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24/01/2010

Alta tensión

consulta.jpgEl 31 de enero se realizará la consulta sobre la alta tensión en varios pueblos navarros y alaveses, entre ellos está Nazar. Cómo es lógico en este mensaje no me voy a definir, ya todos sois conocedores de mi opinión, ahora os toca a vosotros

Esta consulta se va a realizar en estos pueblos navarros. Demos un urra por ellos. Marañón, Cabredo (Ahuntzegi), Lapoblación-Meano, Aras, Aguilar de Codés, Azuelo, Torralba del Río, Espronceda, Bargota, Arróniz, Desojo, Sansol, El Busto, Piedramillera, Dicastillo, Aberin-Muniáin, Morentin, Mirafuentes (Iturriaga), Nazar y Barbarin.

Gerardo Luzuriaga

22/01/2010

Nevadas (III)

Despúes de esta nevada, llegaron otras de menor intensidad, pero de igual afectación emotiva. Las nevadas de ahora ya no son como las de antaño. Cuando toda la familia nos encontrábamos reunidos alrededor del fogón esparando que saliesen las patatas asadas, o los niños cogíamos una patata de la caldera que se estaba cociendo para los cerdos, colgada del lar del fogón, mientras los padres y los hermanos mayores contaban las historias de siempre.

En esta nevada ya tendría unos 11 años, recuerdo como las nevadas nos hacían perder la sensación del tiempo, como las conversaciones entre los adultos eran más pausadas, en definitiva era como si el tiempo se detuviese, y no corriesen las horas del reloj. Por aquellos años mi padre era pastor de ovejas, con lo que una de las labores de la mañana consistía en ir a los corrales de las ovejas y llenar los cocinos de paja y alholva. El contraste entre el frío de la calle con el calor de dentro de los corrales era tremendo. No era fácil hacerse paso entre tanta oveja. Una vez acabada la labor allí permaneciamos horas y horas disfrutando al ver como amamantaban las ovejas a sus corderillos, mientras poco a poco acababan con el forraje de los cocinos. No existía prisa alguna. El tiempo se había paralizado.

Gerardo Luzuriaga

20/01/2010

Nevadas (II)

Recién cumplidos los ocho años, a primeros de noviembre  comenzó a nevar desde el amanecer, ya por la mañana a la salida de la escuela tuvo que venir nuestro hermano Juanantonio a por Javi y a por mí. Para las doce de la mañana ya había unos 15 centímetros de espesor. A pesar de que la casa más distante no se encuentra ni a 150 metros, a la tarde no fuimos nadie a la escuela, ya que la maestra “la Resure” era de edad avanzada y decidió darnos fiesta.

 

Siguió nevando y nevando todo el día, el día siguiente, el siguiente y el siguiente, y también el siguiente. Según decían nunca se había visto una nevada semejante.

 

Para desilusión de los niños y niñas desde el primer día, no sé a quién se le pudo ocurrir hacer  una senda desde la casa de la maestra a la escuela, pero el caso es que al día siguiente allí apareció la Resure sin problema alguno, con lo que no nos quedó más remedio que acudir todos los días al calvario de la escuela.  La nieve nos llegaba hasta la cintura, era divertido andar por las calles. Fueron unos días especiales. El temporal duró por lo menos diez días.  Fueron unos días especiales, como lo eran todos los días que nevaba. Se respiraba un aire de sosiego y tranquilidad. La blancura, la claridad y brillantez que causaba la nieve, unido al silencio y el frío nos hacía imaginarnos en un espacio extraño y a la vez encantado.

 

Mi hermano y yo, por aquellos días inventamos un artilugio para cazar los gorriones que pululaban por los alrededores.  Con una criba, un palo, un puñado de trigo y un lazo largo construímos una trampa. El artilugio estaba bien pensado, aunque no tuvimos el éxito esperado.  El primer paso consistía en echar unos cuantos granos de trigo en el cemoral del huerto del tío Epi, luego colocar el palo que sostuviese medio cerrada medio abierta la criba, y luego esperar a que viniesen el máximo número de gorriones a picotear los granos de trigo, cosa que si ocurría, pues ya a los cinco minutos había alrededor del montón de trigo una veintena de  pajarillos picoteando. Otra cosa muy distinta es que una vez que estirábamos del lazo desde la ventana de nuestra casa, debajo de la criba quedase algún pajarillo, ya que al mínimo ruído huían despavoridos, y las primeras veces siempre nos fallaba alguna cosa o el palo no bajaba lo suficiente y entonces los pocos gorriones que habían quedado atrapados escapaban para cuando bajabamos, o unos segundos antes de estirar de la cuerda levantaban el vuelo por arte de magia, o, o… El caso es que pasábamos horas en este y otros entretenimientos similares, pero no lográbamos cazar ninguno. Ya que si las primeras veces fallabas, ya podías estar toda la tarde que los pajarillos comían los granos, pero al menor resquicio de peligro desaparecían del femoral, para volver eso sí, a los dos minutos.

No había un solo lugar donde no estuviese helado. Los churros de hielo que se habían formado en los aleros de los tejados sobrepasaban el metro de largo y algunos de una anchura considerable, el abrevadero y los pozos de regar estaban helados, al igual que una pila grande donde se recogía el agua de los canales, que ni con el pico éramos capaces de atravesar. Tuvieron que pasar unos cuantos días para poder romperlo, cuando por fin fuímos capaces de hacer un  boquete los trozos de hielo tenían por lo menos 7 centímetros de grosor.

Se trataba de días especiales, en que la nieve se veía como un rey provecho para el resto del año. No sólo los niños vivíamos estos largos días con ilusión, también los mayores agradecían estos días de menor ritmo laboral. Se veían como días provechosos para la salud, las cosechas y también como una necesidad para que las abundantes fuentes repartidas por los campos no se agostasen en verano.

No existía necesidad de salir del pueblo, nadie estaba preocupado por las carreteras, era otro ritmo de vida, difícil de entenderlo hoy día. En estos días se aprovechaba para realizar las labores de casa que no se llevaban a cabo durante el resto del año. Estas nevadas daba ocasión para ver a los hombres merodeando por la casa, de un sitio para otro sin rumbo fijo, de la cocina al granero, del granero a la cuadra, de la cuadra al pajar, del pajar a la bodega. La mayoría buscaba chapuzas en que matar el día. Pocas eran las ocasiones en que toda la familia se encontraba en casa, especialmente los hombres.

Las labores se realizaban sin prisa, como si se hiciesen por hacer, en las que los niños éramos tan protagonistas como los mayores. Bien fuese encalar la simiente para la siembra, preparar los sacos para la molienda, limpiar algún alhorín del granero, arreglar alguna puerta de las porcigas o algún pesebre de los ganados. Siempre había algo que reparar.

Ell echar de comer a los animales se convertía en una tarea especial, lo que habitualmente se hacía en unos segundos, en estos días de nevadas, se convertía en un ritual, en el que tanto los mayores como los niños permanecíamos horas viendo como las cabras se comían la manada de alholva, los conejos el puño de lechocinos, o los cerdos las berzas.

Los niños y niñas también disfrutabamos de lo lindo, concretamente en esta nevada que duró días y días, después de pasar horas jugando con la nieve, tirándonos bolas, echándonos por las cuestas, que no haciendo muñecos, no recuerdo nunca haber hecho ningún muñeco en los tiempos de juventud, nos reuníamos la mayoría de los niños y niñas en un pajar a contar historietas y otras cosas.

Gerardo Luzuriaga

18/01/2010

frontón de Mirafuentes

No sabemos si ha sido por no ser menos que los de Nazar, pero los de ITURRIAGA (Mirafuentes), también se han gastado los cuartos arreglando el frontis, el suelo y la parte trasera del frontón. ¿O habrá sido al revés que los de Nazar se han enterado de que los de Mirafuentes lo iban a arreglar y no han podido ser menos?

Me he enterado que la piedra de la parte trasera del frontón ha quedado muy bonita.

Bueno ahora si que ya no tenemos excusa, Alfonso y yo ya llevamos tiempo entrenando. ¿Cuándo queráis ponemos el partido de pelota a mano?

Si me mandáis unas foticos las pongo. Berrotza@yahoo.es

Gerard

17/01/2010

La proximidad de una efeméride luctuosa y triste: 1512

Por si alguno no ha leído nada de Jesús Lezaún, tengo el honor de poner en este artículo publicado unos días antes de su fallecimiento.    
  

UNO vive saturado de tremenda aprehensión pensando cómo viviremos los navarros la próxima fecha del año 2012, quinto centenario del derrumbamiento de nuestro Reino de Navarra. A sangre y fuego fue su liquidación. En la última batalla de Noáin murieron más de 5.000 navarros. Unos celebrarán esta terrible efeméride con la satisfacción de haber sido integrados en España, de forma total. Otros celebrarán compungidos este triste recordatorio. Del glorioso reino nuestro, que no fuimos capaces de defender, no quedan más que tristes migajas, palabras vacías, que no contienen ninguna realidad. Hay gente que se satisface con ellas. No han aspirado más que a servir al terrible dominador y esto les basta y les satisface.

Medran con ello y no aspiran a más. Otros no acaban de aceptar tan terrible suceso y no se les va el ansia y el desasosiego de tan triste pérdida. Aquellos se sienten españoles ante todo, aunque se denominen navarros. Esto satisface suficientemente sus ansias de dominio y su necesidad de sometimiento. No aspiran a más, aunque de boca digan otra cosa. A otros les carcome esta triste realidad que no fueron capaces de defender. Aunque Navarra sea una región rica por hacendosa y bien estructurada, con un haz de gloriosos emigrantes que vinieron aquí a trabajar y a ayudarnos en nuestro desarrollo.

De Navarra no queda políticamente más que la palabra y algún que otro renombre, que no se llena más que con la triste realidad de un estadio de fútbol. ¿Para qué más?

La Historia de Navarra, de la que no queda sino la palabra, sin ningún sentido político, porque nadie le ha enseñado su Historia, de la que no queda ningún sentido. Que me digan a mí qué significa en realidad el Fuero y su Amejoramiento.

Nada. Somos, en realidad, una provincia cualquiera de la gran patria hispánica, una, grande y libre. Libres serán ellos, que lo que es nosotros, los navarros de verdad, somos sólo unos súbditos sumisos. Por perderlo, lo hemos perdido todo, excepto el nombre, del que algunos se llenan con su sola palabra, porque en realidad no aspiran a nada. La Historia de Navarra no existe, nadie se la ha enseñado, nadie la sabe, los navarros la ignoran. No habrá otra provincia tan ignorada y tan tergiversada, porque en realidad lo que han enseñado a las gentes es la Historia de España. ¿Sabe alguien entre nosotros qué es la Baja Navarra y qué significa y por qué está como está? La Historia de Navarra, enseñada a los navarros y a los españoles, es un conjunto de palabras vacías, sin ninguna realidad. La palabra Fueros, que aún se usa, y la Ley Paccionada en un pacto que nadie sabe en qué consiste, hasta llegar a la realidad actual que no tiene más entidad pública que Almería o Albacete en el mapa de la Península. La última realidad de la que podemos alardear y alardeamos es la última guerra ganada, habiendo perdido la paz, porque alguien más astuto y poderoso que nosotros a eso nos redujo. Con la ley que él engendró con la Unificación, en la que nos enterraron y en la que los más están satisfechos.

Pero en Navarra aún existe un espíritu, que quizás no sabemos formular y ni en qué puede consistir. Porque ese espíritu de Navarra aún está vivo. Y a pesar de tan larga y ostentosa historia y de palabras sin contenido, aún se mantiene en muchos y de ahí aún se podrá rehabilitar. Si nosotros nos empeñamos, porque aún existen muchos navarros que sueñan con su reino, es lo que tendremos que rehacer si somos lo que decimos ser. Muchos navarros celebramos este quinto centenario de nuestro hundimiento con plena lucidez y con plena determinación de llegar a ser lo que fuimos, un reino de esplendor, capaz de aglutinar aún a todos los navarros, a todos aquellos que la Historia aún denomina vascones.

No veremos ya sólo un reino sino una espléndida democracia, nuestra espléndida democracia, esa ley del pueblo que hasta los reyes de aquí tuvieron que jurar, defender y sólo la concedieron a quienes hasta entonces no la poseían.

Nuestro símbolo real y tangente son nuestros infanzones de Obanos, que juraban ser libres, para que su patria Navarra lo fuera también libre. No como ahora somos a pesar de tanto alardear, más que súbditos humildes y sumisos de un señor más poderoso que nosotros.

Yo levanto mi brazo y cierro mi puño por mi Navarra popular y democrática. A quien quiera ayudarnos a resurgir, le pedimos que nos eche una mano, porque hasta en eso mintieron, como si hubiesen sido los españoles los que nos ayudaron a ser libres. Hasta el Papa nos traicionó, excomulgando a nuestros reyes y haciéndonos a nosotros sumisos. Cómo los habremos admitiendo creencias y habiéndose apropiado de nuestros santos. Francisco se fue de aquí alejándose de sus hermanos vencidos y condenados a muerte. No volvió ya a su tierra, ni pisó jamás su suelo. A su padre nos lo arrebataron para enterrarlo donde no supiéramos dónde estaba. Francisco no se llamó nunca navarro.

En nuestro recuerdo del reino nos acompaña nuestro excelso patrono, su madre, la triste María a la que tanto hicieron sufrir los españoles, que vio destruir con su hijo las almenas de su castillo de Javier, a la que le expropiaron de todas sus posesiones, su padre, el hacedor del reino, en paradero desconocido; sus dos hermanos que fueron condenados a muerte por defender el reino hasta el final. Con esta pléyade de recuerdos, celebraremos el quinto centenario de nuestra tragedia. ¡Faltaba más!