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16/06/2010

Personas de Nazar (III)

Poco a poco vamos avanzando por el barrio de abajo. LLegamos a la casa de Landa. En esta casa conocí a una mujer mayor, siempre vestida de negro, creo que se llamaba Aniceta, la madre de la Felisa y de la Gloria, y de unos cuantos muchachos que no me acuerdo muy bien de sus nombres que se fueron a América. Uno creo que se llamaba Luis. Recuerdo entrar a esta casa con mi madre, y ver allí a una mujer mayor de edad, la cual no estaba bien de la cabeza y que decía que había personas en el granero. A mi me daba pánico entrar en aquella casa, a pesar de que siempre iba con mi madre. Allí también vivió la Felisa, una mujer de bastante estatura y que los últimos años llevaba unas gafas oscuras. Se fueron a vivir a Pamplona.

Subiendo la cuesta se llega a casa de los Delegardón, tres hermanos solteros. La Conce, el Crescencio y la Paquita. A la Conce justo la conocí, la recuerdo como una mujer regordeta, seguramente murió bastante joven, pues no la recuerdo vestida de negro. También la recuerdo como una mujer que siempre estaba gritando a los niños, especialmente a los que andábamos alrededor del pozo de lavar. Conocí algo más al Crescencio, un hombre que llevaba los pantalones siempre medio caidos, una vez que estaba junto a mi padre me comentó o me preguntó algo y yo le respondí algo semejante como que lo había hecho para joder a los preguntadores. Todavía recuerdo la cara y los reniegos que me echó. A la Paquita la hemos conocido casi todos los del pueblo. Una mujer alta, delgada y que destacaba entre todas sus virtudes por su religiosidad. No faltaba ni un solo dia, fuese fiesta o de labor a la misa, y al rosario. De su boca no salía otra frase que no fuese chico, chico por Dios, por Dios... Parecía un tanto mística, más para ser de un pueblo como Nazar, en el que siempre ha destacado la brutalidad y la forma de hablar un tanto brusca.

En la casa de arriba vivieron la Aparición, que creo que era de Espronceda y el señor Donato. Poco puedo comentar del Donato, si no es que lo recuerdo como un hombre calvo con un bastón sentado al sol en el poyato. De la Aparición me acuerdo bastante más, una mujer bastante gorda, y muy agradable, me solía gustar ir a su casa con los recados que me mandaba mi madre.  

Y así llegamos a la calle la fuente, la primera casa es la de los Ibarrola. Aquí vivió la Patro, madre de la Lucía, y hermana del Fortunato y el Cirilo. Una mujer pequeña y vestida de negro. Vivió durante algunos años en Beasain. La Lucia, una mujer alta, tal vez es una de las mujeres con las que más he hablado de Nazar, ya que bajaba habitualmente a nuestra casa o nuestra madre y nosotros con ella ibamos a la suya. Debía tener alguna enfermedad, ya que movía suavemente la cabeza de un lado para otro. Recientemente hemos despedido a Aurelio, Jesús Mari y Ricardo. La vida de Jesús Mari ha sido especial. De niño debía ser un niño bastante espabilado, en la escuela iba de maravilla y las matemáticas debían de ser uno de sus principales gustos. En su juventud abusó de la bebida, e iba de pueblo en pueblo a las fiestas. Tuvo unos años de una gran libertad. Desde que fue a Pamplona ya no fue el mismo, volvió bastante cohibido, y con problemas sicológicos. Los últimos años los pasó sin salir de casa. De Aurelio y Ricardo no puedo decir nada que no sepáis o que no lo haya dicho ya en este blog.

Gerardo Luzuriaga 

14/06/2010

Personas de Nazar (II)

En la siguiente casa, también vivió un Atxa, el Serafín y su esposa la Josefina de Andosilla. No tuvieron hijos. Vivían en una casa amplísima. Con muchos pajares a su alrededor.  Se decía que era el hombre más rico de Nazar, y así sería, ya que a parte de las tierras de Nazar, también poseía gran cantidad de fincas por los pueblos de los alrededores. Sin contar las propiedades que la Josefina poseía en su pueblo.

Las cuadrillas de mocetes más viejos que nosotros, la del Aurelio, Juan Antonio, Toñin, y en especial las anteriores la del Ricardo, Manolo... no le dieron tregua, no tenían mayor gusto que meterse con él. Le robaban las manzanas, las peras del huerto del Chorrón, andaban en el pajuguero, levantaban las tejas del gallinero en busca de nidos...  el Serafín les perseguía...  los mocetes entraban en el juego y lo tomaban como la diversión del verano. Sin embargo le tenían bastante miedo, y en más de una ocasión dio algun buen escarmiento a alguno de los que pilló. En una ocasión cuando les perseguía por las piezas con el perro y la yegua. Uno del grupo, creó que fue un hijo  del Aderito, el que cogió una piedra y cuando se acercaba la tiró, con tal suerte que le pegó en el morro a la yegua y el Serafín cayó tendido al suelo, mientras los mocetes huían despavoridos.

Aunque con los chavales de nuestra generación no tuvo tantos problemas, yo por lo menos le tuve miedo, y cierto respeto. Recuerdo al Serafín como un hombre grande y gordo. Serio y como si estuviese enfadado. Tuvo fama de roñoso y ruín. Repetía una y otra vez cojotes, cojotes... De su muerte casi ni me enteré, un invierno cuando vine del colegio, me dijeron que había estado enfermo y que había muerto.

La Josefina, sin embargo, era una mujer habladora y me parecía agradable, aunque yo nunca tuve mucha relación con ella. Vivió unos cuantos años más que él.

En la siguiente casa, también amplia y rodeada de pajares y graneros vivió el Agustín, lo conocí ya de edad avanzada. Fue el padre de la Tere, y hermano del Carmelo y don Antonio médico del pueblo que vivía en Mendaza. Lo recuerdo como a un hombre gordo, de andares tranquilos, nunca lo vi trabajar. Todos los días subía con el barril de agua a la fuente. No podía ver que sus dos nietos  estuviesen jugando con el resto de los niños, por lo que cualquier excusa era buena para llamarlos y mandarlos para casa . En su casa, a la cual acudíamos con asiduidad, lo recuerdo sentado en un sillón de mimbres en la cocina desgranando las vainas secas. En casa era un hombre tranquilo y agradable.

En esta casa, como casi todos sabemos vivió el David, padre del  Alfredo y la Encarna. Un hombre alto de tez morena, de habla suave y pausada. Padecía de  la columna, por lo que no podía realizar esfuerzos físicos. Nos hablaba a los niños como si fuesemos adultos, lo cual no era muy usual en el pueblo. Trabajé algo para él, pero especialmente lo recuerdo en el huerto recogiendo piedras con una carretilla. Murió bastante joven.

En la siguiente casa, vivió la Severiana. Una mujer también de edad, o así me lo parecía. Su casa ya no existe, ha sido derrumbada, es la que estaba en la curva para salir hacia el carbón. Según he oído era la que ayudaba a dar a luz a todas las mujeres del pueblo. No tendría yo más de cuatro años cuando se fue del pueblo...

Gerardo L.

11/06/2010

Una mañana de lluvia

euliak.jpgUna mañana de lluvia, tranquila y sin prisa da para mucho, hasta para pararse a ver como dos moscas se aparean.

Hacía tiempo que no veía dos moscas apareándose, es más hacía bastante tiempo que no veía moscas. Con lo que han supuesto las moscas en estos pueblos de la Berrueza. Especialmente recuerdo días de verano en que la casa estaba llena de moscas, verdadera pesadilla de nuestra madre. En la hora de la siesta, cerraba todas las ventanas y puertas y echaba bloom contra las moscas. En definitiva en aquellos años las moscas convivían con las personas, pocas eran las casas en que no andaban revoloteando de un lugar para otro. Tanto es así que Pablo Antoñana si mal no recuerdo en más de una ocasión trató el tema de las moscas y la república independiente de Joar. El caso que ver dos moscas una encima de la otra, ha sido una escena habitual desde que teníamos uso de razón.

Sin embargo, esta vez, seguramente debido al asueto, la tranquilidad y el no tener otra cosa en que pasar el rato me entretuve en ver como se llevaba a cabo tal acto. Tengo que decir, que no me di cuenta de los prolegómenos, sino que cuando reparé en las dos únicas moscas que merodeaban por la cocina, ya se habían unido. Acopladas de maravilla, como se aprecia en la fotografía. El macho sobre la espalda de la hembra. Encima de ella, con las patas de atrás apoyadas suavemente sobre la superficie, que al principio fue mi camisa, luego la mesa, y al final el cristal de la ventana. El macho apoya las patas de adelante  en la parte anterior de la espalda de la hembra, algo más adelante que lo que aparece en la fotografía. Al principio pensé que sería cosa de unos segundos, pasaron los minutos y seguían unidas. Pasaron cincuenta minutos y seguían unidas, por fin en un momento las vi de nuevo revolotear cada una por su lado, no me di cuenta en el momento que se separaron, tampoco es cuestión de realizar un seguimiento, como si de una investigación científica se tratase.

Permanecen inmóviles, sin movimiento aparente. De vez en cuando avanzan unos centímetros, para quedarse de nuevo inmóviles. Aparentemente no existe movimiento alguno. De repente vuelan unidas a otro lugar, para volver al instante al mismo cristal. El peso del macho no parece inconveniente alguno, no solo para permanecer minutos y minutos encima de la hembra, sino también para moverse y volar de un lugar para otro unidas y acopladas maravillosamente.

Lo dicho hasta las cosas más habituales con el paso del tiempo se hacen especiales. Con las miles y miles de moscas que habremos visto sin hacerle el mínimo caso.

Ya dice el refrán que cuando el diablo no sabe que hacer con el rabo espanta las moscas.

Gerardo Luzuriaga

10/06/2010

IV BTT Berrotza

vista.jpgLa metereología no apoyo el acontecimiento, pero tal vez a alguno le vino de maravilla que no calentase como acostumbra a hacerlo por estos lugares el sol. El caso es que 420 participantes tomaron parte, al final el tiempo mejoró y la lluvía no fue impedimento para que los ciclistas gozasen del inmejorable paisaje, por el que discurrió la carrera.  

Yon Isaba llegó el primero a la meta. No sé que tal llegaría mi hermano y su compañero, no creo que entrasen entre los primeros, más bien creo que fueron a pasar un buen día de paseo y contemplar el arbolado y los lugares por los que discurrió el circuito.

Ya sé que entre los organizadores, a parte de Patxi, estuvieron una gran parte de los nazarenos, repartidos por los diferentes cruces y lugares peligrosos del recorrido.

A ver si para el año que viene puedo por lo menos acudir como organizador, ya que la bicicleta nunca ha sido uno de mis defectos.

Joarkide

kardelina - jilguero

kardelina1.jpgUn 5 de junio, dia de bochorno infernal, alrededor de las 12.

Me encuentro delante de un huerto sin cultivar, repleto de zarzas, hierbas, plantas y flores de todos los tipos.

En un rincón son los cardos de casi dos metros los que sobresalen sobre el resto de las plantas, entre ellos resaltan los que todavía están en flor, especies de  alcachofas de filamentos morados muy atractivos visualmente. Entre ellos se ven algunos cardos ya maduros de color blanco a punto de dejar libres "los abuelos" que inundarán el pueblo los días secos que corra un poco de aire, yendo de un lugar hacia otro dejando las semillas en los lugares apropiados para que el año que viene crezcan de nuevo.

De cuando en cuando, cada cinco, diez minutos aparecen cinco, siete y hasta diez cardelinas que se posan suavemente encima de las flores y picoteando tratan de librar las semillas con que alimentarse.

Hacía años que no me fijaba en estos pequeños y encantadores pajarillos de colores vistosos y llamativos. Pico blanco, cocorota negra, alrededor de los ojos y en la papada es el rojo chillón el que predomina sobre el resto de colores, pecho y parte de la cara blanco, espalda marrón y cola y extremo delas alas negro, las alas son de color amarillo vivo, lo cual especialmente en el vuelo lo hace uno de los pájaros más vistosos del verano.

Un bonito domingo de junio, justo el que los nazarenos llevan la Virgen de Loreto de la ermita a la iglesia. En este caso sin cura, pero verdaramente emotivo, unas 18 nazarenas y nazarenos acompañaban a la imagen, cuatro llevaban la imagen, una el estandarte de la Virgen de Loreto y el resto cantaba las canciones de toda la vida. Los niños iban por delante cosa bastante inusual.

Ebaristo Etxeberria Lakalle