02/10/2008
Historias de un pueblo cualquiera (2)
"No tener ni una chucha"
Antes como ahora, por lo menos en mi pueblo, los perros no se ataban con longanizas, sino que había que arreglarselas para poder tener en el bolsillo alguna que otra ochena para poder gastarlas en vino, coñac, anís o aguardiente, únicas bebidas conocidas.
Y como es lógico no siempre se tenían esos reales necesarios para alternar o poder pagar alguna deuda contraida en las encendidas discusiones de taberna, por lo que era preciso ingenuar a cualquier artimaña, afín de conseguir los cuatro cuartos necesarios para poder pasar el domingo. Único día en que se gastaba y se bebía. Tengo oído que era bastante habitual robar o intentar robar trigo en las propias casas. Treta bastante usada hasta que un día un mozo tiró un saco de trigo por la ventana y al llegar al suelo se reventó esparciéndose los granos por la calle embarrada.
G. L.
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01/10/2008
Historias de un pueblo cualquiera (1)
Echar la cuenta
Según parece en una época no muy lejana, pero que yo no he conocido, a la taberna del pueblo no acudían más que los solteros, es decir los mozos del pueblo. Lo que es evidente porque eso si que lo he conocido es que a las mozas y a las mujeres les estaba vetada su entrada. Y por lo que he podido entender eran muy pocos los hombres casados que frecuentaban la taberna.
En el pueblo existía la costumbre de acudir todos los mozos después de la misa del domingo, o de haber echado las partidas a la calva, a la taberna en grupo. El caso es que los mozos se pasaban bebiendo y fanfarroneando hasta que llegaba la hora de marchar para casa, que era el momento de "echar la cuenta", que no era otra cosa que dividir los gastos de todo el vino que se habían pimplado entre todos. Que según cuentan eran litros y litros de vino.
G. L.
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