20/04/2012
El Jesu
Por último vino a vivir una mujer de la cual habíamos oído hablar mucho de ella. La señora Engracia, se había quedado viuda en Zirauki. También apareció un día como otro cualquiera, y se puso a vivir en la casa en que había nacido. No sé ni cómo, ni por qué le daría por dejar la casa que tenía en Cirauqui, y venirse ya de bastante mayor a Nazar. La nostalgia, o tal vez que para cuando vino ya tenía la cabeza un poco tocada.
En este mismo barrio del Cuarterón, en la calle de arriba, vivió la Avelinda, madre de la Adelaida. Seguro que la recordamos todos, los últimos años los pasó en cama. También recuerdo a la mujer del José Mari, pero que no recuerdo su nombre, debía padecer una enfermedad crónica, pues siempre andaba muy delicada de salud. El Jesu, el padre de la Yoli, y el Fernando, murió ya hace una veintena de años. Qué no decir del Jesu, un hombre campechano y muy bilbaíno. También recuerdo a sus hermanos el Horacio, algo más gordo y colorado que los otros dos hermanos, y José, que creó que sufría de corazón. Esta familia fue una de los primeros veraneantes, comenzaron a venir desde hace muchísimos años. La madre de Horacio, Jesu y Jose, (Jose sin acento) era la señora Leona, que había nacido en Nazar y se ve que se había ido a trabajar a Bilbao, donde se casó y tuvo los citados hijos.
En la casa de al lado, vivió la Conce, madre de la Lorenza, la Begoña y el Jesús. La cual también se fue a vivir a Elorrio. Begoña se casó con José Luis (Mondra), un hombre delgado y siempre de buen humor. Lorenza se casó con Pedro, otro euskaldun de Bizkaia.
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Mi pueblo
1
Estudios sin entusiasmo / Maestros sin ilusión / Padres sin educación / Curas sin compasión
2
mañanas de clarión / mediodías de abrasión / atardeceres de azadón /anocheceres de oración
3
Niñez de pobreza / Adolescencia de sudor / Madurez de yugo / Vejez de placidez
4
Difícil escapar al destino / El carbonero carbonero / El herrero herrero / El carpintero carpintero
5
Familias sin tierras / Con muchos hijos / Abundantes comensales / Cuadras ínfimas
6
Animales famélicos / Pocas viandas /Jornales escasos / Graneros vacíos
7
Maestros censores / Secretarios serviles / Aguaciles acusadores / Guardia civil atosigadora
8
Médicos suntuosos / Curas inhumanos / Alcaldes inaccesibles / Jueces injustos.
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18/04/2012
Luzuriaga Lacalle en Donostia
Luzuriaga Lacalle Luzuriaga Foronda en Donostia.
Mi padre siempre me comentó que el tenía un tío que vivió en Donostia. Lo único que me comentó es que se llamaba Norberto Luzuriaga. Tampoco sabía si era tío carnal. Aunque no me he acercado a los archivos a comprobarlo, desde hace unos años aquí siempre he andado tras la pista. Existe un Norberto Luzuriaga que también vivió por las mismas fechas en Donostia. Fue un músico de gran importancia. Conocido como "Lutxu". La verdad es que hasta puede ser el mismo, pero conociendo mis habilidades para todo lo relacionado con la música y el canto lo descarto ya de entrada.
El caso, es que he dado con el tal Norberto Luzuriaga, hermano de mi abuelo, ya que se apellida Luzuriaga Luzuriaga, igual que mi abuelo Hermenegildo. Y no queda ahi la cosa, sino que también se casó con una hermana de la madre de mi padre (es decir con una hermana de mi abuela paterna). Ynocencia Lacalle Foronda. Es raro que mi padre no supiese este dato, pero el caso es que nunca lo comentó, por lo que creo que tal vez él tampoco viese muchas veces a sus tíos. Hermanos de su padre y de su madre.
Norberto e Ynocencia, según parece no se casaron en Donostia, sino que seguramente se casarían en Nazar, y se fueron a vivir a San Sebastián, donde tuvieron cuatro hijas y un hijo. Como nu tuvieron más que un hijo es fácil que el apellido Luzuriaga haya desaparecido. Casi lo mismo que le ha ocurrido a los Luzuriaga de nuestra familia directa, pues Hermenegildo Luzuriaga y Josefa Lacalle, por lo menos tuvieron seis hijos, Paula, Victoria, Maria, Rufina, Cesáreo y José. Cesáreo y Maria (de Abarzuza) tuvieron dos hijas, Esther y Asun. Por lo que el único que podía prolongar el apellido es José que como todos bien sabéis se casó con Cirila (de Azuelo) y tuvo seis hijos. Rosario, Codes, José Mari, Juan Antonio, Gerardo y Javi. Tanto Jose Mari, Juan Antonio, como Jabi tienen hijas, por lo que si las hijas no ponen como primer apellido a sus descendientes (cosa que ahora si que se puede hacer legalmente) también desaparecerá. Gerardo tiene un hijo y una hija.
Bueno la cosa es que Norberto e Inocencia tuvieron en 1889 a Manuel, en 1901 a Asunción, en 1894 a Felisa Maria de la Concepcion Patrocinio, en 1896 a María Clara, y 1899 a Cecilia. Por lo que los únicos que pudieron seguir con el apellido Luzuriaga también por esta rama son los descendientes de Manuel Luzuriaga Lacalle Luzuriaga Foronda.
Seguiremos indagando...
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17/04/2012
Lucio y Ana
Un día sin esperarnos, nos llegó un vecino, Lucio Carlos, Carlos de apellido, que unos años antes, bastantes se había ido a América, concretamente a Chile. Llegó por todo lo alto, con un coche cuando justo aparecía un coche a la semana por el pueblo. Bueno fue todo un acontecimiento. Ver al Lucio, un hombrón volver de las Américas, con dos mujeres su esposa Ana, y su amiga Lucia, la que luego fue la mujer del Dioni.
Lucio pasaba los días por el pueblo sin hacer nada, ya que no cultivaba tierra alguna, por lo que tenía todo el tiempo para ir de un lugar para otro, y darle vueltas a la cabeza. Recuerdo que abrió un gran boquete en la esquina de nuestra casa, en el bajo, que les pertenecía a ellos para que pudiese entrar el flamante coche que había traído. También enchapó una puerta con una especie de metal con letras, que con el tiempo me he dado cuenta que se trataba de una plancha para la impresión de alguna revista u obra escrita. El lucio era una persona peculiar. Que a cada paso empleaba la palabra pucha, pucha… Lo cierto es que también trajo el acento chileno.
Ana su mujer y Lucia eran dos mujeres educadas y con cultura. Ana fue la que pintó las pinturas de la ermita de Loreto. Lucia, puso un taller de cerámica en el pueblo.
G. L.
Lucio, también como llegó se fue un día a Barcelona con Ana y que yo sepa no volvieron más.
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15/04/2012
La maestra
Casa la Pinta.
Una casa particular, con horno en el exterior, a un lado de la casa. La mayoría de las casas lo tenían, he conocido varios en el pueblo, no creo que quede ninguno. Los que conocí eran grandes, muy grandes. No puedo calcular pero si supongo que tendrían tres metros de diámetro. El único horno que conocí en la calle fue este. Las casas de antes también tenían su bodega, con su lago. También he conocido varios lagos, no creo que quede tampoco ninguno en el pueblo. La última prensa para hacer vino la recuerdo en casa de la Lucía.
Bueno el caso es que en casa de la Pinta, hoy conocida como la casa del nogal, he conocido tres hermanos, nunca convivieron junto, pero sí que los vi viviendo uno de tras de otro en la citada casa. La primera fue la maestra del pueblo. La Resurre Carlos. La recuerdo como una mujer alta y gorda, de cara redonda y roja. Pero especialmente la recuerdo or los golpes que me dio de pequeño, y eso que tuve la gran suerte de no ser de los que más golpes recibía, y también tuve la gran suerte de que solamente estuve con ella de los 5 a los 8 años, pues justo cuando iba a cumplir 9 años por la protesta de algunos padres especialmente del Pedro la jubilaron y vino una maestra joven de fuera6. Fue una mujer muy peculiar, soltera. Es curioso que una mujer de Nazar estudiase para maestra en aquellos años. Eso sí que es de resaltar, pero creo que luego no tuvo la suerte que se merecía al quedarse a ejercer de una profesión no muy considerada en el pueblo. Sí es verdad que era casi imposible aprender nada con esta maestra, también es una realidad la poca predisposición de los alumnos y especialmente de los padres hacia la educación. Lo cierto es que la mayoría de los que acudieron a sus clases acabaron siendo analfabetos, justo en los diez años que en teoría deberían permanecer en la escuela aprendieron a leer, escribir y emplear las cuatro reglas. Aunque también es verdad, que entre todos los que iban a la escuela siempre había dos o tres que eran sus elegidos y preferidos que si que aprendían.
El caso es que en la escuela era un ogro, recuerdo de maravilla las reglas y palos de mimbres que acababan en nuestras espaldas. Cualquier trastada acababa en un castigo. A los castigos de la Resurrección había que añadir los golpes y castigos del cura, don Javier. Y a este si que le teníamos el respeto debido.
G. L.
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