14/07/2005
Los Pueblos de La Berrueza 1903
Hasta que no oyeron los ladridos de los perros, no se dieron cuenta que se acercaban al pueblo. Las casas no se distinguían del paisaje. Se encontraron ante una población de color ocre pardo: las calles, los tejados, los muros de las casas, las tapias de las huertas no se distinguían con facilidad del paisaje. Una vez enfilada la calle principal un grupo de niños les rodean y les acompañan hasta la última casa. Sin darse cuenta se encontraron fuera del pueblo. No vieron ni una sola persona mayor, aunque en todo momento tuvieron la sensación de encontrarse bajo las miradas hurañas desde las ventanas. Cuando se disponían a dar la vuelta a la última esquina del pueblo, ya para abandonarlo sintieron encima algo más de algunas gotas de agua sucia que una mujer a la voz de "agua va" arrojó por la ventana. Salieron a las cuatro suelas, en cinco minutos escasos llegaron a un despoblado en que no quedaban en pie más que cuatro casas viejas y una iglesia medio derruida, alrededor de la cual estaba pastando un rebaño de cabras de unas 200 cabezas, el cual tuvieron que rodear aprovechando una pieza en barbecho. En menos de media hora llegaron a un lugar muy similar en apariencia al anterior. A Nazar. Aunque en este pueblo también se sintieron vigilados desde las ventanas; se encontraron con un ambiente bastante más alegre y jovial. Aparte de niños, caballos, pollos y perros, se encontraron con personas de todas las edades dispuestos a entablar cualquier tipo de conversación. En menos de un cuarto de hora les pusieron al día de todo lo que ocurría no sólo en el valle, sino también en toda la comarca. Les explicaron las razones de la hurañez de los vecinos de Asarta, según parece les venía el carácter arisco a raíz de los severos castigos impuestos tras la pérdida de la batalla en la Segunda Guerra Carlista. No olvidaron tan fácil la liebre en salsa, y la cebada servida por una sirvienta tan habladora como elegante. Con gran pena tras dejar atrás la Basílica de San Gregorio y los picos de Codés atravesaron el puerto de Nazar, abandonando definitivamente este valle rodeado de bellas y encantadoras montañas. Ehun metrora herria daukagu. Etxeak bat egiten dute paisaiarekin. Txakurren zaunkak gertu aditu arte ez gara konturatu herri barruan gaudela. Kolorerik bako herria da. Arre koloreak nagusitzen da: karrikak, teiatuak, hormetako harriak, ortuetako hesiak, kolorgeak edo uher kolorekoak dira. Aitzitik, herria girotsua da, ume mordoska, txerri, zaldi, txakur eta oiloak erditik kentzeak lana ematen digu. Heldurik, ikusten ez badugu ere, lantzean behin pasatutako leihoetatik itzal batzuen begiradak barrandan iltzatzen antzematen dugu. Izkinatik eskuinera jotzean “ura” entzun orduko leihoetatik botatako ur zikin tanta batzuez zizprintindu digute. Aho zabalik uzten digu umeeketa txakurrek daukaten abildadeak. Leihoko hotsa sumatu bezain pronto bi saltoz eginez bi metro urrutiago kokatzen dira ur zikinetik ihes egiteko. Lauhazka bizian bost minututan hiru etxetzar baino zutik gelditzen ez diren eremu batera heldu gara. Eliza izandako aurreko belardian berrehun buru inguruko ahuntz-taldea dago; abereak albo batera utziz, lurgorri batetik, aurreko bezain herri txikira ailegatu gara, Nazarrera. Hemen ere leihotako kristalen atzetik jendea begira kuxkuxatzen igarri arren, bestelako giroa sumatu dugu: poza, alaia eta bozkarioa nabarmentzen da, umeez gain, helduak eta zaharrak ere kalean dabiltza. Irekiak eta, hitz-aspertuan hasteko prest daude. Lauzpabost zaharrekin mintzatu ondoren haran inguruetako gorabeherak aditzera ematen digute. Hamaika gauzei buruz hitzegin arren, arestian pasatutako herrien ezaugarriei baino ez diegu erreparatzen: Asarta herrikoak betidanik mesfidatu askoak dira, batez ere bigarren guda karlistaren bataila ospetsua bazter hauetan gertatu ostean. Bestea, berriz, Disiñana, aurreko mendean eremutu egin zen gripearen izurriteak jota... Bazkaria ere ahaztezina, erbia perretxiko-saltsan, zerbitzaria hizlaria bezain pertxenta, kontu kontari etengabe aritu da. Hastapenean bidaiak hizpide izan arren, berehalaxe Estellerriari buruzko gorabeherak ere aditzera eman digu. Arrenkuraz utzi dugu mendiz inguratzen duen ordokia. Alderdi batean zaldizkoa, zalditik gainean joango balitz moduko tontorra, Gregorio deunaren basilika, ondoan harrizko monolito ikusgarriak, mendeetan zehar haranaren zaindariak izandakoak. Beste muturrean, Harrizko tontorra, Bargotako aztiak Otiñanoko harrizko abade salataria bihurtutakoa. Beste aldean, Kodeseko azken muturreko mendikatea dugu jaun eta jabe inguruari izugarrizko edertasuna emanez. Gerardo LUZURIAGA |
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05/07/2005
Mirafuentes
Mirafuentes. El triunfo de la solidaridad Xosé Estévez.- Historiador La Berrueza es un hermoso valle navarro, enclavado en Tierra Estella, cuya panorámica en forma de mandorla o almendra desde la sierra de Ioar provoca quietudes de éxtasis. Los romanos transitaron por él y dejaron su impronta en yacimientos y restos de calzada en la antigua Petra Miliaria, hoy Piedramillera. La crónica de Alfonso III menciona el valle como libre de la ocupación musulmana. Gegráficamente abarca una serie de pueblos que sestean recostados sobre las laderas para buscar el cariño de los acuíferos, asesinos de la sed y progenitores de la vida. Otiñano, Nazar, Mirafuentes-Iturriaga, Ubago, el señorío de Cábrega, Acedo, Mués, Asarta, Mendaza, Sorlada, Piedramillera, el señorío de Learza, Etayo, Olejua y Oco, aunque éstos últimos se adscriben administrativamente a Valdega, adornan con su caserío el valle. Han desaparecido Burguillo, Desiñana, San Cristóbal, Estemblo y Villamera. Nuestro amigo y extraordinario escritor, Pablo Antoñana, ha acotado una inimitable y ajustada denominación de origen, cuajada de irónica sabiduría popular, para este recanto navarro,”la Repùblica del Ioar”. Por esta acogedora y suave cuenca discurría un camino secundario y alternativo de Santiago, del que existen numerosos vestigios y signos de todo tipo. Proporcionaba a los peregrinos unas condiciones más amables durante los rigores estivales y estaba dotado de una notable infraestructura de acogida: ermitas, monasterios, calzadas, fuentes, torres defensivas y hospital. Este camino se desviaba del llamado francés en Villamayor de Monjardín y transcurría por Olejua, Etayo, Learza, Sorlada, Cábrega, Ubago, Mirafuentes, Otiñano, Santuario de Codés, Torralba, Azuelo, Aguilar de Codés, Lapoblación, Yécora, Oión y Logroño o desde Lapobación por Labraza y Moreda empalmaba con la vía francígena en Viana. Mirafuentes era pueblo realengo mediante privilegio otorgado en 1236 por el rey Teobaldo I, debiendo pagar de pecha o impuesto 800 sueldos anuales por San Miguel, el 29 de septiembre. La peste negra y la crisis del siglo XIV, las guerras con Castilla en tiempo de Carlos II el Malo (siglo XIV), las de mediados del Siglo XV en la época del Príncipe de Viana y las tormentas y pedregadas del XV provocaron un drástico descenso del número de sus habitantes del que se recuperaría a partir del siglo XVI. Durante el siglo XIX su población oscilaría entre 33 y 37 fuegos o vecinos, población que mantendría con ligeras oscilaciones hasta mediados del siglo XX, fecha en que el masivo éxodo rural originaría un paulatino decrecimiento. Mirafuentes disimula sus glorias bajo un aspecto recoleto y humilde. Pero posee monumentos de los que debiera sentirse sanamente orgulloso: el palacio de los López de Mirafuentes, la ermita de San Adrián, una entrañable imagen gótica de la Virgen de Beraza del siglo XIII y la Iglesia parroquial del San Román, cuya construcción comenzó a finales del siglo XII. Es una Iglesia-fortaleza, por tanto de carácter mixto, pues cumplía una doble función: religiosa y militar. En la segunda mitad del siglo XVIII la antigua espadaña fue relevada por una imponente torre-campanario, símbolo de la importancia del lugar, que hinca vanidosa su soberbia traza ante los atónitos ojos del visitante. Pero si el viajero no sólo se soloza con la contemplación de sus bienes materiales y se digna adentrarse en el corazón de sus habitantes, encontrará joyas de humanidad y robadas de fraternidad, porque en Mirafuentes todavía anida una ave canora desgraciadamente en vías de extinción, la solidaridad. Gracias a ella se construyó el bar-sociedad, se acondicionó el entorno de la fuente, se habilitó un gastetxe, se ennobleció la entrada del pueblo, se halla en fase de edificación una nueva casa consistorial, se han recuperado tradiciones como el Mayo, se restauró la iglesia, el cementerio y sus alrededores y en general, viviendas y calles han experimentado un proceso de embellecimiento, que ha tenido la recompensa de un merecido y justo premio. En este alarde solidario, tolerante y convivencial, unos han ejercido de adalides y abanderados, desde Jesús Mari hasta Loli, otros hemos sido más bien currelas de base, desde Honorato a Emilio. Todos y todas, salvo rarísimas excepciones, pues de lo contrario residiríamos en la Jerusalén celeste, hemos empeñado arte, parte, ilusión, esperanza, esfuerzo y trabajo para mejorar humana y materialmente este pueblo de nuestros amores y dolores. Infantes hiperactivos, jóvenes lozanas, galantes mancebos, recios maduros, diligentes cuarentonas y desentumecidos ancianos han aportado su azumbre al granero. El resultado a la vista está para disfrute general. El amor a la humanidad es pura entelequia, si no hunde sus raíces en el amor a la comunidad vecinal donde se engendró el despertar a la vida, se articuló el embrión de la estructura vital y echó a volar el primer sueño existencial. Sin localización humanizadora no hay utopía globalizadora. Este modesto "escribidor" considera inmarchitable el valor de la hermandad y proclama abiertamente su más ferviente admiración por este generoso pueblo navarro de la Berrueza, bello rincón de mi querida Euskal Herria, en este poema, que divisa anhelante la cercanía de las fiestas patronales: "Enhiestas crestas, con hambre de azul y sueño, puñales de alegre dolor en las alturas, desplegadas velas de albas desmesuras, cerviz doblad, el santuario es señor y dueño. A la Virgen de Codés amparo y manto ofreced La Berrueza, Torralba, Espronceda y Aguilar, viñas sacrales, nobles campos de pan llevar, de Tierra Estella culmen, alcurnia, loa y prez. Ensalzar la belleza no es infame desacato y Mirafuentes alcanza supremo loor y encanto, que en sus habitantes suscita lógico arrebato. Los foráneos contribuimos con verso, labor y canto, Unidos colaboramos en común trabajo grato. !Felices fiestas de San Román, patrono Santo!. |
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04/07/2005
Dos asesinatos
A las 11 de la mañana, Primitivo atropelló a un hombre que bajaba por la carretera recientemente abierta y embreada. Allí mismo, en la misma revuelta quedó el cadáver a consecuencia de un golpe seco en la cabeza. |
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01/07/2005
El Habla de la Berrueza
He tenido la oportunidad de hojear el libro de Ángel Martínez Salazar. Sabido es que en nuestro valle los libros son vistos como algo especial; pero no porque sean considerados como algo peculiar, sino precisamente por la poca relación que tenemos los habitantes de estos pueblos con los libros. Sin embargo este libro, es un libro, que creo que todos, absolutamente todos lo podemos leer. Texto sencillo, cercano, bien escrito, con anécdotas precisas, dichos y costumbres de nuestros convecinos. No lo he leído, lo he ojeado. Pero me ha dado la impresión que de aquí en adelante será difícil decir, poner algo nuevo que no aparezca en este libro. Es sin duda, un libro que reúne el saber popular de nuestros padres, hermanos, amigos. Zorionak Ángel. El primer pote te lo pago yo. De todas maneras, a pesar de lo dicho anteriormente, estos pueblos son lugares de sorpresa, hay todavía mil historias por recoger. Por sólo poner un ejemplo en Nazar no aparece el carbonero. Aparecerá el Paco de Ubago? El herrero de Mirafuentes. Mendaza es un filón de historietas. Os animo a escribir aquí, lo que os parezca. Tengo el control de los que la visitaís, y sois muchos, muchos más de los que nos podíamos imaginar. Dejad la vergüenza y escribir algo: anécdotas de los pueblos, personajes, lo que os parece esta página. Gerardo Luzuriaga Santxez
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