24/10/2017
Pequeñeces (18)
Los labradores, especialmente los que labraban y sembraban pocas tierras, porque pocas tierras tenían, estaban expuestos a cientos de contratiempos. Una tormenta, el granizo, la sequía, una mala cosecha hacía que el año se hiciese más largo de lo acostumbrado. No era una vida fácil. La simple pérdida de cualquier animal hacia que la paupérrima economía familiar se derrumbase. No existía lujo alguno, se vivía el día a día, pocos productos se compraban fuera, algo de pescado para cumplir con la vigilia de los viernes, algún bacalao seco para tenerlo colgado en el granero, para salir del paso cuando llegaba alguna visita, y las especias para la matanza son todos los alimentos que recuerdo que se comprasen en nuestra casa.
Muchas son las historias y las anécdotas de este tipo oídas a mis padres alrededor del fuego bajo de la cocina vieja, en las noches eternas del invierno, mientras nos asábamos por delante y las espaldas se nos quedaban heladas. La cocina vieja no tenía puerta, tan solo una manta vieja hacía de cortina.
Recuerdo como nuestro padre contaba el año en que perdimos toda la cosecha, pues al trigo, y por entonces casi todo se sembraba trigo, algo de cebada y algo de forraje para el consumo de los animales de casa, le entró “la niebla”, una enfermedad que hizo que las espigas no granasen, con lo que a la hora de trillar no se recogió ni simiente para el año siguiente. No existía seguro, con lo que tuvimos que empeñar lo poco que teníamos para subsistir.
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19/10/2017
Juanito
Hoy nos hemos amanecido con una triste noticia, JUANITO, Juan Castor Fernandez Andueza ha aparecido muerto en la cama. Una muerte dulce, pero al pueblo nos ha dejado entristecidos, aunque ya no era tan habitual verlo por el pueblo siempre hacía ilusión verlo.
Ha sido una muerte repentina. Se puede decir que casi otra casa más se cierra, pues su hermana que vive en Francia será difícil que visite la casa.
Juanito durante los años en que podía bajar con Pinedo era habitual, no dejaba ni un solo fin de semana de bajar al pueblo. Era su ilusión, tenía su ambiente y su vida. Seguro que estaba toda la semana esperando a que llegase el viernes.
Lo recordaremos por muchas cosas, yo aquí quiero destacar su fuerza física, a pesar de su pequeña estatura tenía una gran fuerza y era capaz de llevar a dos personas al hombro sin despeinarse.
Este mismo año le concedieron el Celedón de Oro en Gasteiz. Todo un honor, ¿quién iba a pensar que no iba a llevar tal honor durante todo el año?
Juanito hil egin zaigu. Doluminak familiari. Oso familia gutxi zeukan. Arreba bat eta hiloba bat, Parisen bizi direnak, gero bigarren lehengusuren bat eta kitto. Baina Nazarren zeukan bere etxea, eta bere familia. Nazar dagoeneko ez da izango berdina. Denok gara beharrezkoak, batez ere herri txiki batean. Juanitorekin hamaika kontu joan egin zaizkigu. Goian bego.
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17/10/2017
Pequeñeces (16)
Eran habituales las visitas de hijos y nietos que se habían ido a la ciudad. Sin embargo, desde que yo tengo uso de razón, ya cuando los abuelos habían fallecido, no recuerdo más que a Cándido, una de las pocas personas junto al tío Valentín, que pasaban largas temporadas en nuestra casa, Cándido sufría de los bronquios, venía en busca de un clima más apropiado que el de sus tierras guipuzcoanas.
Suegro de Antonio, sobrino de nuestro padre. Vestía con americana y camisa blanca, de hablar pausado y elegante, no decía ni una palabra mal sonante, (pecados o blasfemias como decimos por aquí), inusual en nuestro habla donde de tres palabras dos eran inapropiadas. Su tono de voz y entonación era muy diferente al que estábamos acostumbrados.
Natural de San Sebastián, repartía sus estancias entre los hijos e hijas, alguno de los cuales vivía en Estados Unidos, donde acudía asiduamente. Su llegada era bien acogida, pues venía con maletas repletas de ropa. Lo último que recuerdo es una chamarra de cuero negro de las que no se veían por estos lugares, y unas camisetas para el verano con imágenes inconcebibles (para nosotros) de colores vivos, con un tren que circulaba en el espacio por unos raíles invertidos, la estación era un globo terráqueo.
Aprendimos mucho con sus conversaciones, nos acompañaba a los niños a cazar pajarillos con liga, con cualquier palito cogido en el monte, y con unas cuerdas nos preparaba preciosos juguetes.
Con él es con quién conocí y aprendí a valorar los alrededores del pueblo, especialmente las fuentes, por aquellos tiempos tan necesarias y abundantes. Donde los segadores se sentaban alrededor de los manantiales para refrescarse. Las fuentes surgían por cualquier lugar, debajo de un chopo en cualquier rincón de cualquier pieza. Estas aguas abastecían a Asarta, Piedramillera y hasta Los Arcos llegaban canalizadas las frescas y cristalinas aguas de las estribaciones de la Sierra de Codés, y Costalera.
Nadie se pregunte a qué se debe que se hayan agotado, que hayan desaparecido. Algo hemos tenido que ver los humanos con las ansías de conseguir el máximo beneficio en el mínimo tiempo. Algo tendrá que ver que estén bombeando agua de los acuíferos de los alrededores del Ega en el Valle de La Berrueza.
Con mi tío Cándido, que aunque no era familia de sangre así lo llamábamos, recorrimos las balsas, estanques, pozos negros y cientos de fuentes con nombres propios de aguas cristalinas y frescas. Así es como conocí Jurda, debajo de dos chopos alargados, en el término de Mataverde, Balsarroya, el Cabezo, el Chorrón, las Vallejas, Fuentelateja, Fuentejuana, la Fuentilla, Pozonegro, el Reguillo, Fuentelavilla, Manalagua Manauro como aparece en algún escrito. Cándido murió bastante joven atropellado por un coche en una avenida de San Sebastián.
Tuvieron que pasar varios años para llegar a conocer las dos fuentes más enigmáticas de la zona. Fuentes Altas, tendría unos 9 años cuando subí con mi padre en busca de setas acompañado del burro que por aquellos tiempos teníamos en casa. Recuerdo que volvimos con las alforjas llenas de pardillas y plateras, que luego nuestra madre embotaba para todo el año. Fuentes Altas se encuentra en la zona del hayedo de la Dormida, debajo de Costalera en el término municipal de Santa Cruz de Campezo. Una fuente bien encauzada, que mana a gran altura como su nombre deja en evidencia, los alrededores merecen una visita, muy cerca del manantial hay dos tejos de grandes dimensiones y de gran antigüedad.
Y ya bastantes años más tarde tuve la oportunidad de visitar la Fuente de los Nenes. Tendría unos 13 años, cuando acompañé a los mozos algo mayores que yo hasta este lugar. Fuente que está ubicada en lo alto de las peñas de la Sierra de Codés; pero que por su belleza y notoriedad destaco en esta descripción. Es una fuente que mana a gran altura y que es preciso trepar bastante peligrosamente por unas clavijas que ascienden al manantial.
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Pequeñeces (XVII)
En verano llegaban las cardelinas (jilgueros), Las bandadas de cardelinas, normalmente de diez a quince pajarillos se posaban en las zarzas, hierbas, plantas, flores y especialmente en los cardos en flor de casi dos metros, especies de alcachofas de filamentos morados muy atractivos visualmente. De la palabra cardo le viene el nombre de cardelina (Carduelis carduelis) a estos pajarillos que se posan suavemente en las flores de los cardos, especie de pelusilla blanca, con el pico tratan de librar las semillas con que alimentarse, muchas son las semillas “abuelos” que quedan libres que el viento las lleva de un lugar para otro hasta posarse en la tierra, donde surgirá otros cardos que serán alimento de las siguientes cardelinas del año siguiente.
La cardelina es un pájaro precioso, de un volar rápido de colores vistosos y llamativos. Pico blanco, cocorota negra, alrededor de los ojos y en la papada es el rojo chillón el que predomina sobre el resto de colores, pecho y parte de la cara blanco, espalda marrón, la cola y extremo de las alas negro, las alas son de color amarillo vivo, lo cual especialmente en el vuelo lo hace uno de los pájaros más vistosos del verano.
Los veranos son calurosos, por lo que los nogales plantados en el pueblo son apreciados para tomar la sombra. El abuelo se encuentra cómodamente sentado en una silla, medio dormido bajo los rayos del sol difuminados por las espesas ramas del nogal de enfrente de casa, con una hoz y la piedra de afilar en las manos, y la boina en la cabeza. De vez en cuando las rápidas carreras de los vencejos (gaviones) en celo o el canso revoloteo de las moscas o algún que otro abejorro hacen abrir los ojos al abuelo. Ayudado por los lejanos cantos de las cardelinas se adormece de nuevo. El aire fresco del viento le acaricia la cara, el tiempo no pasa para él, el vuelo raso y rápido de los gaviones lo despiertan de nuevo.
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11/10/2017
Pequeñeces (15)
Los cochos (cerdos, cutos, marranos llamados por otras zonas), fueron fuente de riqueza en las familias. Una cocha podía alimentar tantos cochinillos como tetas tenía, lo normal eran camadas de ocho a doce. Los animales de pocas semanas son preciosos, el que no haya visto un cerdito joven, nunca se podrá imaginar la belleza y el colorido rosáceo de estos animalitos. Casi todos los animales de jóvenes son preciosos, a excepción de los ratones, y los pájaros que son horrendos, el resto tienen un encanto especial que van perdiendo conforme van creciendo.
En nuestra casa cuando una cerda iba a parir era un acontecimiento, y una preocupación pues por todos los medios debíamos de evitar que las cerdas pisasen a los cerditos, en ello nos iba la subsistencia familiar.
Permanecíamos al lado de la pocilga en relativo silencio para no molestar a la madre, y estar atento a sus movimientos y a la de los gorrines (cerditos), que no paraban de correr de un lugar para otro. Había madres muy cuidadosas que se tumbaban con gran miramiento, era impensable que cazasen a los recién nacidos; sin embargo, había otras más alocadas, que no reparaban en nada, se tumbaban de golpe, con lo que era fácil que algún pobre animalillo quedase medio atrapado o atrapado del todo.
Había costumbre de cortarle los dientes a los recién nacidos, labor que no nos gustaba a nadie, pero que era aconsejable para que la cerda no sufriese a la hora de amamantar a los cochinillos y estuviese más tranquila.
A la hora de amamantar la cerda emitía una especie de ronroneo, e inmediatamente se tumbaba lateralmente, a la vez que cada cerdito accedía a la teta que le correspondía, siempre a la misma, aquí si era importante el orden de nacimiento.
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