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08/05/2022
La escobera
LA ESCOBERA DE NAZAR
La escobera de Nazar, que pasó a ser de Berrotza y acabó siendo la ESCOBERA DE NAVARRA.
Hoy vamos a conocer la historia de una de las últimas, si no fue la última escobera de Navarra.
La escoba por aquellos años era un instrumento de una gran utilidad y en todas las casas había bastantes. Las calles estaban sin encementar y la única forma de limpiar las calles era con estas escobas de biércol, resistentes y fuertes. En la época de la trilla, era el utensilio más empleado en las eras, tanto para recoger los granos que se desparramaban por la era, como la paja. Igualmente cuando la trilla era con trillo y había que aventar, la escoba era imprescindible para separar el grano de las cazajas y pajas grandes. También se empleaba para barrer las calles, los corrales y cuadras.
Modesta Carlos había nacido en Asarta, se casó con José María Zudaire, que fue el que hacía las escobas.
Sobre el escobero de la Berrueza existen Un vídeo de la colección Tradiciones y costumbres en Tierra Estella del Escobero de la Berrueza, en este vídeo ya no aparece José María Zudaire, si no su hijo Fidel Zudaire. En él se explica cómo y cuándo se hacen las escobas. También en Asarta Andrés Piérola hacia las afamadas escobras de biércol.
José María subía por la mañana temprano al monte con una burrilla, los meses de enero, febrero, marzo, abril, septiembre, octubre, noviembre o diciembre. Solamente en esos meses se podía cortar el biércol. El resto de meses además que no convenía cortarlo, había tareas en el campo que no dejaban ocuparse de estas tareas secundarias.
Tanto José María como su hijo Fidel conocían los lugares dónde recoger el material para elaborar las escobas, lugares húmedos y no muy cercanos al pueblo.
José María y Modesta, se casaron muy jóvenes, y como era costumbre en aquella época principios del siglo XX comenzaron a tener hijos y más hijos. Por lo menos 10, había que sacar una familia sin muchas tierras a 10 hijos e hijas adelante. Todas las ayudas eran pocas, así es como José María acudía muy de mañana al monte, toda la mañana recogiendo ramas de biércol, bien atadas las ponía en las artolas del burro, y tomaba el camino para Nazar para llegar a comer.
Los ramilletes se dejaban secar bajo una gran piedra que iba moldeando los ramilletes. En la época de hacer las escoban se cogían tres ramilletes, se unían y se ataban con cortezas de matas verdes. Con un hachuela se recortaban las puntas. Normalmente se le ponía un mango de chopo.
Una vez elaborada la escoba llegaba la tarea de la escobera, de Modesta, que no era otra que coger una veintena de escobas e ir con la burrilla hasta Los Arcos, a Viana, Sesma o Lerín a venderlas. Los jueves llegaba la Estellesa, en los meses apropiados ahí estaba Modesta esperándola con 25 escobas para venderlas en el mercado de Estella.
La venta siempre fue tarea de Modesta una mujer de cara redonda, vestida de negro, no de gran estatura, pero de complexión fuerte, de espaldas anchas y que tenía una gran fuerza.
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07/05/2022
El Abad de Otiñano
El CURA DE OTIÑANO
Allá por el siglo XVI, coétaneo de Juan Otsoa “el Lobo”, Johanes de Bargota “el brujo” María de Piedramillera “la bruja” vivió otro personaje peculiar “el abad de Otiñano”.
Siglo revuelto, donde el valle de La Berrueza, que por aquella época se extendía también por lo que hoy es el Valle de Aguilar vivió décadas importantes para la historia.
Momentos convulsos con la invasión castellana e imposición de su lengua, sus leyes, sus costumbres y cómo no de sus jerarquías civiles y eclesiásticas. Poco a poco también la población se fue acomodando a los nuevos mandatarios, no les quedó otra, o amoldarse o echarse al monte.
En esta época muchos tachados de brujos y brujas no fueron más que personas que mostraron su rebeldía contra Castilla, y los tribunales los persiguieron con todas sus fuerzas.
En este ambiente nos encontramos con el ABAD DE OTIÑANO, un cura que representaba la religiosidad tradicional del pueblo, intransigente con todo cambio y modernidad. Máximo guardián de las costumbres de antaño.
Clérigo que se destacó por su fama de predicador y devoción a la Virgen de Codés. Sus sermones fueron famosos, y mucha gente acudía a ellos. Se encendía de tal forma que con sus palabras creaba un ambiente de miedo y terror en los feligreses que hasta veían el fuego del infierno y a los demonios.
Enemigo acérrimo de Johanes de Bargota. Un hombre de gran estatura, y acostumbrado a recorrer los caminos de Berrotza, habitualmente a caballo; pero también a pie, tan biuen conocedor o mejor que Johanes de todos los rincones de la Sierra de Codés y los alrededores.
Sin embargo, la leyenda a Johanes lo representa como un clérigo ingenioso, gracioso y amable y al Cura de Otiñano como un cura cascarrabias, donde todo era intransigencia y pecado, hasta el punto que en un día de enfado el brujo de Bargota a la vez que entonaba un conjuro, cogió por los pies al abad de Otiñano lo subió hasta la cima de Joar volando y lo arrojó peña abajo dirección al Valle de Aguilar donde quedó petrificado de pie, y lo sumó a la hilera de peñas del desfiladero. Todavía hoy se le puede apreciar con casulla y todo, en la hilera de peñascos.
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