos de madera reluciente, paredes blancas con cuadros, olor dulce y suave. La noche era todavía más sorprendente, cama bien mullida, con colchón duro, pero muy cómodo, sábanas limpias, recién lavadas con suavizante y planchadas. Todo un lujo al que no estaba habituado. El silencio se rompía de vez en cuando por el paso de algún coche, que parecía que atravesaba la misma habitación. Pero no todo fue tan idílico. Acostumbrado a hacer las necesidades en la cuadra o en el monte no fue sencillo ir al servicio, una habitación blanca, reluciente y fría, un maizal cercano acabó con mis preocupaciones y el de la familia.

 

A las 12 del mediodía unas fuertes sirenas aturdían las calles solitarias, eran las bocinas de las fábricas, anunciaban que los obreros salían para comer. Las calles se llenaban de repente de personas, pocos eran los que se paraban. La tía María y yo esperábamos con la mesa puesta a que el tío y la prima, unos 30 años mayor que yo, llegasen a comer. El tío era de muy pocas palabras, pero lo que decía era sensato y a su manera me parecía simpático.

Hoy día 55 años después todavía la prima Asún vive en esa casa, ya como propietaria.

Semana inolvidable de casa en casa, pues tenía tres tíos carnales y varios primos carnales ya casados. Por aquella época vivía en Elorrio tanto nazareno como en el pueblo de Nazar. Pues muchas fueron las familias que habían dejado las tierras para ir a las fábricas de Elorrio. Semana de halagos, y hallazgos desconocidos, el paisaje, las calles, las casas, los coches, los monumentos, las fuentes… los campos verdes de maizales, manzanos, el cariño de los familiares… Todo un descubrimiento en menos de una semana. Me llamó la atención como todas las mañanas venía una casera con un burro repartiendo la leche de casa en casa. Yo era el encargado de bajar al portal con la lechera.