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20/01/2008

La vuelta (eta VII)

Una mañana de mayo, cogí la maleta de rayas y me fui para la ciudad. Años después volví sin maleta, sin equipaje. Anduve un cuarto de hora recorriendo las calles, y los alrededores.

Era día de fiesta, entré en la taberna, pedí un tinto, el bar estaba bastante concurrido unas 8 personas hablaban amigablemente, más que en los que estaban me fijé en los que solían y debían de estar hablando o echando la partida. No había nadie de los que esperaba encontrar.  

 

Me detuve enfrente de la casa de la muchacha por la que me hubiese quedado en el pueblo; pero las puertas y hasta las ventanas estaban cerradas, los balcones vacíos, sin tiestos ni flores, los canalones estaban rotos. Sin mediar palabra me despedí de nuevo del pueblo.

 Gerardo Luzuriaga

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