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24/01/2008

Vuelta a las andadas

Más de uno se preguntará porqué en los últimos 20-25 mensajes, es decir estos 3-4 últimos meses no aparecen en esta página más que historias pasadas, morriñas, nostalgias y demás añoranzas. No se debe a ninguna razón, externa por lo menos. Según me comenta una sobrina puede ser que se deba a alguna razón interna, pero como esas son tan difíciles de percibir. Muchas veces ni el que está sientiendo es consciente de ello.

En la variedad está la riqueza, en la pluralidad está el desarrollo, en la crítica está el avance. Por ello no está tampoco nada mal dejar periodos de tregua, en el que los apolíticos (si es que existe alguno, son tan pocos los que tienen el don de ser apolíticos). Muchos creen que por no meterse en lo que los políticos llaman política, ya son apolíticos. Muchos creen que por no criticar casi nada de lo que ocurre son apolíticos. Es más muchos muchos más todavía creen que por no estar en contra del poder establecido son apolíticos… Bueno en definitiva, que tantos y tantos se consideran apolíticos, pero en realidad hay tan pocos apolíticos en la sociedad.

Os adelanto sobre lo que pienso escribir en estas semanas, temas bastante conocidos, pero que no dejan de tener actualidad, la hipocresía de la iglesia con el aborto, con la pobreza, con la limosna…

Kattagorri

20/01/2008

La vuelta (eta VII)

Una mañana de mayo, cogí la maleta de rayas y me fui para la ciudad. Años después volví sin maleta, sin equipaje. Anduve un cuarto de hora recorriendo las calles, y los alrededores.

Era día de fiesta, entré en la taberna, pedí un tinto, el bar estaba bastante concurrido unas 8 personas hablaban amigablemente, más que en los que estaban me fijé en los que solían y debían de estar hablando o echando la partida. No había nadie de los que esperaba encontrar.  

 

Me detuve enfrente de la casa de la muchacha por la que me hubiese quedado en el pueblo; pero las puertas y hasta las ventanas estaban cerradas, los balcones vacíos, sin tiestos ni flores, los canalones estaban rotos. Sin mediar palabra me despedí de nuevo del pueblo.

 Gerardo Luzuriaga

19/01/2008

La vuelta (VI) / Itzulera

Llevo más de dos  años sin ir al pueblo, por un lado tengo ganas de ver a los que un día fueron mis vecinos, con los que he vivido gran parte de mis mejores momentos, ver de nuevo las peñas, los montes, los árboles, los terrenos que en su día fueron tan cercanos y familiares, las calles, las casas, los huertos… 

 

Pero por otro lado siento un cierto nerviosismo.

 

Nada ha cambiado, la vida sigue, tranquila, sin sobresaltos, pero sigue. Paso el fin de semana en el pueblo, en apariencia todo sigue igual; pero en realidad nada es igual, ya no me siento del pueblo, casi nadie me considera ya del pueblo. No me ha abandonado el pueblo, he sido yo el que he abandonado al pueblo. Los perros me ladran, ni se acercan, ya no estoy tranquilo ante sus miradas poco amistosas y bastante amenazantes.

 Ikazkina

17/01/2008

Itzultzea (V) / La vuelta (V)

Llega el viernes y ya no tengo por norma volver al pueblo, llegan fechas señaladas y en alguna de ellas tampoco vuelvo al pueblo. Vuelvo cada vez de más de vez en cuando, aunque por lo menos una vez al mes si que lo hago.

 

 

Los 60-70 habitantes han pasado a 40, a pesar de ello el distanciamiento es cada vez más notorio. Justo me entero de los grandes acontecimientos, de alguna que otra anécdota, pero el día a día se me escapa, y no es por mi falta de curiosidad e interés.

 

 

Del protagonista que fui, del observador de primera fila que fui he pasado a ser un observador bastante casual.  No me siento forastero, tampoco  en el pueblo me consideran forastero; pero ya no me siento tan del pueblo como los que viven en el pueblo. El perro de casa todavía me barrunta a más de medio kilometro de distancia cuando llego, los perros del barrio no me ladran cuando paso a su lado, pero...

Kattagorri

16/01/2008

La Vuelta (IV)

Llega un viernes y ya no voy al pueblo, llega otro y tampoco. Aunque nunca pasan tres fines de semana seguidos sin que me dé una vuelta por el pueblo, a pasar un fin de semana en casa de los padres, la que ha sido la mía hasta no hace mucho.

Se organizan partidos de fútbol y aunque me avisan, no puedo acudir. Como es lógico, la vida sigue, los acontecimientos llegan y pasan… la vida en el pueblo sigue su marcha: juergas, comidas, reuniones, trabajos, charlas en la taberna, batidas furtivas…

Llega un dia en que a pesar de estar en el pueblo, mi participación no es indispensable, es más mi presencia pasa desapercibida, estaba ya todo organizado de antemano. La distancia se hace  presente.

Todavía soy titular indiscutible en el equipo de fútbol, pero el alejamiento hace ya mella. Ya no me llegan muchas de las anécdotas, aunque todavía me consideran del pueblo. Los perros del pueblo me conocen, pasan a mi lado como si no existiese.

 Ebaristo Lakalle Etxeberria