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02/01/2008

El carbonero (II) / Ikazkina (II)

Los montes del Valle de la Berrueza , la Sierra de Kodes, la sierra de Lokiz, Urbasa a principios del siglo XX, estaban poblados de enormes árboles, de enormes encinos que fueron talándose poco a poco. La carretera del pueblo de Nazar se hizó con el dinero sacado de las subastas de lotes de monte. Todavía hoy, en estos bosques, hoy poblados por árboles mucho menos recios, se pueden apreciar los lugares empleados para hacer el carbón, eras dónde se apilaban las maderas, cientos de carboneras salpicadas como calvas entre el bosque.

Los últimos leñadores que he conocido, que no carboneros, han sido el Eduardo de Asarta, el Máximo, Aurelio y Juan Antonio de Nazar. Ni leñadores -a excepción de la época de las suertes-, ni carboneros se pueden contemplar en el valle. El que quiera reencontrarse con el pasado tendrá que visitar el precioso Valle de Lana (Valle de Rusia), Viloria es prácticamente el único pueblo de Tierra Estella en el que se sigue produciendo carbón natural.

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Cientos de anécdotas he oído contar con su gracia y parsimonia al propio Carbonero, y también a muchos de los que trabajaron con él. Era un hombre culto, que le gustaba hablar y remomerar con todo tipo de detalles los acontecimientos vividos durante aquellos años jóvenes en los bosques de toda Navarra. Fue un hombre fuerte, recio y vigoroso, mantuvo la fuerza hasta los últimos días.

 1. Sobre la dureza del trabajo de cocer carbón.

El oficio de carbonero era duro, pero los propios trabajadores lo hacían más duro. En el oficio de hacer carbón, los débiles no tenían opción, no existía labor sencilla, todas las tareas necesitaban un gran esfuerzo. Todavía recuerdo como contaba el Carbonero los días pasados en los bosques. Las horas y horas con la sierra, trenzadora, las hachas y las cuñas;  pero tal vez una de las tareas en las que más sacrificio se debía realizar era en el traslado de los troncos del lugar en que se cortaban a la carbonera. La mayoría de las veces al hombro. Según dicen, eran tiempos duros, donde el prestigio, la celebridad y hasta la honra estaba basada en el trabajo y en la fuerza. Según parece, existía la solidaridad para todo menos para el trabajo, el que más fuerza tenía y el que mayores troncos llevaba al hombro era el que se llevaba la fama… Y según cuentan, el Carbonero en este tipo de trabajos nunca se quedaba atrás, es más siempre estaba dispuesto a coger cualquier tipo de tronco que para algún otro era excesivamente pesado o se veía en la obligación de tirarlo al suelo. Eran otros tiempos...