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21/11/2012

Juegos de La Berrueza: el caloyo

Se hacía un hoyo en el suelo de tierra, o se elegía ya uno realizado ya anteriormente, cada jugador tenía una docena de alubías, las cuales desde una distancia convenida de antemano se intentaban introducirlas en el agujero, si nadie lo conseguía ganaba aquel que más cerca se hubiese quedado, el cual se llevaba todas las alubias que se habían apostado en esa chanda. A este juego se le denominaba "el caloyo".

Semejante al anterior era el juego de "la garza", pero se jugaba con "perras gordas" u "ochenas".

Otro juego muy habitual era el juego de "las chapas", también denominado juego "del inglés". Juego de suerte que simplemente consistía en tirar las chapas al alto y acertar en que lado se quedaría en el suelo. Juego similar al cara y cruz o león-castillo.

Los juegos de pillar eran los más socorridos. Entre ellos destacaban "el clis". Uno la pagaba y tenía que pillar a cualquiera de los que estaban jugando. Cuando se tocaba a otro con la mano, era este el que debía perseguir al resto y pillar a otro, y así sucesivamente. Igualmente existían una gran variedad de juegos de pillar, alguno muy semejante al clis, pero que conforme eran atrapados por el que la pagaba tenían que quedarse unidos por la mano en un lugar concreto, y cuando quedaban los dos últimos podían librarlos a todos los que estaban unidos por la mano en un lugar concreto y que no se podían mover.

También era frecuente jugar a "la cadeneta", el que la pagaba pillaba a otro, el cual unido por la mano al que la pillaba iban en busca del resto de jugadores, y conforme eran atrapados la cadeneta iba aumentando de miembros.

Otro de los juegos tradicionales de estos pueblos ha sido "las tabas". Como muy bien me decía mi padre, el no tiene conciencia de haber judago nunca a este juego, pero si que debía ser popular en su juventud. Sé que en el pueblo se jugó bastante, pero parece que fue un juego especialmente de niñas. Las tabas era un hueso que se encontraba en las rodillas de las patas traseras de los corderos. Cada uno de los cuatro lados recibía un nombre distinto. Seguro que alguno de los de ahora conoce bastante mejor el funcionamiento de este juego tradicional, popular y que tiene orígenes ancestrales.

G. L.

18/11/2012

Los pueblos de La Berrueza cada día un poco más abandonados

Los pueblos de La Berrueza, al igual que la mayoría de los pueblos de Tierra Estella nos vemos cada día más abondonados por los servicios de Salud. El Gobierno de Navarra quiere implantar ciertos cambios en los servicios de urgencias rurales, los cuales han encontrado la oposición de los habitantes,  alcaldes y concejales de la zona. Recortes con los que se suprimen las guardias de médicos y enfermeras presenciales.


Los representantes políticos del Valle de Lana, La Berrueza, Valdega... y también los vecinos estamos completamente en desacuerdo con estas nuevas medidas de la administración navarra que nos deja completamente indefensos y abandonados sanitariamente. Ya que se suprimen las guardias físicas con lo que a partir de las tres de la tarde habrá que acudir al centro de salud de Estella. Es preciso resaltar la edad media de las poblaciones que estamos hablando, gente mayor sin vehículos a su disposición. muchas de las localidades se encuentran a 30 kilómetros de distancia de Estella.

Hay que decir que los representates políticos lo tienen claro y se han hecho eco del problema que suponen estos nuevos cambios para toda la población de estos pueblos apartados y con condiciones ya de por sí bastante aisladas.

G. L.

17/11/2012

Lotería nacional

Ya llega la época de la lotería. Ya hace muchos muchos años que me ronda por la cabeza no comprar ni una pela, ni un euro de loteria. Ya desde hace muchos años me ha venido a la cabeza que gastar en lotería no tiene sentido.

Cada uno tendrá sus razones para comprar y para no comprar. Yo para no comprar aparte de la que todo el mundo esgrime,  es decir que no toca nunca, y que ya llevo años y años comprando y no toca ni lo echado. Esta razón está muy generalizada; pero a esta razón, por lo menos en el caso de algunos como yo se añade que se trata de la lotería nacional, lotería española por tanto. Y que los beneficios que se sacan de todo ello revierte en otras arcas ajenas a las de aquí.

Aparte de estas dos razones todavía existe otra más que se añadirá a partir de este año, y es que a partir de 2.500 euros de premio (con lo que quiere decir que este año se cobrará integro) habrá que pagar un tanto por ciento de los premios ganados. Y si este año no hemos podido rebajar la cantidad de lo jugado, también será difícil dejar de jugar o jugar menos cantidad en los años sucesivos.

Bueno que en definitiva este año me había propuesto no jugar a la lotería en Navidad, pero por lo que veo se va a quedar como en otro tipo de propuestas que se me ocurren de vez en cuando, como pueden ser no comer tanto especialmente por la cena, apuntarme a algún gimnasio para hacer algo de deporte...

En este caso de la lotería nacional la tradición y la costumbre, aparte también de que siempre queda esa duda ¿de que mira qué si toca? influye y mucho.

La tradición ha quedado bien prendada en todos nosotros, en la mayoría de nuestras casas hemos visto a nuestros padres ilusionados con la lotería nacional, especialmente cuando se miraban los números premiados en la lista del periódico. También ha sido una costumbre que ha unido a las familias, recuerdo que en casa se cambiaban números con la familia de Elorrio.

Bueno, el caso es que a pesar de estar convencido este año también tendré que vivir con esa contradicción, y ya tengo bastantes cosas por las que se me puede considerar un poco excéntrico (distinto a la mayoría)  pues es difícil explicar a toda la familia como de un día para otro no voy a repartir con ellos la lotería, tradición que llevamos haciéndolo ya desde hace muchísimos años, y está claro que los hermanos igual lo entendían pero los tíos, y amigos...

Pero bueno aquí esta la reflexión, este año nos quedaremos con esta meditación.  A ver si hace mella y el año que viene se crea la moda de no jugar ni un duro, como ya hay muchos que lo ponen en práctica.

G. L.

 

 

15/11/2012

Juegos en La Berrueza: la pocha

Sigo con lo relatado por el carbonero de Nazar sobre la juventud de hace 100 años. El tiempo trascurrido es mucho, por lo que nos debemos hacer una idea de lo que era el pueblo hace esos años. Un pueblo con una gran cantidad de niños y niñas. Me imagino que en cada casa habría como mínimo un número de cinco seis criaturas. Y todas las casas del pueblo estarían habitadas por lo que la población de Nazar podría rondar los 200 habitantes.

Nada que ver con lo que podemos imaginar hoy.

En el pueblo no existía la electricidad, ni el agua corriente en las casas. La vida se hacía en la calle, eso sí hasta que anochecía pues una vez que anochecía el pueblo era envuelto por una gran escuridad. De ahí el dicho que nos ha llegado hasta nosotros de "hala ya ha llegado la hora de que los niños y niñas os vayáis para casa que se van a caer los tejados".

Un juego habitual era "la pocha", con este nombre describió el carbonero a lo que hoy conocemos como el juego de la pita. Se comienza marcando con un "clarión" o un trozo de teja o de yeso siete cuadrados que representan los días de la semana. El juego consiste en pasar al "kirikojo", a la pata coja un trozo de baldosa, teja  o piedra lisa por todas las casillas sin que se pise la línea en el momento de adelantar la piedra con el pie, y sin que la piedra se quede parada en alguna línea del recuadro.

Juego bastante sencillo y fácil. Lo más difícil sería encontrar un lugar llano y con cemento. La piedra se podía tirar con la mano o con el pie, según se hubiesen puesto las normas. Al lanzar la piedra debía quedarse en el cuadro apropiado y no podía quedar encima de ninguna raya. Cuando se llegaba a los dos cuadros finales se apoyaban los dos pies y se daba la vuelta.

Otro de los juegos "la mona", "la chota", "el orón", "la poya"  las cartas se echaban cuando había que decidirse algo importante entre el grupo se cogía una baraja de naipes y al que le tocase una carta ya determinada era al que le tocaba realizar la actividad. Es curioso pero según mi padre, tan solo se hacía esto cuando conllevaba algo que no era muy beneficioso para el elegido. Ya que cuando era al revés normalmente estaba predeterminado ya anteriormente. Normalmente cuando era para algo bueno siempre eran los mismos y de las mismas casas a los que se elegía.

Las cartas por tanto solamente se echaban para cuando había que hacer algo arriesgado o algo que no era del agrado de nadie. Había varios días del año que siempre se hacía así. Eran momentos importantes y de tensión. Las cartas se echaban los días de Santa Agueda, jueves de Lardero, Judas... y al que le tocaba la carta que se había elegido era en la casa donde se hacía la merienda de ese día.

La mona, la chota era la sota de oros, y el orón y la poya se correspondían con el as de oros. Antes de repartir las cartas se decía cual era la que ese día iba a ser la carta principal. Se repartían hasta que aparecía esa carta y al que le tocase era en la casa donde se hacía la merienda con los productos recogidos por las casas del pueblo.

G. L.

 

 

12/11/2012

Los niños y niñas de Nazar hace 100 años.

Hace ya bastantes años cuando mi padre tenía 89 años, por lo tanto hace ya unos 15 años, una tarde de invierno le pregunté por los juegos más habituales de sus años jóvenes. Tomé unas notas y escribí en un cuaderno alguna cosa. Un año después o así escribí a máquina unos folios que los había dado por perdidos. Hace unas semanas los encontré.

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No es nada del otro mundo, tan solo se relatan los juegos tal como él  (José Luzuriaga, más conocido como el carbonero) los recordaba.

Nada más comenzar me dejó claro que los niños de su época no eran como los niños que corrotean por las calles ahora. No. Los niños jugaban, hacían trastadas como todos los niños; pero aparte de ello, ya con los cinco, seis años cada uno tenía sus obligaciones en sus casas.

Los niños y las niñas de su época tenían muy poco tiempo libre, aunque la escuela no tenía la importancia que tiene ahora, si que estaban escolarizados, aunque lo normal es que para los 11 o 12 años ya estaban trabajando en las labores del campo o del monte, y tampoco hasta esos años acudían habitualmente a la escuela, ya que cualquier circunstancia era suficiente para perder un día de algo que no parecía tener repercusión posterior.

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Ya con 6 ó 7 años cada uno tenía asignado unos cuantos quehaceres que iban aumentando proporcionalmente con la edad. Así con esa edad eran los que traían las "estillas" para el fuego, llenaban las "pajeras" con la paja que se tiraba por un agujero del pajar. Igualmente se encargaban de llevar las vacas al bebedero, de atar los animales de tiro en las "piezas" para que comiesen la hierba o la paja de las "rastrojeras". Otra de los quehaceres habituales consistía en traer berzas de los huertos para la calderada de los "cochos", recoger hierbas y "lechocinos" del campo para los conejos. Ya con algún año más los niños nos encargábamos de llevar a las cerdas al macho para que se quedasen preñadas.

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Los días de aquella época estaban marcados por las campanas de la torre de la iglesia, que daba el Ángelus, las oraciones... Con el toque de oraciones los niños y niñas se retiraban a sus casas, no sin olvidarse de llevar a casa las cabras que traía el cabrero del monte.

 

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Por descontado que en las épocas de la siembra, de la siega o de la trilla también los trabajos de los niños se intensificaban, los  más pequeños se encargaban de traer "el barril" con agua de la fuente, de recoger los "líos" de los "haces" que se iban introduciendo en la trilladora, y siempre era preciso estar cerca resto de los mayores para lo que fuese necesario, normalmente mandaban a cualquier recado, por muy cerca que estuviese, normalmente los mayores usaban una frase muy parecida a esta: "hala fulano vete,  corre y trae...", "vete, corre y dile..."

Gerardo Luzuriaga