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27/07/2011

La fuente de Nazar

Podría ser la fuente de cualquier sitio, pero estas líneas van recordadas a la fuente recién renovada de Nazar.

 

Todas las fuentes, fuentillas, y manantiales tienen su encanto. ¡Qué decir, pues de la fuente de Nazar! Fuente que no solo es un manantial, una fuente, un caño. Es el símbolo de todo un pueblo. No solo, es un lugar donde generación tras generación los nazarenos hemos saciado la sed en más de una vez. Esos veranos, aquellos veranos a más de 35 grados, un trago de agua fresca, y zambullirse la cabeza bajo los chorros te devolvían las fuerzas perdidas en los campos de cereal, y el camino de vuelta bajo el sol.

Pero la fuente no era solo eso. No es solo eso. Es eso y mucho más. Ha sido el manantial que ha surtido a todo el pueblo. Personas, animales, pájaros, libélulas, avispas, abejas, mariposas… Fue durante generaciones y generaciones el centro del pueblo. La plaza. El abrevadero y el lavadero. El lugar de reunión de las mujeres, y niños. El agua era la vida, sin ella era imposible subsistir. Todo el pueblo acudía con sus barriles, garrafones, cantimploras y jarras en busca del agua potable. Y con cuencos, baldes y barreños en busca del agua para la higiene cotidiana.

 

La fuente ha sido un lugar especial, sagrado, simbólico  para todo el pueblo. ¡Cuántos amores, no surgieron y crecieron al son del agua de los caños de la fuente! ¡Cuántos secretos no se habrán llevado las cristalinas aguas de la fuente de Nazar! Aunque a decir verdad, no digo esto por experiencia propia, sino por lo que me imagino de épocas anteriores, pues en mi caso nunca he sido muy amigo del sonido de las aguas para los escarceos amorosos.

Gerardo

 

 

 

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