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08/09/2017

Pequeñeces (3)

Las dos hermanas mayores muy pronto salieron a servir a Bilbao, Sestao, Elorrio… a servir como se decía entonces. El quinto hermano murió a la semana de nacer. Navarra era una de las provincias en que más niños morían en el parto (o en los meses siguientes al parto), una provincia extensa y con medios de comunicación escasos; nuestro pueblo dista 80 kilómetros de la capital, Pamplona, y era el único hospital que existía. La señora Severiana atendía a todas las parturientas, por aquellos años el médico sólo aparecía cuando existía alguna complicación.

Mis dos hermanos mayores también emigraron a la ciudad, el mayor con 16 años subió a un taller de Elorrio, y el otro nada más acabar la mili se fue a Logroño; para entonces ya se habían forjado en todos los trabajos, sobre todo como peones de las casas pudientes, y también desde muy jóvenes eran contratados como pastores no solo en el pueblo sino también en los pueblos de los alrededores. Todos volvían en las fechas señaladas, nunca faltaron en Navidades. Mis hermanas durante unos años estuvieron yendo a Iparralde, entonces al Sur de Francia, como cuidadoras de colonias infantiles, para nosotros y también para el resto parecía que se habían ido a trabajar a otro planeta, y sus llegadas eran acogidas con entusiasmo.

Aparte del dinero que traían y otras cosas, una gran parte de sus maletas llegaban repletas de abundantes tabletas de chocolate francés, distinto al de aquí, bastante más duro y negro, todavía recuerdo el gusto y especialmente el placer que me daba sentir el crujir al partirlo con los dientes.

Tener unas hermanas mayores que trabajaban en Francia nos parecía algo especial. A los pequeños nuestras hermanas nos llevaban muchos años, a mí la mayor unos 15 años, ellas fueron las que trajeron a casa un molinillo eléctrico para moler el café, la cafetera, la máquina de coser Singer, y cientos de aparatos que no había en todas las casas. La máquina de coser tenía tres pequeños cajones, dos cuadrados en los lados y uno triangular que iba paralelo a la encimera, de este cajón es de donde mi hermano pequeño cogió unas píldoras para dormir y estuvo más de 36 horas dormido. Acudió el médico, don Antonio, también acudió el cura, don Javier. La preocupación y la tensión fueron grandes. Al final todo quedó en un gran susto.

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