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22/12/2018

Tradiciones

Los pueblos han cambiado en todos los aspectos. Nazar, un pueblo que hasta  1950 contó con  300 habitantes ha ido perdiendo familias, vecinos y habitantes para quedarse en  30 habitantes. Y lo mismo, lo mismo ocurre con el resto de pueblos de La Berrueza.

Los cambios han sido profundos  en todos los aspectos. En la  forma de vivir, de trabajar, de comer, las celebraciones festivas, las celebraciones religiosas, los actos civiles y los religiosos han cambiado.

Desapareció la escuela. Lo mismo ocurrió con los oficios, herreros, carpinteros, carboneros,  jornaleros, criados, pastores…  Tan solo ha permanecido la agricultura. Llegó la maquinaria y la mano de obra sobró.  Para labrar ya no se necesitaron animales, ni bueyes, ni caballerías y mucho menos a azadones, ya no se siembra  a mano con la capaceta, la siega pasó a hacerse con maquinaria, primero llegó  la segadora, luego la cosechadora, con lo que los que no tenían tierras o tenían muy pocas tuvieron que marchar para las ciudades.

Desaparecieron las pajeras, los pajugueros, fueron desapareciendo las eras.  Con ello cientos de costumbres, hábitos se han ido perdiendo. Ni el vino, ni la matanza se hacen  en las casas, en las noches de invierno ya no se reúne la familia a desgranar los maíces.

Los animales han desaparecido, con lo que ya nadie ordeña las cabras, las vacas… Ya no existen los rebaños de ovejas, cabras, vacas… ni tampoco caballos, yeguas, mulos y burros, ya no existen las comidas de los pastores.  Tampoco en las casas existen las cuadras…

Tampoco  existen las rondas de los mozos alrededor de las casas de las mozas cantándole sus coplas… tampoco existen los bailes semiclandestinos del Carbón o Disiñana… Han desaparecido las costumbres cotidianas y normales del pueblo… Ya no se ven a las mujeres lavando en el pozo con sus enormes cubos de ropa… Tampoco a las abuelas cuidando de los niños, o sentadas en las puertas de las calles, porque ya no hay niños que cuidar, ni abuelas que los cuiden.

En los pueblos ya no hay bautizos, ni primeras comuniones…

Sin embargo, los pueblos, con sus casas, sus terrenos, sus árboles, sus peñas siguen existiendo. No es cuestión de mirar hacia atrás, es cuestión de mirar hacia adelante, de vivir la vida actual, de aprovechar al máximo lo actual.  No es cuestión de intentar mantener aquellas costumbres, hábitos, tradiciones tal como se vivían hace años. Es imposible. Lo importante es conocerlas, es escribirlas, y que las nuevas generaciones puedan hacerse una idea (nunca exacta) de lo que supuso vivir en una sociedad rural. Ya pocos muy pocos sabemos lo que era segar a mano con hoces, guadañar los terrenos, trillar en las eras con las caballerías, o con la trilladora. Muy pocos se pueden hacer a la idea lo que suponía vivir en pueblos sin agua corriente, sin luz eléctrica, dónde no existían retretes, ni duchas. Por no hablar del teléfono…  

No es cuestión de volver al pasado, no es cuestión de volver a los carros, los burros o los caballos. Vivimos en la época del automóvil, tan solo un tractor de los de ahora tiene más fuerza que lo que tenían todos los tractores del pueblo hace 50 años, una sola rueda de los tractores de hoy es mayor que cualquiera de los de hace 50 años.  No es cuestión de intentar mantener lo imposible… Y esto vale para todos los aspectos de la vida del pueblo, aspectos sociales, religiosos, políticos, culturales y económicos.

Gerardo Luzuriaga

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