05/09/2017
Charla en Acedo - Acedon hitzaldia
Ostiral honetan, irailak 8 Acedon hitzaldia daukagu.
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Pequeñeces (2)
El paso de los años me ha hecho ver que vivimos en un lugar estratégico, balcón de la Berrueza, como también pueden ser Asarta, Piedramillera o Mendaza. Ubicado en el extremo del pequeño valle, bajo las rocas blancas de la Sierra de Codés. A 750 metros de altura dice4n los libros que está el edificio del ayuntamiento, y ahora también Internet.
El verano es riguroso y los inviernos fríos y duros. El aire, especialmente el Norte intimida a las pocas personas que transitan por sus solitarias calles. Pueblo ventorro, ¡Qué bien venía en otras épocas¡ en que se trillaba en las eras y la parva había que echarla con la ayuda de horcas y palas lo más alto posible para que el viento separase el grano de la paja.
No todos coinciden en esto y hay alguno (Juan Mari, José Miguel) que defienden que las casas se encuentran bien resguardadas del viento y qué solo se siente en los alrededores, pero no en el casco urbano. Sin excesivo éxito, pues no hay semana que no haya alguien que se lo recuerde socarronamente.
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04/09/2017
Recuerdos en polvo de tierra roya
He pasado un buen rato con este peculiar libro de Miguel Angel.
Me he encontrado con palabras nuevas, no conocidas por mí. Mindierra, Arlos, ESPALETILLAS (que supongo que serán nuestras paletejas) huete, La Ra, almazaniz, pajucero (que será nuestro pajuguero), patorrico (patorrillo), rasguñar...
He recordado a alguno de los pocos vecinos que conocía, Bernardino, más cercanos me han parecido Jose Austin, y Juantxu...
Allá va la despedida
la que echan los de Piedramillera
me voy con una moza a la era
a hacer lo que ella quiera
........
El sol asoma por Deyo
y se acuesta en Codés
y al pasar por la Berrueza
se le quita el estrés
........
¡Pero que la capa no paice!
soltaba Santiago al aire
cuando oía decir a la gente
!qué bueno es éste¡
!qué bueno es ese!
Santiago decía escape:
sí bueno éste, bueno ese,jee
!pero que la capa no paice!
soltaba Santiago al aire
.........
En 2009 se hizo lo de la siega
como se hacia antaño
con hoces, segadora, trilladora...
!Solo faltaban las picas y el carro!
10:26 | Permalink | Comentarios (0)
Recuerdos en polvo de tierra roya
Miguel Angel Sanz Yabar hace dos años publicó este libro, por lo que me comentó Miguel Angel su abuela era de Nazar, él vive en Piedramillera.
Este libro que se lee de un tirón en el cual nadie puede buscar la poesía de nuestro Gabriel Celaya, donostiarra enamorado de una muesina, Gastón de apellido y que pasaron los veranos entre nosotros.
Sin embargo, en este libro si encontramos el sabor y el saber popular de estos pueblos de La Berrueza. el lector encontrará como he encontrado yo la vida cotidiana de los habitantes de una zona. Este libro describe el vivir de Piedramillera, pero cambiando los nombres tranquilamente podría describir la vida cotidiana de cualquier otro pueblo de La Berrueza. Ahí esta su virtud.
He echado en falta el haber sido un poco más historicista, que no se basase tan en el día de hoy, sino que hubiese recurrido a décadas anteriores dónde los coplistas eran cien mil veces más originales y naturales. Una generación todavía sin contaminar y con golpes de gracia inigualables, en el prólogo del libro se vislumbra algo así, pero luego en el desarrollo se cae en la poesía fácil y la que va a gustar a los contemporáneos.
Es una pena no haber recogido aquella generación imprevisible, es lo que se barrunta en el prólogo del libro, aquellos que iban de bodega en bodega e iban cantando de casa en casa en los balcones y las ventanas de las mozas más agraciadas.
Libro imprescindible y que reúne el vivir de una época.
08:13 | Permalink | Comentarios (0)
01/09/2017
Pequeñeces (1)
Un día de invierno de finales de la década de los 40 del siglo XX me trajeron al mundo en Nazar, en el Valle de La Berrueza, en Tierra Estella. Me tocó ser el sexto hijo de José y Cirila. Todavía detrás vendría otro hermano más. Con la familia vivían los abuelos paternos, Hermenegildo y Josefa, o mejor dicho nosotros vivíamos con ellos. No recuerdo a ninguno de los dos por lo que tuvieron que fallecer cuando yo todavía era un mocoso. Sin embargo, me vienen a la memoria anécdotas de los abuelos contadas por mis padres, hermanos y vecinos, historias grabadas con más realidad y fidelidad que las propias vivencias.
Al contrario que la mayor parte de niños y niñas nacidas en la ciudad, y que pasaban las vacaciones en la casa de los abuelos, a los del pueblo, habituados a vivir entre 20 casas, 4 calles, y 1 riachuelo no nos llamaban la atención los pájaros, los animales, los fuertes olores, el sabor de las frutas recién cogidas de los árboles.
Las imágenes de unas gallinas correteando con sus polluelos, una bandada de palomas caseras, unos cerdos hocicando en la hierba húmeda de los alrededores del riachuelo, o de la higuera de delante de la casa donde permanecía despanzurrado el perro en los días calurosos se nos pasaban inadvertidas, eran normales para los que vivíamos de continuo en el medio rural.
Sin embargo, tuvimos la ocasión de sorprendernos, hasta el punto de atemorizarnos con el contacto de la ciudad. La primera vez que salí del pueblo, fue a los ocho años, a casa de mis tías Cipriana, Aúrea y Flora que vivían en Bilbao. Porteras en la calle Iparaguirre, Ajuriaguerra (entonces Espartero) y Tristán de Leguizamón respectivamente. Grandes avenidas, casas altas con cientos de ventanas, ruido infernal de los coches, pitidos... Esto es lo que encontramos, ¿Cómo hacer cestas con estas mimbres?
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