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19/02/2012

Los Delegardon Martínez

 

En esta  casa conocí a  tres hermanos solteros. La Conce, el Crescencio y la Paquita. A la Conce justo la conocí, la recuerdo como una mujer regordeta, seguramente murió bastante joven, pues mis recuerdos son  vestida de riguroso negro. No parece que tuviese un carácter afable, por lo menos con los niños, especialmente a los que andábamos alrededor del pozo de lavar. Seguramente es para que no nos enterásemos del cotilleo de lo que comentaban las mujeres mientras lavaban la ropa. No puedo decir mucho más de la Conce.

 

Conocí bastante más al Crescencio, un hombre alto, y que llamaba la atención por lo caídos que llevaba los pantalones. También recuerdo muy bien esta anécdota, no creo que tuviese más de ocho años, en una ocasión que estaba junto a mi padre me preguntó el señor Crescencio, no recuerdo muy bien cuál fue la conversación, pero sí de mi respuesta, que no fue otra que lo había hecho para  joder a los preguntadores. Todavía recuerdo la cara y los reniegos que me echó. Y también la retaíla  que le tuve que oír luego a mi padre, a ver qué educación era esa, a ver si no sabía que a las personas mayores se les debe hablar de otra manera… Luego ya con algunos años más me tocó hacer alguna vez la leña para ellos, y como eran vecinos tuvimos bastante relación…

 

A la Paquita la hemos conocido casi todos los del pueblo. Una mujer alta, delgada y que destacaba entre todas sus virtudes por su religiosidad. No faltaba ni un solo día, fuese fiesta o de labor a la misa, y al rosario. De su boca no salía otra frase que no fuese chico, chico por Dios, por Dios... Parecía un tanto mística, mas para ser de un pueblo como Nazar, en el que siempre ha destacado la brutalidad y la forma de hablar un tanto brusca, y con el mecaguen dios en la boca de todos. A los niños  y no tan niños cuando íbamos a hacer algún recado a su casa, nos hacía rezar un avemaria… Era la que se encargó de distribuir el promotor año tras año.

1164254585.jpg(la Paquita es la tercera por la izquierda, aparece con una mantilla, vestida de negro , delgada y alta)

Dicen, que no lo sé, pero así sería, que tenía un novio que venía a cortejarla de Aguilar de Codés. Un día llegó como de costumbre y a la hora de partir la yegua hizo un movimiento extraño y el mozo de Aguilar dijo un mecaguen… y la Paquita le dijo chico, chico, por Dios, por Dios no vuelvas más… Y así parece que fue como acabó el noviazgo.

Gerardo Luzuriaga

 

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